El vómito del escarabajo

Y un día Tenerife decidió transmutarse en una isla Gregoriosamsanizada. Amaneció insectizada en tres diminutos bichejos que, al parecer, te vomitaban si los atrapabas en un vasito de plástico sin el debido mimo ni la miga de galleta adecuada. Tras los sebadales. La aparición ahora de un escarabajo endémico amenaza con paralizar -o al menos retrasar- la construcción del puerto de Granadilla. No es la única obra emblemática del Cabildo de Tenerife que está en peligro.

Ignoro por qué el movimiento ecologista tinerfeño en sus muchos frentes no ha elegido como símbolo protector -ya lo hacían los faraones- a la efigie de la Pimelia canariensis, que así llaman los científicos al escarabajo que, me cachis en la mar, se le ocurrió aparecer oscuro, enano, endémico y en peligro de extinción, para parar él solito -vale, eran un trío al principio- las obras del puerto de Granadilla. La gran infraestructura de los poderes públicos de Tenerife lleva camino de emular a las presas chinas: nadie sabe cuántos muertos va a llevarse por delante, si es que alguna vez se realiza. Por lo pronto, la aparición de una especie en peligro de extinción en la zona de las obras del proyecto estrella de CC-PP y PSC (según qué facción) introdujo la zozobra necesaria en sus defensores y un nuevo hálito de esperanza para los detractores, que temen que el paso del tiempo termine por desteñir las pegatinas del “No al puerto de Granadilla”.

La duda es si el empantamiento crónico de algunos proyectos terminará por contagiar al resto. Por lo pronto, en 2010 comenzó a andar públicamente otro estandarte del Cabildo de Tenerife, el tren que deberá unir Santa Cruz de Tenerife con Los Realejos en 36 kilómetros de recorrido, del que más de la mitad será subterráneo. Al futuro tren del norte ya le han nacido plataformas vecinales en contra porque en el trazado inicial previsto afectará a viviendas, negocios y zonas de arbolado en una isla demasiado proclive a sustituir lo verde por el conglomerado. Para evitar nuevos movimientos del “no a todo” (un título de fácil englobe a muchas y diferentes sensibilidades), el Cabildo Insular ha optado por apretar un calendario de reuniones con los afectados y variar en lo posible el trazado de un tren que, según las previsiones iniciales, debería iniciar su camino en 2018.

Ello deberá llevar aparejado, necesariamente, un refuerzo de otras infraestructuras en las que la isla muestra, cuanto menos, una fragilidad desbordante. Cierto es que la primera gran borrasca del año llegó precedida de un título apocalíptico: la ciclogénesis explosiva (piernas, temblad). Pero al inevitable caos de piedras y lodo en las vías urbanas se sumó, como ya empieza a ser previsible, la inevitable retahíla de apagones eléctricos. Curiosamente (terroríficamente), la isla volvió a padecer dos ceros energéticos sin que coincidieran con fenómenos meteorológicos de envergadura, uno de ellos en la madrugada del 1 de marzo y que, como cantinela que se repite, tuvo su origen en un fallo en la subestación de Candelaria que produjo la desconexión de toda la producción de la central de Las Caletillas y como consecuencia, también la de Granadilla.

Y también empieza a sonar el estribillo: Unelco-Endesa pide disculpas y se apresura a decir que investiga las causas de la avería, Red Eléctrica de España denuncia la debilidad del sistema eléctrico insular y pide más inversiones… y las instituciones, con el presidente del Cabildo, Ricardo Melchior, a la cabeza, piden soluciones “necesarias y urgentes” a los apagones, que perjudican a la imagen de la isla, como hizo ante un nuevo fallo de energía a principios de agosto. Eso sí, en principio no parece que los apagones hayan influido en la pérdida de turistas, pues Tenerife recibió en 2010 un total de 4,8 millones de visitantes (un 2,7 por ciento más que el año anterior), una cifra que no se corresponde con la destrucción de empleo en un sector que en algunas zonas da muestras de un acusado agotamiento.

Precisamente, los mayores municipios turísticos de la isla parecen inmersos en sus particulares zozobras políticas -de extremos sangrantes en Puerto de la Cruz- y en sus controvertidos y judicializados planes generales de ordenación, como en Arona. Lo peor, en todo caso, es que la crisis económica mundial ha sido blandida como espada asesina para acabar con uno de los eventos culturales que lograban concitar a miles de personas en la ciudad portuense, el Festival Mueca de arte en las calles, un revitalizador cultural y económico aplastado por la ceguera política.

Aunque para animación vibrante, cuasi hollywoodiense al más puro estilo Cecil B. DeMille, nada como un pleno en el Ayuntamiento capitalino bajo el mando del césar Zeroliano. El bloqueo de su buque insignia, la urbanización del frente marítimo de la playa de Las Teresitas, ha terminado por espantar hasta a la mismísima estrella del proyecto, el arquitecto francés Dominique Perrault, quien optó por desaparecer la obra entre sus creaciones en su página de Internet. El pasmo ciudadano aumentó además con la apertura de una nueva vía judicial relacionada con el caso, la no cumplida por el Ayuntamiento moción para derribar el llamado mamotreto -el futuro edificio de aparcamientos y centros comerciales- y la investigación de un presunto delito de prevaricación urbanística y contra la ordenación del territorio por parte de los responsables municipales.

Las sospechas de intereses espurios político-empresariales planean sobre Las Teresitas, la que era niña mimada de una costa capitalina a punto de naufragar (un sarcasmo en una isla) y no son ajenas a la otra gran, recurrente y malhadada polémica santacrucera: su Plan General de (Des)Ordenación. Tras ser devuelto sin mayores contemplaciones por la Comisión de Ordenación Territorial y Medio Ambiente de Canarias, el documento fue aprobado, de nuevo, en un entrañable pleno de sabor navideño. Sólo contó con la decidida defensa de CC y CCN, puesto que el apoyo brindado por el PP, de nuevo socio de gobierno de los nacionalistas tras una “separación temporal” de ocho meses, se basó más en un “sí lo apoyo, pero no es mi plan”. Para Luz Reverón, concejal de Urbanismo, que remitió a un posterior catálogo de viviendas fuera de ordenación, el plan es un instrumento necesario para el bienestar de los santacruceros.

Paro y pobreza

No se sabe si con esta afirmación estaban de acuerdo las más de 24.000 personas que en 2010 figuraban en las listas del paro de la capital tinerfeña. Para varias organizaciones no gubernamentales, la ciudad contaba el año pasado con casi un treinta por ciento de habitantes por debajo del umbral de la pobreza. Esto, a pesar de que Santa Cruz ya llevaba un tiempo bajo la etiqueta de “emergencia social” que en principio, se había traducido mayormente en la creación de una nueva entidad, el Instituto Municipal de Asistencia Social, regido bajo los designios de Ignacio González. Pero al edil del CCN no le entró el tembleque cuando Miguel Zerolo y Cristina Tavío comparecieron, flamantes, en marzo para reanudar el noviazgo CC-PP. Sabía que el niño díscolo, el Ángel Salvador Llanos que arrasó la Casa de los Dragos a su popular paso, quedaba confinado por los suyos a un rincón oscuro, a la ciénaga putrefacta de las víctimas de los besos de Judas.

Pero Ángel Salvador Llanos sabe, como todo animal político, que a veces hay que partir al exilio para esperar tiempos electorales mejores y, si la ocasión lo propicia, volver triunfantemente junto a quien te escupió “por el bien del partido y del interés general”. Otra cosa es que éste sea el mismo interés por el que claman los ciudadanos.

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