Cuando España enfilaba la entrada del nuevo año, muchos sectores sociales sentían haber vivido 2003 como uno de los años más convulsos de los últimos tiempos. Es verdad que la ‘política de trincheras’ instalada entre los partidos no se correspondía con la normalidad de la vida cotidiana, pero las tensiones habían generado ya un ambiente muy cargado.
El año 2004 arrancó con la sensación de que, como consecuencia de la cita electoral prevista para marzo y de la inminente retirada de la política de Aznar, se estaba sellando el final de una etapa. Se perfilaba otra muy distinta, sustentada sobre la idea de que, tanto si el PP seguía gobernando como si eran los socialistas los se hacían con el poder, la acción de gobierno y la vida política en general giraría sobre Zapatero y Rajoy, líderes de talante muy distinto al del hosco dirigente que nos había gobernado durante los últimos ocho años.
Para el inicio del año, los asuntos canarios en la política estatal estaban encauzados y el Gobierno de Adán Martín, del mismo signo nacionalista que el anterior de Román Rodríguez, apostaba por el continuismo. Así, para la cita electoral de marzo, el poder autonómico canario deseaba una clara victoria del PP que mantuviera a los diputados de CC como elemento clave en la conformación de una mayoría de gobierno. Era una fórmula que los nacionalistas canarios habían considerado exitosa durante la etapa Aznar y que ya tenían apalabra con Rajoy para ponerla en práctica en la nueva legislatura.
Con todo, fieles a su principio de pactar con el poder en Madrid al margen de ideologías, los nacionalistas iniciaron un proceso de acercamiento a los socialistas por lo que pudiera pasar y dejaron sentadas las bases de una posible futura comunicación con Zapatero, con el que el nuevo portavoz de CC en el Congreso, Paulino Rivero, había mantenido su primera reunión formal. Y así se inició la campaña electoral con los socialistas al alza y la ciudadanía más o menos olvidada de lo que la había lanzado a las calles un año antes: la guerra de Irak, la huelga general o la crisis del Prestige.
Tras la victoria socialista del 14 de marzo, los esfuerzos de los nacionalistas se han centrado en darle la vuelta a la dinámica de las relaciones anteriores con el PP con el objetivo de mantener el grueso de sus reivindicaciones. De hecho, parte de su argumentario es que los objetivos canarios están más allá de la política y reclamaron a Zapatero lo que tenían amarrado con el anterior Ejecutivo conservador e incluso pactado con Rajoy. Pero además, las elecciones redujeron a tres los escaños logrados por CC, mientras los socialistas lograban un gran avance también en Canarias y obtenían seis escaños, tres más que en 2000 y empatando con el PP.
En las nuevas Cortes surgidas del 14-M se consolida la presencia de una nueva generación de políticos y se confirma el adiós de dirigentes históricos. Ocurre también entre los parlamentarios isleños. Por primera vez, entre la nómina de elegidos no se encuentran ninguno de los nombres que, como Jerónimo Saavedra, Lorenzo Olarte o José Carlos Mauricio, han marcado la política de los últimos años en el Archipiélago. Sólo el incombustible Luis Mardones conserva el escaño. Por el contrario, se consolidan el socialista Juan Fernando López Aguilar, que Zapatero nombró ministro de Justicia, y el nacionalista Paulino Rivero como la principal referencia de CC en Madrid.
Mientras, su compañero y ex presidente canario Román Rodríguez se decantó desde el principio por hacerle desde su escaño la guerra a sus adversarios en Canarias. En el PP, Mercedes Roldós y Pablo Matos empezaron a moverse con agilidad desde el principio en los entresijos de un grupo parlamentario no acostumbrado a hacer oposición. En el Senado, el popular Javier Sánchez Simón, el socialista Arcadio Díaz Tejera, y el nacionalista José Mendoza, portavoz de su grupo en esta cámara, han provocado numerosos debates sobre asuntos canarios en una institución llamada a una inevitable reforma en esta misma legislatura.
Desde el inicio de la legislatura, López Aguilar como ministro y Rivero como presidente de la polémica comisión de investigación del 11-M han sido nombres destacados de la política canaria en Madrid y ambos protagonizaron algún rifirrafe parlamentario a cuenta de la situación política en las Islas. Fue un síntoma del nerviosismo político que el nuevo pacto de nacionalistas y socialistas en Madrid, con el apoyo de los primeros a la investidura de Rodríguez Zapatero, estaba provocando en las fuerzas políticas canarias. Ambos diputados expresaban así su clara oposición a trasladar ese acuerdo a Canarias tras las expectativas abiertas por la sintonía inicial de ambas formaciones en Madrid, donde el candidato a presidente hizo de Canarias una de sus prioridades para la legislatura.
Desde entonces, el pacto se confirmó con el apoyo de CC a los primeros presupuestos socialistas y con su alineación permanente a las posiciones del Gobierno en todos los debates parlamentarios. Los dos grupos parlamentarios nacionalistas y varios diputados y senadores del PP en ambas cámaras han protagonizado varias actuaciones de control al Gobierno que han ido desvelando a lo largo del año la agenda de Zapatero hacia el Archipiélago. Así, inversiones, inmigración, seguridad, medio ambiente (Repsol, maniobras OTAN) han sido algunos de los temas más recurrentes en un año cuyas expectativas deben confirmarse en el tramo central de la legislatura.