La construcción y el turismo son los dos principales motores de la economía canaria. Sin embargo, ambos están perdiendo potencia, lo que se traduce en menos puestos de trabajo, descenso de la actividad general y pesimismo empresarial mal disimulado. En el caso de la construcción, en 2004 se agudizaron problemas aparecidos en años anteriores.
La construcción ha perdido peso en 2004 y hablamos de sector que engloba actividades y empresas muy diversas: construcción turística, obras civiles, infraestructuras de todo tipo, construcción de viviendas, extracción de áridos, prefabricados, comercio de la construcción, cementeras, transportes, servicios profesionales… Por poner sólo unos ejemplos, en materia de construcción turística, cada vez se nota más el impacto de las Directrices de Ordenación General y del Turismo de Canarias, aprobadas en 2001. Se han paralizado diversos proyectos, al tiempo que las inversiones en la remodelación y modernización de la planta turística obsoleta no alcanzan todavía un volumen significativo.
La licitación pública en obras civiles y en infraestructuras de todo tipo también se ha resentido durante 2004, sobre todo en islas como Tenerife. Estas inversiones, dependientes de ayuntamientos, cabildos, Comunidad Autónoma y Estado, han estado sujetas a diferentes avatares políticos, económicos y sociales: desde el cambio de Gobierno en marzo del año pasado, que ha obligado a una renegociación de los diferentes convenios aprobados en años anteriores, pasando por las limitaciones impuestas al endeudamiento de las diferentes corporaciones, hasta la contestación social en las calles de Tenerife en contra de algunos proyectos, como el del Puerto de Granadilla o el tendido eléctrico del sur. Los retrasos en el inicio de diferentes proyectos hidráulicos y, sobre todo, de carreteras, están teniendo un impacto muy negativo en aquellas empresas especializadas en este tipo de obras.
La construcción de viviendas es otra de las grandes fuentes de actividad para muchas empresas y profesionales del sector. En los últimos años, la fuerte demanda de residentes y personas foráneas ha impulsado la construcción de nuevas viviendas, al tiempo que ha disparado los precios. Y este aumento de precios no sólo ha afectado a las viviendas ya existentes o en construcción, sino también al suelo disponible para construir otras nuevas. Durante 2004, los incrementos en los precios de la vivienda fueron significativos, pero la tendencia muestra una cierta desaceleración. Las ventas de viviendas libres no han mantenido los ritmos de años anteriores y muchos promotores, temiendo el estancamiento del mercado, han vuelto sus ojos a la construcción de viviendas protegidas, actividad que en los últimos años habían abandonado por su baja rentabilidad.
El gran problema de la construcción de viviendas protegidas durante 2004 ha sido la falta de suelo a unos precios que permitiesen la viabilidad económica de esas promociones. Este tipo de viviendas tiene limitado su precio máximo de venta y, por lo tanto, no puede absorber grandes incrementos ni desviaciones de costes. Si las medidas que se han previsto para abordar los problemas que paralizan la construcción de viviendas protegidas no dan los resultados apetecidos, muchas empresas promotoras y constructoras verán reducido sus niveles de actividad en los próximos años.
Por último, hay un conflicto que, lejos de solucionarse, durante 2004 se ha ido agravando y que puede tener graves repercusiones sobre el sector de la construcción en Tenerife: el problema de la extracción de áridos en Güímar. En ese municipio se extraen los áridos de mejor calidad de la isla y son insustituibles. Debido a viejos conflictos, que se arrastran desde hace más de una década, se están cerrando las canteras de áridos allí existentes. Esta situación mantiene en vilo a una buena parte del sector en la isla, ya que los áridos son la principal materia prima utilizada en la construcción. Todos confían en que se llegará a una solución, pero mientras tanto, empresarios y trabajadores se preparan para lo peor. Al margen de estos problemas coyunturales, el sector de la construcción deberá afrontar en la próxima década cambios importantes en sus modelos de negocio y en sus actividades.
Es evidente que los límites que impone un pequeño territorio como Canarias, en buena parte protegido y fundamental como atractivo turístico, imposibilita la construcción indefinida de nuevas infraestructuras y urbanizaciones residenciales y turísticas. Ello obligará a muchas empresas y profesionales a salir al exterior, sobre todo a países africanos cercanos. También se producirá un incremento en las actividades de remodelación, modernización y mantenimiento de edificaciones e infraestructuras, y un descenso en nuevas construcciones. Por otro lado, el incremento en los costes de la energía y la tendencia hacia una construcción más sostenible implicará cambios en las técnicas constructivas, incrementos en las actividades relacionadas con el reciclado de residuos de la construcción y una mejora obligatoria en la cualificación de empresarios y trabajadores. Muchos de estos procesos de cambio ya han empezado y se irán intensificando en los próximos años.