El aumento del tráfico aéreo en el Archipiélago y la falta de nuevas infraestructuras de control aéreo provocaron uno de los peores veranos de los últimos años en los aeropuertos canarios. En un mes de julio de locura, los retrasos fueron norma y abundaron las cancelaciones de vuelos. El radar del pico de Las Nieves marcó el inicio de la crisis.
Todo comenzó el 1 de julio, coincidiendo con el inicio de las vacaciones de muchos españoles y uno de los días de mayor actividad aérea. El Ejército del Aire tenía previsto renovar el radar del pico de Las Nieves y, antes del cambio, construyó una estación provisional que funcionaría durante un año, momento en el que nuevamente se activaría el equipo original. Durante el proceso de sustitución, los militares desplazaron un camión con un radar móvil para que se encargase de controlar los cielos canarios durante los tres días que iban a necesitar para trasladar la señal de la máquina vieja a la nueva. La operación no pudo salir peor y ya el primer día se produjeron largos retrasos que alcanzaron las tres horas de duración.
La información que llegaba del radar era deficiente y los operarios no veían con claridad qué ocurría en los cielos canarios. Ante esta situación, y para evitar algún incidente, restringieron la cantidad de aviones que circulaban por las aerovías, aumentando la separación entre las aeronaves. Los problemas continuaron a lo largo de todo el verano e incluso algunos vuelos tuvieron que cancelarse por la acumulación de las demoras. Por si fuera poco, AENA cerró algunos aeropuertos, como el de Los Rodeos, a la aviación general y permitió sólo la salida de los vuelos comerciales, lo que enfureció a las escuelas de pilotos, que se quedaron con los brazos cruzados.
Las críticas no se hicieron esperar. Las dos compañías regionales, Binter Canarias e Islas Airways, hicieron un frente común, al que se sumaron después las restantes aerolíneas con conexiones al Archipiélago. Sólo en los primeros diez días de caos, Binter estimó que las limitaciones causaron problemas a más de quinientos vuelos de la compañía, con treinta mil pasajeros afectados. El Comité de Operadores Aéreos de Canarias (organización en la que están integradas todas las aerolíneas que operan en el Archipiélago) denunció la falta de planificación de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) y criticó la fecha elegida para hacer el cambio. Además, recordaron que meses antes, el ente público renovó un radar de similares características en Alicante, dónde se produjeron los mismos problemas que en las Islas.
Después de 30 días de locura, los operarios pusieron en orden los radares del Archipiélago. Se instaló una nueva máquina en Lanzarote y corrigieron la señal del de Gran Canaria. Además, AENA anunció el inicio de inmediato de una nueva estación en Taborno que permitirá aumentar la capacidad de las aerovías. Contra todo pronóstico, la situación lejos de solucionarse volvió a complicarse en menos de una semana, aunque en esta ocasión, el epicentro se situó en Lanzarote. De repente, y sin previo aviso, los pilotos se encontraron con un aeropuerto saturado. Los controladores daban preferencia a los aterrizajes y no daban autorización a los comandantes para despegar. En pocas horas, la plataforma de estacionamiento se colapsó hasta el punto de que las últimas aeronaves no tenían sitio donde aparcar.
Nuevamente los aviones acumulaban largas demoras. En un principio las sospechas se dirigieron hacia los controladores y hubo quien pensó que se trataba de una huelga encubierta para reclamar mejoras salariales. El ente público declinó explicar lo que sucedía, a pesar de que Eurocontrol informaba puntualmente de las restricciones en el aeropuerto de Guacimeta. Por si fuera poco, los técnicos de mantenimiento denunciaron diferentes problemas en los principales aeropuertos. Finalmente, el presidente de AENA anunció un Plan Integral canario de infraestructuras aeroportuarias dotado con 1.749 millones de euros hasta 2010.
Más aviones y más modernos
La otra cara de la moneda fue el esfuerzo inversor de las dos compañías regionales por mejorar sus prestaciones. Binter Canarias inició la renovación de la mitad de su flota, con un coste de 90 millones de euros. La empresa se mantiene fiel al ATR-72, aunque la nueva versión ofrece una aviónica más completa, motores más potentes y asientos más cómodos, de cuero. Además, la aerolínea despegó hacia el exterior. Durante el verano, alquiló un Boeing 737 a la compañía Futura y comercializó vuelos desde las Islas a Lisboa (Portugal), además de los que ya venía ofreciendo en verano a Madeira. En diciembre consolidó esta última línea y preparaba sus conexiones con el Sur de Marruecos.
La otra compañía canaria, Islas Airways, duplicó su flota con un tercer ATR-72 y un ATR-42. La llegada de los aparatos permitió a la aerolínea reforzar sus servicios entre las dos islas capitalinas, así como iniciar las operaciones entre Gran Canaria y Lanzarote. La hermana mayor de Islas, Santa Bárbara, consolidó sus operaciones entre Tenerife y Caracas, después de que Iberia abandonase el enlace al no resistir la competencia. A nivel general y pese a los problemas en las infraestructuras, el año tuvo un balance positivo. Todos los aeropuertos, a excepción del de Tenerife Sur registraron incrementos en el número de pasajeros, entre los que destacaron los de Tenerife Norte, La Palma, El Hierro y La Gomera, con incrementos porcentuales (con respecto a 2003) de un 15% en el primero y de más de un 7% en los tres restantes.
Asimismo, Los Rodeos sigue consolidándose. A finales de diciembre celebró la llegada por primera vez de su pasajero número tres millones en el recuento anual. La Palma también anotó una cifra récord, después de contabilizar 1.015.667 viajeros. No obstante, la patronal del sector hotelero de Tenerife, así como algunos alcaldes de las áreas más turísticas alertaron de que los turoperadores están desviando vuelos de Tenerife a otros destinos competidores, situación que vincularon con la valoración que dieron sobre el Reina Sofía. Estas críticas fueron rechazadas por las propias aerolíneas, que vincularon los movimientos con la baja ocupación existente.
Y aunque Iberia suprimía uno de sus enlaces diarios con Madrid, en sentido contrario se conocía a final de año el interés de Pluna, compañía de bandera uruguaya, por volar desde Montevideo a Madrid haciendo escala en Gran Canaria, mientras que dos aerolíneas nacionales estudian ampliar sus operaciones desde las Islas a Suramérica y los países del África Occidental.