La Isla de Tenerife vive por fortuna unos tiempos marcados por el progreso y por una actividad constante que se manifiesta en múltiples planos. Para cualquier observador resulta obvio el desarrollo alcanzado por esta tierra nuestra gracias al esfuerzo conjunto empeñado por sus instituciones y por sus propios habitantes. Basta apenas remontarse a un par de décadas atrás para apreciar unos parámetros económicos y sociales que hoy resultarían difíciles de reconocer en el común de nuestra población. Es bien cierto que aún el grado de bienestar no es el plenamente satisfactorio para la totalidad de los tinerfeños; no obstante, ese es un hecho que está siendo afrontado con decisión y con la voluntad de superarlo.
Tenerife posee unos valores singulares. Uno de ellos, de gran significación sin duda, está relacionado con las condiciones naturales de las que disfruta, entre las que figuran en un lugar destacado el clima y el paisaje. Se trata de unos factores que en su momento permitieron la creación de una infraestructura turística que actualmente posee reconocida categoría internacional. Cinco millones de visitantes a lo largo de 2004 así lo atestiguan. Es evidente que el turismo sigue siendo el principal soporte de nuestra economía, lo que durante el mismo período se ha traducido en un rédito para la Isla de 2.000 millones de euros.
Sin embargo, por diferentes causas generalmente ajenas al Archipiélago, se trata de una industria que en un momento dado podría verse afectada en alguna medida. No es el caso ahora, pero debemos actuar con responsabilidad y prever que esa circunstancia pueda presentarse inopinadamente. Es por ello que conviene diversificar los objetivos, las líneas económicas fundamentales. Ahí se encuentran los planes para reactivar áreas tradicionales, como ocurre con la agricultura, y abrir nuevas vías al desarrollo en ámbitos como el fomento de las nuevas tecnologías y las infraestructuras de carácter logístico, tal es el ejemplo del futuro puerto de Granadilla. Esta instalación está llamada a ser un polo de suma importancia en el tráfico de transbordos y, por consiguiente, a generar empleo y riqueza.
En el terreno de las construcciones públicas también se hallan otros proyectos de gran magnitud que podrían ser calificados como estratégicos. El anillo insular supone un paso muy amplio en el camino de facilitar las comunicaciones entre ambas vertientes, lo que, al margen de su mera componente económica, también encierra un avance en el ámbito social porque los trabajadores que hoy en día han de desplazarse entre el Norte y el Sur podrán hacerlo con más celeridad y, sobre todo, mayor comodidad. Si ello es sumamente positivo, la introducción del transporte guiado representará un salto cualitativo de primer orden. El tranvía del área metropolitana ya se está convirtiendo en realidad y, en el futuro, las líneas de tren vendrán a facilitar los desplazamientos en el interior de la Isla hasta cotas ahora impensables. En el capítulo exterior, la ampliación del Aeropuerto del Sur se antoja una iniciativa también ineludible en el mantenimiento de ese progreso que todos los tinerfeños queremos.
En cualquier caso, no se trata únicamente de cubrir unos requisitos de la máxima envergadura, sino también de atender las demandas que no por requerir inversiones menos cuantiosas poseen una importancia más limitada. Son numerosas las iniciativas que se desarrolla en la Isla y que representan un beneficio directo para el ciudadano.
Cabe citar ejemplos como los centros hospitalarios y sociosanitarios del Norte y el Sur, las actuaciones en parques y plazas, la instalación de redes de saneamiento, los equipamientos deportivos, la rehabilitación de carreteras y, en definitiva, todas aquellas actuaciones que reunidas alcanzan unos índices de inversión ciertamente elevados. De hecho, en la actualidad el Cabildo realiza 544 obras que están valoradas conjuntamente en más de 344 millones de euros. Al final del presente mandato estas cifras se verán incrementadas hasta las 1.503 actuaciones y los 1.200 millones. Con ello se puede afirmar sin falsos alardes que la institución insular se encuentra en el punto más alto de su historia.
Todo ello, añadido a la planificación de las diferentes facetas territoriales y de servicios, nos habla de una Isla que, muy lejos de haber ralentizado su desarrollo, se encuentra en movimiento y avanza hacia el porvenir con un paso decidido y firme. Lo realizado a lo largo de 2004 ha sido una muestra de lo que espera a Tenerife, un futuro muy prometedor y, estamos convencidos, también sumamente próspero.