Enrique Meléndez-Hevia, catedrático de Bioquímica de la Universidad de La Laguna, lleva años experimentando en personas un tratamiento que combina la ingesta de un aminoácido con una dieta restrictiva en hidratos de carbono, con el que asegura haber obtenido la cura a más de una treintena de enfermedades. Mientras el profesor seguía aumentando su cartera de fieles adeptos (son ya más de 7.000), la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias mantuvo silencio durante todo 2005.
Difícil debe ser resistirse a formar parte de un experimento cuando se está enfermo -en algunos casos, desesperado- y se nos promete una solución milagrosa para nuestros problemas de salud, al describirla como “eficaz, natural y sin efectos secundarios”. Esto es lo que ofrece a sus pacientes un catedrático de Bioquímica de la Universidad de La Laguna, Enrique Meléndez-Hevia, desde hace ya casi cinco años. Asegura que tiene la cura para más de treinta patologías -como la diabetes, la obesidad o la artrosis- y, desde que en el verano de 2004 se dieron a conocer los resultados de sus trabajos, el número de personas que van a tocar a su puerta no ha dejado de crecer, superando el año pasado la no desdeñable cifra de 7.000.
Con mucha mayor eficacia que cualquiera de las más potentes campañas publicitarias, familias enteras, amigos y vecinos transmiten por medio del boca a boca las bondades y milagros de los descubrimientos del catedrático de la Universidad de La Laguna y como éstos les han cambiado la vida, a pesar de que, al igual que en el sistema sanitario público, ya sufren los problemas de las listas de espera. La única condición que les pone el profesor para formar parte de su proyecto de investigación es firmar un documento en el que renuncian a conocer el contenido de los factores o supervitaminas, que cobra a 50 euros la unidad y que deben tomar a la vez que siguen, en la mayoría de los casos, una estricta dieta restrictiva en hidratos de carbono y rica en proteínas.
Los pacientes pierden kilos rápidamente y se sienten mejor. Incluso, muchos diabéticos aseguran haber dejado de necesitar la insulina: Pero, en el otro lado de la balanza, se encuentran algunos especialistas que apuntan a que este tipo de dietas pueden provocar daños en el riñón. Mientras, el tiempo pasa. En estos dos años, Meléndez-Hevia ha creado el Instituto de Metabolismo Celular, ha abierto una consulta en Madrid y ampliado la suya de La Laguna, ha redactado un proyecto de empresa -que ha presentado a muchos empresarios de Tenerife en busca de financiación- y se ha rodeado de un centenar de médicos colaboradores y de un asesor jurídico, el ex fiscal general del Estado, Eligio Hernández, que vela porque todo lo que allí se hace cumpla la legalidad vigente.
Todos ellos confían en los resultados de su investigación, aunque sus más firmes detractores le critican que esté probando un tratamiento en humanos sin pasar todos los filtros necesarios. Y que en todo este tiempo no haya publicado las conclusiones de su trabajo en ninguna revista científica de prestigio, algo que les hace dudar sobre la veracidad de los resultados que dice haber obtenido. Meléndez-Hevia, por su parte, critica el método científico en vigor y la forma en la que en este país se hace ciencia y asegura que, antes de dar a conocer los entresijos de sus estudios y la “firme base teórica” en la que se apoyan, quiere preservar, a través de una patente en Estados Unidos, sus derechos sobre los factores que receta a sus clientes, trámite que tampoco ha cumplido en estos dos años.
El ‘silencio’ de Sanidad
Mientras, en medio de toda esta polémica entre científicos; entre detractores y fieles colaboradores; entre escépticos y confiados… están los enfermos, que no saben a qué atenerse, ni si arriesgarse o no a pasar por el Instituto del Metabolismo Celular, que en estos años no sólo ha logrado autofinanciarse, sino también ofrecer becas de investigación para estudiantes universitarios. Dudan si poner su salud en manos de un catedrático que ha llegado a asegurar que su tratamiento puede frenar una metástasis; y dudan mientras la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias estuvo más de un año y medio ausente, desde que una denuncia anónima informara al rector de la Universidad de La Laguna, Ángel Gutiérrez, de los experimentos del profesor Meléndez.
A finales de 2005 Sanidad se había limitado a abrir un expediente para estudiar el caso y el único que había sido concluyente en sus afirmaciones había sido el director general de Farmacia, Alberto Talavera, quien tachó de ilegal este ensayo clínico, a la vez que, aduciendo que no es competencia de su departamento (ya que los productos que ofrece Meléndez no pueden considerarse fármacos), remitió en octubre pasado el expediente a Salud Pública, que acabado el año todavía mantenía un irresponsable “silencio administrativo”.
Meléndez mantiene su actividad pese a la prohibición de Sanidad
Ante la sospecha de un riesgo grave” para la salud de la población canaria, tras la aparición del primer caso de efecto adverso, la Consejería de Sanidad decidió a principios de 2006 tomar cartas en el asunto y ordenar el cese de la actividad desarrollada por Enrique Meléndez-Hevia. De esta forma, la autoridad sanitaria daba el primer paso contra el IMC, que reforzaría, pocas semanas después, con la prohibición de prescribir, dispensar y suministrar estos productos, que considera medicamentos. Algo en lo que choca de llego con el bioquímico, quien defiende que son nutrientes y que, por lo tanto, para comercializarlos sólo necesita un registro sanitario. Este giro de la Consejería se tropezó de lleno con la negativa del catedrático a dar cumplimiento a unas resoluciones administrativas que considera “arbitrarias”, por lo que la prohibición de sanidad tuvo un efecto rebote inesperado.
Así, lejos de disuadir a la población sobre el consumo de estos productos, el miedo a que éstos fueran eliminados del mercado hizo que su demanda se multiplicara, llegando incluso a acabar con las existencias del IMC. Mientras, la Red Canaria de Farmacovigilancia siguió detectando casos de personas con efectos secundarios adversos a los famosos polvos de Meléndez, lo que motivó que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios declarara la alerta nacional por medicamentos ilegales contra los factores 1 y 2. Sin embargo, esto tampoco fue suficiente para impedir que se siguieran comercializando, por lo que -tras una primera inspección fallida en la que sólo lograron inmovilizar nueve botes de factores en el IMC- Sanidad solicitó auxilio judicial para poder dar cumplimiento a sus resoluciones judiciales. Un apoyo que le fue denegado, ya que el juez consideró “desproporcionadas” las medidas adoptadas contra Meléndez, quien asegura que mantendrá su actividad hasta que no haya una sentencia judicial en firme que se lo prohíba.