Creer en Canarias, creer en los canarios

El año 2006 y los primeros meses de 2007 marcaron la recta final de una legislatura autonómica (la sexta, desde que los canarios asumimos el autogobierno de nuestra tierra) cargada de decisiones, avances, logros, luces y, por qué no decirlo, también de las sombras que siempre arrastran consigo tensiones alimentadas por quienes, desde los bancos de la oposición en la Cámara regional, a falta de ideas o propuestas se han instalado en la política de la trifulca, de la descalificación, en definitiva, de la nada. Tensiones interesadas. Crispación partidista. Agitación en boca de quienes están traicionando la cultura de consensos y grandes acuerdos que tan buenos resultados le ha proporcionado a nuestras Islas, a nuestra gente; cultura de consensos y grandes acuerdos por los que siempre he apostado y apuesto porque un buen Gobierno es el Gobierno que gobierna, sí, pero siendo permeable a las voces de todos, sabiendo escuchar a los coincidentes y también a quienes difieren, teniendo la flexibilidad que hace falta para lograr que al final de una negociación o de una reflexión colectiva las distintas voces se convierta en una sola, en un frente común al servicio del interés general de las personas que viven en las siete islas.

Volver la vista a los años recientes es tropezarnos una y otra vez con el dolor de la barbarie terrorista de 2004; y, sangrando aún la herida que el infierno de Atocha dejó en la conciencia de la gente de bien, esa mirada al pasado reciente nos coloca igualmente ante la estela de desencuentros políticos que ha marcado y está marcando la escena política de todo el Estado, propiciando un clima enrarecido al que desgraciadamente Canarias no ha sido ni es ajena. Desde aquella fecha trágica para todos los que defendemos la paz, ha sido inmenso el deterioro del buen clima político y del necesario diálogo que la vida en sociedad, la democracia y el sentido común imponen. Entre muertos, supervivientes y familiares, el atentado de Madrid destrozó la vida de miles de personas y, además, provocó que todas las lecciones de entendimiento, consensos y diálogo aprendidas durante la transición saltaran igualmente por los aires. Las dos Españas de las que se lamentó Machado parecen resucitar, convirtiendo en sujetos pasivos de un duelo de intereses partidistas a los pueblos que ni hemos creado, ni alimentado, ni perseguido la lenta pero perceptible revisión del modelo de convivencia surgido de la Constitución del 78.

Con esos mimbres, en ese enrarecido clima nacido tras la pérdida de las elecciones de unos y el triunfo de los otros, Canarias ha seguido luchando por alcanzar mejores cotas de desarrollo, más calidad de vida para nuestros ciudadanos, mejores servicios y más competitivos. Mientras otros acampan en el ruido, en Canarias somos muchos los que, antes y después de las urnas del último mayo, hemos decidido no perder un solo minuto en polémicas estériles y, lejos de esto, nos hemos puesto manos a la obra para avanzar hacia una mayor cohesión territorial y social de nuestra tierra. No hay tiempo que perder. Y no lo vamos a perder. El Gobierno presidido por Adán Martín ya hizo un inmenso esfuerzo por el consenso, por el diálogo, por la unidad y por abrir caminos hacia una mayor eficiencia en las apuestas de las administraciones públicas. Lo hizo ante el Estado, y lo hizo aquí, en Canarias, donde, con una entrega que nadie podrá discutir, realizó una excelente labor que más pronto que tarde será valorada en su justa medida.

Durante el tiempo que nos ocupa en este Anuario no faltaron los escollos, zancadillas dibujadas en algunos despachos de la Administración del Estado. Escollos como, por ejemplo, los criterios para la financiación sanitaria aplicados desde el Gobierno central con baremos demográficos desfasados, lo que sigue arrojando una deuda con Canarias de más de 615 millones de euros sólo en el periodo comprendido entre el año 2002 y el 2006. Algunas soluciones, sí, pero muchos escollos. Escollos y procesos a los que algunos no prestan la atención debida, como ocurre con el fenómeno de la inmigración irregular, dolorosamente crítico, insuficientemente dimensionado por quienes tienen la obligación de hacer más y mejor para reconducir el drama de las muertes y desapariciones en el océano o, en su caso, desatendido por quienes no concretan políticas que permitan un mayor control de puertos y aeropuertos.

A pesar de estos y otros procesos complejos -procesos que requieren de políticas decididas, responsables y valientes, y no de actitudes huidizas-, la legislatura autonómica pasada fue especialmente importante en muchos aspectos. Importante e inacabada. Inacabada porque las soluciones que requiere una realidad tan diferente y peculiar como la nuestra requiere de un trabajo continuado, de la entrega de mujeres y hombres capaces de dar respuesta en cada momento a los retos que cada momento plantea. La vocación de servicio público es un compromiso que no se agota, y en esa medida tampoco se agota el proyecto de una Canarias unida en la diversidad, una Canarias donde todas las políticas y actuaciones públicas tengan el objetivo de fortalecer la justicia social, dando las mismas oportunidades a todos los canarios vivan en la isla que vivan.

El pasado año se dieron nuevos pasos, por ejemplo, en la lucha contra el desempleo, y las cifras de parados se redujeron a los niveles de 2003. De hecho, en 2006 se redujo el número de inscritos en las listas de las oficinas de empleo un 6%, mientras que la media estatal sólo llegó al 3,8%. Y ello, a pesar de que en ese periodo casi 50.000 personas se incorporaron a la población activa del Archipiélago. Además, se aprobó la Ley de inserción social para potenciar el proceso de igualdad entre hombres y mujeres, pues, no en vano, el 85% de quienes reciben salarios sociales son mujeres. La economía canaria ha seguido creciendo en 2006, como lo ha hecho en los años anteriores y como lo ha hecho desde la entrada de la democracia y el autogobierno, por encima de la media estatal (a un ritmo medio de 3,16% frente al 3% estatal). Ahora, la evidencia de un enfriamiento económico exige nuevas recetas, un giro, un modelo económico que nos permita afrontar con garantías el ciclo actual.

También en 2006 se han dado pasos importantísimos en aspectos como desarrollo sostenible o la protección del medio ambiente. Algunos, de enorme relevancia, como conseguir que la Organización Marítima Internacional declarara a Canarias como Zona Marina de Especial Sensibilidad Ecológica, una declaración que sólo tienen una docena de espacios en el mundo. Y otros no menos destacados, como el establecimiento de nuevos protocolos de aviso por fenómenos meteorológicos adversos, el proyecto de ley de calidad del aire, o la elaboración del censo de gases de efecto invernadero en el Archipiélago.

Retos como la reducción de las listas de espera, el incremento de las coberturas de servicios como la atención en caso de enfermedad crónica, a personas mayores, atención domiciliaria o la creación del Centro Especializado de Atención a las Urgencias son otros pasos, en este caso, en el campo de la Sanidad, que el conjunto de la sociedad canaria siguió dando durante 2006. Porque los logros de Canarias lo son del conjunto de la sociedad, cabe felicitar a los canarios de las siete islas por los avances logrados. Evidentemente, ha sido un Gobierno, un proyecto político determinado, el que ha liderado los últimos años de la Historia de Canarias. Ahora bien, no es menos cierto que los éxitos lo son de todos.

Hoy en Canarias estamos más cerca del progreso que del atraso, del futuro que del pasado. Más cerca de la sociedad del conocimiento, más cerca de Europa y al mismo tiempo con vínculos más estrechos con nuestro entorno africano y americanos. Canarias transita ya por el siglo XXI. Canarias cree en sí misma. Canarias tiene talento, tiene herramientas para dar salida a ese talento, tiene un modelo, tiene una dirección, tiene por delante un montón de retos que están al alcance de la mano porque durante los años de andadura autonómica el sueño de un solo pueblo capaz, fuerte y creativo se ha hecho realidad. Quedan asignaturas por aprobar, es cierto. Hay que seguir trabajando para dar más a los que menos tienen, es verdad. Pero avanzamos.

En ese camino que entre todos hemos diseñado, Canarias puede aspirar hoy en día a iniciar una nueva etapa. Porque ya no buscamos alcanzar la media estatal para no quedarnos atrás. Ahora se trata de apostar por la Canarias innovadora, que gane competitividad sin devorar más suelo. Una Canarias al servicio de las personas, en donde se cree empleo estable y de calidad para nuestra gente. Por eso, uno de los objetivos del nuevo equipo de personas que desde julio de este 2007 hemos formado el Gobierno de Canarias es ahondar en los mecanismos que permitan a los ciudadanos de estas siete islas acceder a un puesto de trabajo o mejorar el que ya tienen. Fomentando la productividad de nuestras empresas, formando gestores en innovación, facilitando la movilidad laboral, impulsando la emprendiduría; en definitiva, apostando por Canarias y por los canarios.

Incrementaremos los presupuestos educativos porque será ésta, la educación, uno de los pilares fundamentales de la Canarias de hoy y de la Canarias de mañana. Igualmente, seguiremos haciendo un inmenso esfuerzo en materia sanitaria y seguiremos exigiendo que el Estado adecue la financiación a la población real de Canarias. Seguiremos intensificando las relaciones con América y con la vecina África, y Europa seguirá siendo una prioridad en nuestras acciones. Y dedicaremos especiales esfuerzos a la protección de nuestro suelo y nuestro mar, a nuestro ecosistema. Promoviendo un turismo sostenible y la rehabilitación de la planta hotelera obsoleta, atendiendo a las consecuencias del cambio climático en nuestro territorio y luchando contra esa amenaza con todas nuestras fuerzas.

En esta nueva página de nuestra historia y desde la responsabilidad que he tenido el honor de asumir como presidente del Gobierno de Canarias, defenderé sin descanso esos objetivos. Desde el respeto y el agradecimiento a la contribución que la sociedad canaria en su conjunto, y todos los presidentes y todos los equipos de gobierno que me han precedido, han hecho a la construcción del Archipiélago. Porque hoy, como el pasado año, como los años anteriores y los venideros, Canarias sólo será posible si todos aportamos nuestro esfuerzo individual y colectivo en ese empeño. Los últimos años han sido de progreso y estamos trabajando para que los años siguientes sean los de la definitiva modernización de Canarias. El reto de cohesionar aún más a nuestra gente y nuestras islas está al alcance de la mano. El Gobierno está en ello. Y cuenta con la sociedad para, arrimando todos el hombro, ganar el futuro que nos merecemos.

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