La isla de La Palma no pasa por sus mejores momentos. Esta aseveración no se puede considerar una novedad, pero lo cierto es que 2008 ha servido para profundizar sobre las dificultades que viene padeciendo una Isla que no ha diversificado su economía en tiempos de bonanza y va a padecer graves dificultades para realizarlo en medio de esta crisis global. Eso sí, al menos 2008 nos dejó un regalo, devolviéndonos el Teatro Circo de Marte.
El primer síntoma que deja esta difícil situación económica es la escalada brutal del desempleo, que en este año ha dejado dos nuevos récords. A principios de 2007 se sobrepasaron los 7.000 parados y en el mes de noviembre ya eran más de 8.200 los desempleados que existen en la Isla, con una de las tasas del paro más elevadas del Archipiélago, que ronda el 20% sobre la población activa.
Hasta ahora, las administraciones hicieron de colchón frente a la iniciativa privada para contener el desempleo, pero, en La Palma, las dificultades económicas que arrastran las entidades locales han provocado un pinchazo no de la burbuja inmobiliaria, sino de esta ultradependencia de la contratación pública, dejando a las claras la debilidad de un modelo económico demasiado subsidiario. Hay quien piensa incluso que este pinchazo de lo público arrastrará consecuencias políticas.
En este sentido, es preciso destacar que el Plan de Empleo firmado en La Palma por las distintas administraciones, patronal y sindicatos –que prevé una serie de medidas como la reducción de horas extraordinarias a cambio de generar nuevas contrataciones– no ha dado su fruto. Un Plan que se presentó como modélico en el conjunto del Archipiélago, pero que lo único favorable que ha tenido es reunir en una mesa y poner de acuerdo a los sindicatos y empresarios. Pero, claro, no se trataba de eso.
El plátano, amenazado por la incertidumbre de su futuro ante la bajada del arancel, trata de sobrevivir con graves dificultades para los agricultores, que el año pasado estuvieron a punto de no recibir a tiempo las ayudas. Esto hubiera generado unas consecuencias terribles no sólo para las personas que dependen directamente del sector primario, sino para el resto de la economía palmera, dependiente en buena medida de la marcha de esta fruta.
Y por seguir con el sector agrario, no parece que se hayan producido importantes transformaciones en la mejora de la planificación de los cultivos de medianías en La Palma, salvo algunas iniciativas públicas que son más efectistas que efectivas. Menos aún en lo que se refiere a la ganadería, un nicho económico pujante pero que sufre una espectacular desidia administrativa que le arrastra a la mera supervivencia. Esperamos que cuando salga publicado este artículo, al menos la fábrica de productos lácteos esté en marcha.
Al hablar al inicio del comentario sobre la falta de diversificación de la economía, éramos modestos y pensábamos especialmente en el sector turístico. Del desarrollo empresarial tantas veces prometido –relacionado con las nuevas tecnologías, bajo la sombra de un plan tan potente como La Palma Digital que acabó convertido en un fiasco de dimensiones astronómicas, y que utilizaría como eje las antiguas instalaciones de la JTI, en El Paso, para compensar la pérdida industrial sufrida con la marcha de la fábrica tabaquera– será mejor ni hablar. Y, parafraseando a Jane Austen, no es que carezca de sentido (La Palma dispone de dos espacios de producción de gran ciencia como son el Observatorio del Roque de los Muchachos y el Superordenador La Palma), sino de sensibilidad. Sensibilidad para aprovechar la potencialidad del conocimiento.
Pues eso, que en lo que parece que los canarios tenemos sobrada experiencia, y me refiero al turismo, para saber lo que hay que hacer y lo que no, lo que está bien y lo que está mal, en La Palma no acaba de cuajar. Al menos, el controvertido modelo que planificó el desarrollo turístico insular, a través del Plan Territorial Especial, recibió el aprobado definitivo con cinco campos de golf, de los que sólo se podrán hacer cuatro; varios puertos deportivos; determinados espacios de turismo convencional, como Los Cancajos y Puerto Naos; y el desarrollo de un modelo de alojamiento ligado al mundo rural. Eso sí, todavía no se ha notado su desarrollo y no es descabellado imaginar que el tiempo de demora que ha sufrido y la crisis económica en la que nos encontramos impida en estos momentos su desarrollo.
Las buenas noticias
Pero todo no parece negativo. Hay una serie de aspectos que empiezan a caminar y a tener buenos resultados. Con ello nos referimos al turismo de cruceros, que sigue creciendo año tras año, y la apuesta de la empresa Puerto Calero por el Puerto Deportivo de Santa Cruz de La Palma. Esto permite abrir alguna puerta de esperanza de cara al futuro. Y es que, además, la capital palmera asistirá en los próximos años, si se confirman las inversiones previstas y el talento político no lo echa a perder, a una remodelación integral del frente marítimo, con la creación de la playa, un nuevo paseo, zonas comerciales, etc. La capital se convertirá así en uno de los enclaves turísticos de mayor interés de Canarias, aportando a su valiosísimo casco histórico una potente zona de ocio.
En materia estrictamente política, las elecciones generales arrojaron un balance favorable para la isla de La Palma, con la representación, por primera vez en la historia, de tres diputados en el Congreso y un senador. Una importante representación para la Isla Bonita, siempre y cuando los intereses de ésta permanezcan por encima de los partidarios, un reto difícil y, a juzgar por lo que va de legislatura, más que improbable. Mercedes Coello repite como congresista por el PSOE, mientras que se incorporan José Luis Perestelo y Gabriel Mato, por CC y PP, respectivamente. En el caso de la Cámara Alta, los socialistas recuperaron la representación de la mano de Anselmo Pestana.
En la política local, ha sido un año con escasos movimientos. Salvo la expulsión de UPF del grupo de Gobierno de Fuencaliente, la consolidación de la mayoría con un tránsfuga en la alcaldía socialista de Garafía y varias crisis en el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, saldada la primera con la marcha de una concejala de CC y la segunda con una operación de maquillaje entre los socios del pacto en la capital, que se sobrellevan por aquello del acuerdo regional entre populares y nacionalistas pero sin más aprecio de por medio.
En cuanto al Cabildo, la noticia tal vez pueda sonar este año 2009 si se confirman los rumores de que el presidente, José Luis Perestelo, pueda seguir la estela de Ana Oramas y dedicarse en exclusiva al Congreso de los Diputados, dejando al frente de la institución insular a Guadalupe González Taño, de quien se ha apuntado que será su relevo. En lo que se refiere a la vida interna de los partidos, tan sólo los populares han tenido tiempo para celebrar su congreso insular, que ha situado en la presidencia de los conservadores palmeros a Asier Antona, diputado regional y uno de los miembros de la dirección del PP en Canarias.
Pero si un acontecimiento hará que sea recordado el año 2008 en La Palma, éste no tiene nada que ver con la economía o la política. Se trata de la reapertura del Teatro Circo de Marte, después de 21 años con sus puertas cerradas. Una larga historia de promesas incumplidas, de desidia de la Administración y una casi nula movilización social para reclamar lo que le pertenece, preceden la reapertura de las que muchos dudaban incluso el día que abrió sus puertas. Sin el Circo de Marte, Santa Cruz de La Palma no sólo se veía privado de una parte importante de su memoria, sino que carecía de un recinto cerrado donde celebrar espectáculos que arrastren numeroso público. El Teatro Chico, con mucha dignidad, cumplió su función, pero no era suficiente. Lástima que quienes asistieron a la inauguración tuvieran que escuchar los discursos de la clase política.
Más honesto habría sido el silencio y dejar oír los acordes de la música del maestro Luis Cobiella que unirían el presente y el pasado “con esperanza”, como comentó el compositor.