Comunicar más, pero comunicar qué

Mientras se escribe este artículo, ‘Europa’ discute una vez más quién viene a disfrutar de la tarta y quién se queda en su casa: quién consigue la tarjeta azul por haber obtenido un título (en otro país, con otros recursos) que lo cualifica para ser útil en esta sociedad, que deviene de rica a pobre, y quién debe guardarse su ignorancia o su pobreza más allá de los mares. La tarjeta azul se vuelve roja cuando se perfila en el horizonte junto con los cayucos.

Los comisarios europeos, que se pasan la vida dando conferencias por doquier, dentro y fuera de la UE, se cuelgan de los problemas cuando les pasan por la puerta de sus emblemáticos edificios de la capital belga. Van detrás de los acontecimientos al tiempo que claman por comunicar mejor, comunicar más, comunicar de cerca o de lejos. Pero qué comunicar es lo que menos les interesa. Los discursos son renovados en palabras pero no en ideas. Y los verdaderos acuerdos que afectan a la sociedad de forma directa, son camuflados según el Estado del que se trate y la tendencia política en boga.

La responsabilidad no es sólo de ellos, es de los Estados. Para más Inri comunicativo, 2009 será el primer año en que las prioridades interinstitucionales de comunicación serán acordadas por el Consejo de Ministros, el Parlamento Europeo y la Comisión conforme a la Declaración conjunta sobre Comunicar sobre Europa en asociación.

¿Es que acaso, en esta maraña administrativo burocrática alguien dio una advertencia en Europa para evitar el desenfreno especulativo de bancos y grandes empresas financieras, para proteger a la gente, aunque fuera a través de la información, de la que se estaba viendo venir? Nooooooooooo. Estábamos en otra cosa. Y para prueba, un par de botones:

Marzo de 2008: España se unió a la celebración del 50 aniversario del Parlamento Europeo con la presentación de un sello conmemorativo de Correos.

Mayo de 2008: Madrid prolongó durante una semana las actividades para celebrar el Día de Europa. La capital española decoró algunas de sus estaciones de metro con motivos de la Unión, celebró una jornada gastronómica con productos de algunos países miembros, simuló un pleno de la Eurocámara con estudiantes y acogió una demostración de deportes paralímpicos.

Todo en la misma línea que la constante festiva de Bruselas. 2009 ya tiene numerosas fechas claves. Ahora se añaden otras, la del primero de mayo, porque vienen a celebrarse los cinco años de la ampliación de 2004; y el 9 de noviembre, al cumplirse los 20 años de la caída del muro de Berlín. Fechas e hitos del pasado, reciente incluso, sin poner nombre ni soluciones a los hitos del presente, también del presente más desgarrador.

Año electoral

Sí, 2009 es año electoral, pero venido a menos (el interés que despiertan las elecciones europeas va de mal en peor). Además, es el año previo a la Presidencia semestral de España en la Unión Europea, en el primer semestre de 2010, un acontecimiento de gran importancia, que para Canarias puede significar poner en primera línea nuestra posición, nuestra existencia y nuestra capacidad de superar los escollos y de convertir los problemas en retos como bien les gusta decir a los comisarios europeos en cada conferencia.

Se aproximan unas elecciones que cada vez resultan más lejanas para los que tienen que decidir su resultado. “¿Decidir qué?”, piensan muchos. Los expertos dicen que en estas elecciones llevan las de ganar los partidos desconocidos, pequeños, que traen de los pelos ideas nuevas o que hacen campañas jocosas y creativas… porque la gente no se toma en serio los resultados. Es decir, que los electores, los que al fin deciden votar, piensan que su papeleta es un juego más.

¿Y quién tiene la culpa de todo esto? Algunos diputados consideran que los parlamentos nacionales, porque no transmiten el verdadero alcance de las decisiones de los diputados europeos. Y dicen que esta guerra es histórica.

Pero la gente sabe también que tiene que decidir quién gana un dinero nada desdeñable (con un sueldo común de más de 8.500 euros por diputado, al margen de dietas y gastos). O quien perderá el tiempo hablando de jornadas laborales (para decir que no, que no debemos trabajar más de 48 horas semanales, como ya estaba estipulado, por supuesto), mientras se hunde el empleo de forma catastrófica.

Es verdad que para una minoría más optimista, la más politizada, se trata de saber quién se ocupará de nuestras necesidades, preparará preguntas que interesen a los ciudadanos, intervendrá en comisiones y plenos o viajará de Bruselas a Estrasburgo, y de casa a la Europa continental (y las capitales europeas están lejos de Canarias) con resignación y alegría.

Las encuestas barajan los principales elementos de decisión en las Europeas de 2009: que si primero lo nacional, lo segundo lo europeo, lo tercero la experiencia o viceversa. Pero aquí vendría la pregunta clave: ¿hay temas europeos y temas nacionales? Sí, es verdad que hay cosas que afectan a Holanda o a Irlanda y que no tienen que ver con España, pero tanto unos como otros tienen que aplicar los mismos reglamentos y atenerse a la misma legislación. Y esta legislación nos cambia la vida a todos.

Porque a todos nos interesa (y lo ratifican las encuestas) la inmigración, el terrorismo, el desempleo, la inflación, el poder adquisitivo, el crecimiento económico o la inseguridad. A pocos, desde luego, nos importa el papel de la UE en el escenario internacional, las competencias de la UE o la identidad de los valores europeos.

Canarias. Sí, Canarias

Hay que recordar que el meneado Tratado de Lisboa no entrará en vigor, salvo milagro, en las próximas elecciones europeas de junio de 2009. Eso quiere decir que hay que aplicar Niza, y Niza significa sólo 50 diputados para España (cuatro menos de los previstos en la famosa Constitución que no llega). Canarias, en todo caso, tiene asegurado su lugarcito en el Tratado de Lisboa.

En inmigración, Canarias, como frontera exterior de Europa, tiene asegurada la presencia de Frontex para 2009, pero los medios de esta agencia son escasamente una fragata o algún avión y no puede utilizar satélites. Frontex se encuentra con las bocas demandantes de otras regiones europeas que reclaman su presencia, especialmente en el Mediterráneo central. Frontex coordina, no tiene instrumentos, depende de la voluntad de los Estados miembros. O sea, y más en crisis, prácticamente ninguna. Pasó de cinco a setenta millones de euros, pero se olvidan que Canarias está a escasos cien kilómetros de África.

Al parecer, la Comisión Europea se ha comprometido a hacer un estudio en el que va a incluir el problema de los menores inmigrantes, y ahora se trata de convencerlos de que pongan en marcha un programa europeo en el que se impliquen las instituciones europeas y se repartan los gastos, incluyendo los que se deriven de educación y sanidad.

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