San Bartolomé de Tirajana vive de tragedia en tragedia. El verano pasado fue un gran incendio el que arrasó gran parte de un municipio en el que todavía perviven las secuelas de aquel fuego, con barrios enteros que permanecen aún sin luz, como Ayagaures. Este año, el llanto también llegó en verano con el accidente aéreo de un avión de Spanair en el Aeropuerto de Madrid-Barajas que golpeó con especial saña al municipio sureño.
El dolor y la consternación invadieron las calles y los barrios de San Bartolomé de Tirajana durante el pasado mes de agosto. Más de una decena de vecinos formaban parte del pasaje del avión de Spanair siniestrado en Barajas. Familias enteras como la de Laudencio García, concejal de Cultura, perecieron en el trágico accidente. Y con ella se fueron promesas políticas como la joven socialista Fayna Noda; parejas de recién casados como la formada por Yanina Celis y Ronaldo Gomes; personas tan entrañables como el portero Mustapha Paganah o el gerente Honorio Rodríguez; e incluso una madre como Zenaida Rodríguez, quien volvía a casa a bautizar a su bebe. La larga espera para el retorno de los cadáveres hasta su último adiós marcó de luto San Bartolomé durante interminables semanas.
Otro drama, el de la inmigración, no ha remitido tampoco este año. Especialmente trágica fue la muerte de 14 inmigrantes a bordo de un cayuco arribado al muelle de Arguineguín. Y más de cerca vivieron los vecinos de la urbanización El Hornillo la muerte de Henrik, un indigente holandés que llevaba más de diez años pernoctando en dos coches abandonados y que falleció ante la inoperancia de las instituciones. Los vecinos recaudan fondos para su entierro.
Más allá de las tragedias, el tema estrella que más controversia ha traído a San Bartolomé durante 2008, con un trasfondo político, ha sido la construcción de la nueva macrocárcel en Juan Grande. La elección del municipio sureño para el nuevo penal trajo consigo la creación del Consejo de vecinos del Castillo del Romeral, una plataforma vecinal creada en defensa de los intereses de la zona y opuesta a este tipo de instalación, que junto con el vertedero o la gasificadora cuentan con un alto grado de riesgo.
“No somos el estercolero de Canarias”, rezaba alguna de sus pancartas en las que se pedía el precinto de las obras. Los vecinos han recorrido todo el municipio en cadenas humanas que han ido por carreteras y playas hasta llegar con sus quejas hasta la Delegación del Gobierno en Las Palmas de Gran Canaria. Si en un principio la alcaldesa actuó como mediadora, finalmente el consistorio se desentendió y eludió toda responsabilidad al ser una infraestructura que se acomete bajo el precepto legal “de interés general”, como llegó a informar expresamente la delegada de Gobierno en Canarias, Carolina Darias.
Las movilizaciones lograron demorar unos meses el inicio de las obras y acabaron con la intervención de las fuerzas de seguridad enviadas por Darias, que acabo ejecutando multas a los vecinos que superaban los 900 euros. Tres meses de encarcelamiento sostuvo un grupo de vecinos a las puertas de las oficinas municipales. En esas fechas, y dicho sea a título de anécdota, al consejero de Economía y Hacienda, José Manuel Soria, no se le ocurrió otra cosa que celebrar con unos amigos una cena en un restaurante de San Fernando, de donde tuvo que salir bajo escolta policial ante el abucheo de los vecinos contra la cárcel.
La ‘sombra’ de la censura
En el panorama político, la coalición NC-PSC llevo al poder a la alcaldesa María del Pino Torres, quien no ha contado con mucho apoyo en estos siete meses de legislatura. La sombra de la moción de censura le ha perseguido implacable, dirigida por un frente promovido por el triunvirato formado por el ex alcalde Marco Aurelio Pérez (líder de Agrupación de Vecinos), Fernando Toribio (concejal del PP) y Pacuco Guedes (concejal del Grupo Mixto). Y la sombra de la moción se hace más presente por la falta de mayoría absoluta de NC-PSC tras la expulsión del concejal socialista José Rodríguez, opuesto a la construcción del nuevo penal.
A pesar de la continua presión, la alcaldesa no dio nunca su brazo a torcer, aunque puso sobre la mesa la fórmula del tripartito, llamando al entendimiento para no continuar con una política de descrédito “que asuste al empresariado”, insistió la regidora. Mientras, AV puso como excusa la negociación de los presupuestos generales y autonómicos para no presentar la tan anunciada moción de censura.
La alcaldesa, además, tiene entre sus méritos haber aprobado un nuevo presupuesto municipal que había sido prorrogado en los dos últimos años. Sin embargo, a nivel administrativo, el cierre por peligrosidad del edificio consistorial, a principios de año, produjo la descentralización y el atraso en varias oficinas municipales, creándose un ambiente generalizado de falta de gestión municipal. En el penúltimo pleno del año se aprobó por unanimidad la construcción de un nuevo edificio municipal con la premisa de convertirse en una obra emblemática para el municipio.
La buena gestión y el trabajo riguroso lograron cumplir con la reinauguración del Palmitos Park, considerado como el parque temático de Gran Canaria, que reabrió sus puertas tras un año de cierre debido a las consecuencias del devastador incendio del verano de 2007. Con dos años de retraso también logró finalmente su licencia de apertura el nuevo Palacio de Congresos y Exposiciones de Maspalomas. Y antes de finalizar el plazo se consiguió llegar a tiempo para no perder las subvenciones pertinentes para la creación del Consorcio Turístico, una herramienta vital para ofrecer mejor imagen de las zonas turísticas, especialmente para la recuperación de Playa del Inglés y San Agustín. Buenas noticias, en definitiva, en un año marcado otra vez por la tragedia.