Desde hace una década, los medios periodísticos canarios y los del resto de España han visto modificada su agenda informativa de forma paulatina, pero con un efecto brusco en la conciencia ciudadana. Asuntos como las catástrofes personales, la violencia de género, la violencia infantil y la inmigración, entre otros considerados informativamente sensibles, han entrado a formar parte de la realidad expuesta por los medios de comunicación.
Con este cambio en la agenda informativa regional y nacional (también europea) se dio entrada en la conciencia colectiva a otro tipo de dolor personal. El análisis en profundidad de los contenidos y tratamientos periodísticos revelará si se debe a un cambio de actitud de los medios impuesto por las circunstancias, o si subyace la adecuación del temario periodístico meditada por los directores de las redacciones. Sea por una u otra la razón, la presencia de estos asuntos en los medios les ha otorgado una visibilidad innegable, con consecuencias insoslayables en el poder político y en las administraciones públicas, como lo demuestran la legislación y cierto cambio en la mentalidad de la ciudadanía.
La irrupción de los nuevos asuntos informativos desbordó desde el principio el espacio de las secciones de sucesos, tan presente en el consumo periodístico en España. Sin embargo, su presencia ha estado limitada a un tratamiento periodístico descriptivo y sensacionalista, centrado en lo cuantitativo y emotivo. Es aún escaso el recurso a la teoría social que permita a los periodistas centrar la atención en fenómenos sociales concretos; se limita a iniciativas empresariales y periodísticas concretas, orientadas a profundizar en los hechos para darles significado, siempre necesario en periodismo. Y esto ocurre a pesar de que se admita, por lo común, que el periodista es un profesional formado en Ciencias Sociales.
Respeto al dolor humano
Los medios abren los informativos y las primeras planas con imágenes de pateras y cayucos repletas de hombres, mujeres y niños exhaustos, temerosos o muertos; con rostros y cuerpos de mujeres amoratados por las agresiones del marido o la pareja; con grabaciones en móviles de peleas entre niños y jóvenes; y con escenarios de tragedias humanas, incluidas escenas de acoso y persecuciones de periodistas a personas anónimas angustiadas por saber la suerte de familiares que viajaban en un avión o en un tren accidentado, por ejemplo. Es una consecuencia necesaria de este comportamiento periodístico el que la conciencia ciudadana haya comenzado a sentirse sacudida por un dolor humano nuevo pero a la vez próximo. Es la deseada concatenación de reacciones. Por eso, ahora se plantean objeciones en la esfera pública sobre cómo informar de estos asuntos por parte de medios locales y nacionales.
A partir de lo expuesto, estas líneas se centran, más que en analizar las informaciones que los medios canarios y los nacionales presentes en las Islas han difundido durante 2008, en las reflexiones que ellos mismos han publicado respecto a cómo han venido sometiendo al ojo periodístico unos temas tan sensibles como la violencia, la inmigración o las tragedias. Por tanto, miramos hacia las reflexiones hechas en el seno de la profesión, a tenor de unas maneras periodísticas desplegadas ante hechos sociales muy graves que no terminan de convencer a la sociedad ni a los profesionales críticos. Tocados por cierto sentimiento de desazón, conviene saber por qué los medios y los periodistas no consensúan tratamientos óptimos y propios del desempeño profesional con calidad, cuando ya existen pautas establecidas.
Los referentes
Diversas instituciones como el Consejo Audiovisual de Cataluña (Quaderns del CAC: Medios de comunicación e inmigración, Televisión e inmigración), la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE, Conclusiones del debate sobre el accidente en el aeropuerto de Barajas), el Consejo Audiovisual de Andalucía (CAA, Manual para el tratamiento de la inmigración), la Asociación Española de Titulados y Profesionales de la Comunicación, el Centro Reina Sofía (Cómo informar sobre infancia y violencia), diversos medios informativos (Público, Canariasahora.es, El Mundo), sindicatos (Alternativa RTVE-STC), el Manual de Directrices Editoriales de la BBC (editado en español por la Asociación de la Prensa de Madrid), la Asociación de Usuarios de de Comunicación (AUC), la Declaración de Valencia emanada del I Congreso Internacional Mujer y Medios de Comunicación, la coordinadora de ONG Harresiak Apurtuz (Inmigración y medios de comunicación. Manual recopilatorio de buenas prácticas periodísticas), además de ciudadanos particulares, han analizado con juicio crítico y se han manifestado en diversos foros profesionales y públicos sobre cómo se están abordando periodísticamente las tragedias humanas, la violencia y la inmigración.
El resultado son diversos textos compilatorios orientados a facilitar al profesional la práctica periodística de calidad. Más recientemente, en noviembre de 2008, el Ministerio de Igualdad y los representantes de las televisiones públicas y privadas decidieron formar un comité de expertos que consensuara recomendaciones para el tratamiento audiovisual de las informaciones sobre la violencia machista. Pero la información de interés público que pertenece a la ciudadanía no se ciñe a dar cuenta de casos concretos, por lo general los más espectaculares y tremendistas. También son de interés social las resoluciones judiciales de demandas y querellas interpuestas contra medios de comunicación y periodistas, así como los fallos de la Comisión de Quejas y Deontología de la FAPE, o de otras asociaciones profesionales, por los excesos, el uso de filtraciones y otras malas prácticas periodísticas.
Formación periodística y compromiso empresarial
Observamos la exhibición periodística del dolor, la violencia y la ignominia infligidas a personas, tratadas muchas veces como el envoltorio de descalabros personales y sociales, e irresponsabilidades políticas, administrativas y judiciales. El abordaje informativo en clave analítica y explicativa de estos asuntos y las circunstancias que les rodea, de interés humano y social, implica al profesional del periodismo, sea cual sea su responsabilidad en la redacción. Involucra, por tanto, al medio periodístico desde el momento en que asume su compromiso y responsabilidad social, en tanto que empresa socioeconómica. El flujo incesante de imágenes y cifras en los medios simplifica fenómenos sociales complejos y graves por sus consecuencias en las personas. El periodista debe aplicar tratamientos informativos que no provoquen en sus espectadores efectos narcotizantes ante noticias repetidas. La reiteración limitada al hecho postrero, escueto y descontextualizado seda a los receptores, acostumbrándoles de forma peligrosa a ver como habituales situaciones de extrema gravedad. El periodista debe llevar a la acción, no a la inercia ni a la insensibilización, ante aspectos de la realidad que deben ser entendidos para poder ser erradicados. Ello le exige formación periodística continuada y especializada. Pero hay que hacer hincapié en que ese compromiso con la calidad periodística no puede materializarse sin el apoyo de las empresas y de los directores de las redacciones.