Una capital ante sus retos

Puerto del Rosario es ciudad y capital. Y es, sobre todo, el ejemplo de un enclave poblacional que busca su papel, su sentido y su protagonismo en los albores del siglo XXI, después de vivir estas décadas pasadas, en cierto modo, como convidado de piedra de la pujanza de otros puntos de la Isla y, al menos hasta ahora, como mero acompañante al calor del auge de la industria turística.

El Puerto, como lo denominan de forma cariñosa los majoreros, se ha ido despojando en los últimos tiempos de esa imagen de ser sede administrativa de las principales instituciones publicas, con una pequeña oferta de servicio basada en el comercio tradicional. Se trataba de una ciudad provisional, inacabada, con una fisonomía urbana –¿para qué engañarnos?– y con unas infraestructuras a remolque de una demanda que crecía y crecía al ritmo que aumentaba su población. Y es que Puerto del Rosario pasó en poco más de cuatro años de los 28.000 a los 35.000 habitantes con que cuenta en la actualidad.

Aunque es evidente que ha existido un trabajo previo, realizado por las diferentes corporaciones municipales, ha sido en esta ultima etapa cuando sus sucesivos regidores han materializado las transformaciones que han hecho de esta ciudad –pequeña, pero ciudad al fin y al cabo– un lugar en el que la carencia de infraestructuras educativas adecuadas, en cantidad y calidad, va camino de dejar de ser un mal endémico. A corto y medio plazo están proyectados hasta cinco nuevos centros educativos y tres de ellos se construyen en la actualidad.

La situación de los servicios sanitarios también ha experimentado cambios significativos, aunque, como es lógico tratándose de la sanidad, siempre parezca menos de lo que gustaría. La ampliación y reforma del Hospital Insular, la próxima apertura del nuevo centro de salud Puerto del Rosario II o la mejora de los consultorios repartidos por el municipio son algunas muestras del avance experimentado en materia sanitaria.

Durante los últimos años, la dotación de servicios básicos a los diferentes barrios y pagos del municipio ha sido otro de los objetivos prioritarios de los gestores públicos.

Atrás ha quedado la imagen de barrios enteros en los que el alumbrado publico o el asfaltado de sus calles se completaba en una desigual carrera frente al aumento de las edificaciones, que daban cobijo a los nuevos vecinos y vecinas llegados de muy diferentes procedencias. Hoy, por el contrario, es difícil encontrar lugares que no cuenten con el correspondiente servicio de alcantarillado, alumbrado, o las condiciones básicas a las que tienen derecho todos los ciudadanos. Sirva como ejemplo el proyecto en el que trabaja el ayuntamiento en la actualidad, que pretende en un plazo de tiempo relativamente corto que todas las calles de la ciudad dispongan de sus aceras. Una iniciativa en la que también participan de forma activa los vecinos.

Y se podría seguir enumerando toda una serie de transformaciones vividas por Puerto del Rosario, que han convertido a esta ciudad –capital desde 1860 y hasta el año 1956 denominaba Puerto Cabras (nombre que desde el año 2006 una plataforma ciudadana quiere recuperar)– en un centro urbano y poblacional a la cabeza del desarrollo mas inmediato de la Isla. Y ahí hay que citar proyectos como el futuro muelle de la Hondura, que comienza tímidamente a dar sus primeros pasos y que por sus características y complejidad aun tardara varios años en ser una realidad, o la consolidación del proyecto de Avenida Marítima, paralizado desde hace años por la desidia de quien debe ocuparse de su financiación y ejecución, como uno de los medios para que esta ciudad deje de darle la espalda a su litoral.

La consolidación del nuevo muelle de cruceros, como alternativa real para incorporar a la ciudad a la actividad turística, o la adecuación de las instalaciones del actual muelle para que le permita convertirse en punto de entrada y salida de las nuevas posibilidades comerciales con el norte del continente africano son solo algunos de los retos de Puerto del Rosario en esa búsqueda de su lugar en la Isla como capital. Y ocurre que, como en otros momentos de su historia, Puerto del Rosario se enfrenta a contratiempos que a priori no estaban en el guión y que como en otras tantas ocasiones suponen dificultades que pueden frenar la oportunidad de aprovechar el impulso alcanzado en los últimos años.

La crisis económica, aun incipiente según los peores augurios, hace que de pronto, sin previo aviso, las prioridades hayan cambiado, que los planes de futuro ahora se adivinen más lejanos. Pero esta vez Puerto del Rosario no quiere ser de nuevo convidado de piedra de su futuro. Esta vez, los portuenses, sus gestores, no están dispuestos a dejar pasar de largo esta oportunidad. El periodo que ahora se inicia, seguro, estará lleno de dificultades para la capital de la Isla y su municipio, igual que para el resto del territorio majorero. Un periodo en el que la solidaridad con los más castigados por la situación económica va a ser una de las motivaciones de las acciones más inmediatas por parte de todos los sectores sociales.

El alcalde, Marcial Morales, junto a su equipo de gobierno, tiene ante si un reto apasionante, aunque complicado. Ahora, cuando las situaciones son mas adversas que nunca, deben continuar ilusionando, implicando y haciendo de cada vecino una parte fundamental para lograr capear esta situación. Solo así será posible que esta ciudad siga consolidándose como lo que debe ser: vital, dinámica, emprendedora, con proyección de futuro, tolerante, solidaria… Capital.

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