Tanto desde una perspectiva europea como canaria y española, lo mejor que se puede decir de este agonizante 2008 es que será mejor que el próximo 2009. Francamente, creo que este año no nos ha dejado muchos motivos de alegría y si de preocupación y de sombríos pronósticos. En la Unión Europea continuamos tratando de encontrar una salida a la embarazosa situación en que nos dejó la negativa de los franceses y holandeses al non nato proyecto de constitución europea, en la que tantas esperanzas fueron depositadas.
El llamado Tratado de Lisboa, aceptado como un sucedáneo mal menor, también espera en la nevera después de la negativa irlandesa a su aprobación. Supongo y sobre todo deseo que no muera por congelación, pero, entre tanto, nos ha embestido furiosamente una crisis económica y financiera de la que todo el mundo habla, pero nadie sabe como ni cuando vamos a salir de ella. En septiembre, mientras la crisis explosionaba, la Comisión Europea no encontró mejor solución que permanecer en un ominoso silencio durante 15 largos e inacabables días.
Ahora más que nunca, se ha hecho elocuente la falta de un liderazgo europeo comunitario, que ha servido para que un hiperactivo Sarkozy aprovechara su presidencia europea pro tempore, más en clave de política interna francesa que en términos europeos. Los 27 estados miembros han sido incapaces de adoptar una posición común para afrontar la crisis y cada uno de ellos hace lo que puede para mejor mantenerse a flote.
¿Y Canarias y los canarios? Pues más de lo mismo. El desempleo crece hasta los niveles padecidos en 1996 y el presidente de la Comunidad pide a la UE que “conceda a las regiones ultraperiféricas una oportunidad”. Pregunto: ¿sabe el presidente a cuanto asciende en cientos de millones de euros las muchas oportunidades que hemos tenido desde el primer Poseican en 1991 hasta la aprobación de las nuevas perspectivas financieras europeas para el periodo 2007-2013?
Seguimos a la cola de las comunidades autónomas españoles en inversión en I+D, algo esencial para modernizar nuestra estructura económica productiva; seguimos discutiendo sobre las moratorias y un sector emblemático para nosotros como el plátano atraviesa por una situación muy compleja y se expone a padecer la peor crisis de su historia por la miopía de algunos de sus actores protagónicos, mas atentos a defender sus intereses particulares que el de los agricultores plataneros; y por si fuera poco, la Comisión Europea pretende una reducción del 2% de las ayudas compensatorias al sector por irregularidades cometidas entres las campañas 2002 y 2004. El asunto esta pendiente de la decisión del Tribunal de Primera Instancia de la UE, ante el que España ha recurrido la pretensión sancionadora de la Comisión. El hecho tiene más importancia por la mala imagen que transmitimos en un momento decisivo del largo litigio platanero, que por el monto de la posible sanción.
Mientras tanto, las RUP han organizado en Bruselas una jornada de reflexión y trabajo para darnos a conocer entre los nuevos estados miembros, a la que no ha asistido ni un solo representante diplomático o parlamentario de los mismos, en la que se ha hablado de nuestra dimensión geoestratégica planetaria y de la calidad de nuestros cielos para la observación astronómica y satelital. Pues muy bien, a Dios gracias.
Me voy a permitir un consejo al Gobierno de Canarias de cara a nuestros graves retos en el próximo futuro: es urgente un plan de acción, masivo e intenso, coordinado entre las siete regiones ultraperiféricas y con el decisivo y necesario respaldo político y diplomático de los tres Estados concernidos (España, Francia y Portugal) para hacer conocer qué y quienes somos, qué queremos y qué ofrecemos. Este mensaje debería llegar nítidamente a los líderes políticos, económicos y sociales y a los formadores de opinión más destacados en cada uno de los 12 nuevos estados miembros. Necesitamos aliados y entre ellos pocos o nadie conoce una palabra sobre las RUP. El consejo es gratis. De nada.