El PSOE canario tiene el corazón dividido: lo tiene desde hace años, cuando Juan Carlos Alemán, siendo secretario general, tras la expulsión de los miembros del PP del gobierno de Adán Martín, pactó con el entonces presidente sostener su ejecutivo con apoyo parlamentario. Esa decisión, que superó una década de gobiernos del centroderecha en Canarias, provocó grandes divisiones en el PSOE.
Las divisiones del PSOE en Canarias, nacidas del apoyo parlamentario a Adán Martín, se agravaron cuando, tras la sustitución de Martín, Paulino Rivero pactó con el Partido Popular un gobierno de perdedores que dejó fuera del poder al triunfador de las elecciones de 2007, el socialista Juan Fernando López Aguilar. Desde entonces, la quiebra en el PSOE entre los partidarios de seguir intentando un gobierno con CC y los que niegan esa posibilidad ha sido permanente. De hecho, dio lugar a uno de los cismas de mayor profundidad e intensidad que se han producido nunca en el PSOE canario, y que acabó con el liderazgo de López Aguilar en el socialismo canario, y con el abandono del PSOE de algunos de los más próximos colaboradores del dimitido secretario general, como Santiago Pérez, que acabó presentándose en las elecciones de 2011 de la mano de un partido distinto.
Mientras el PSOE se partía en dos, el primer Gobierno de Rivero también se enfrentaba a serios problemas. El principal, la incompatibilidad manifiesta entre el propio Rivero y su vicepresidente, José Manuel Soria, que acabó por dinamitar la acción del Gobierno y abrir una brecha irreconciliable. El PP canario dejó el Ejecutivo un año antes de las elecciones y se subió a la ola nacional que le preparaba para ganarlas. Así, en 2011, no fue una sorpresa que Rivero perdiera las elecciones por segunda vez, y por segunda vez, cambiando sus alianzas y forzando una recomposición de las que eran tradicionales en el Cabildo de Tenerife y los principales ayuntamientos de la isla, volviera a hacerse con la presidencia. Esta vez lo logró con los votos en la investidura de un PSOE noqueado por los peores resultados de su historia, que vendió su apoyo por una mínima compensación política.
Desde entonces, el PSOE ha intentado convertir lo que es un pacto de ocasión, destinado a sostener a Rivero en la Presidencia, en un cambio de paradigma político en las islas. Al hacerlo, el PSOE ha supeditado su futuro político en el Gobierno regional a la continuidad de Rivero, convirtiéndose de paso en el principal apoyo de un presidente que ha perdido el fuelle y el apoyo de los suyos. En medio de una crisis económica de proporciones nunca conocidas, con la sociedad a punto de fracturarse irreversiblemente entre quienes tienen empleo y quienes lo pierden y caen en la pobreza y la miseria, el pacto de Gobierno de centroizquierda (por llamarlo de alguna manera) no ha logrado ilusionar a nadie, ni siquiera a sus integrantes. El PSOE mantiene sus contradicciones internas, apenas amortiguadas por una muy menguada participación en el poder político que, si ha tenido alguna trascendencia no ha sido en el Gobierno, sino en el resto de pactos en cascada producidos en cabildos y ayuntamientos.
Pero los mensajes políticos se confunden, y el PSOE se ha convertido en la organización que lava los trapos sucios de la Administración de Rivero, aplicando recortes a los funcionarios, aplaudiendo decisiones erróneas, apoyando la absurda posición de Rivero sobre el petróleo, e incluso olvidándose de sus promesas de apoyar la profesionalidad y transparencia en las contrataciones de la Televisión Canaria. Con una disciplina y lealtad digna de mejor causa, el PSOE ha tragado con todo, ha apoyado a Rivero en todas sus decisiones, y eso le pasará sin duda factura.
Es un secreto a voces que la oposición a Rivero en Coalición se plantea un acercamiento al PP en todos los frentes, y que si Rivero no logra repetir como candidato por tercera vez, el PSOE difícilmente podrá seguir en el Gobierno. La experiencia de centroizquierda en las islas, perseguida durante dos décadas por las mejores cabezas del PSOE, se convertirá entonces en un breve episodio entre gobiernos de centroderecha, que caracterizan desde la fundación de Coalición Canaria la política que se hace en el Archipiélago. El pacto de centroizquierda llegó demasiado tarde. Para el PSOE, la experiencia quedará en una oportunidad perdida, de la que sólo cosecharán el desgaste fruto de las políticas de ajuste y austeridad.