Justificación y compromiso

El 26 de mayo de 2005, la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife presentaba, en un acto muy concurrido de público (asociados, compañeros de la profesión y representantes de entidades públicas y privadas), el primer número del Anuario de Canarias. El entonces presidente de la APT, Jorge Bethencourt, señalaba en aquella feliz ocasión que “el esfuerzo útil conduce a la satisfacción. Y hoy nos sentimos felices porque el Anuario de Canarias es un trabajo bien hecho, extenso, profundo y un libro de consulta y una experiencia pionera”. En verdad, nos sentíamos satisfechos y felices con la puesta en marcha de aquella iniciativa, todavía en tiempos de bonanza para la economía en general y la profesión periodística en particular. Había medios, empleo y publicidad. Sin darnos cuenta, porque entendíamos que era lo natural, nadábamos en la abundancia. A la hora de buscar una causa contra la que luchar, denunciábamos el mileurismo que afectaba a una parte del periodismo, en todas las comunidades autónomas, y cierta precariedad en la colocación. Solo los agoreros, que siempre los hubo, atisbaban los nubarrones de la tormenta que estaba por llegar.

Aquel primer número del Anuario tuvo una continuidad puntual y periódica durante cinco años más, convirtiéndose en la publicación de referencia que pretendíamos desde sus orígenes. Periodistas, expertos en diferentes materias y representantes institucionales llenaron sus páginas con sesudos, precisos y documentados artículos y reportajes, combinados con una cuidada selección de fotografías y cuadros estadísticos, que merecieron la valoración unánime de sus lectores. En paralelo, entidades públicas y privadas ofrecieron su respaldo para la edición, mediante patrocinios o colaboraciones, que resultaba imprescindible para afrontar los costes de una iniciativa de sus características, convertida además en el principal sostén económico de esta organización profesional. Podríamos decir, incluso, que el Anuario pasó a convertirse también en modelo a seguir por otras asociaciones de nuestro ámbito profesional, deseosas de emprender aventuras similares.

Sin embargo, con la llegada de la crisis, muy acentuada en los tres últimos años, las dificultades surgidas en los medios de comunicación, y consecuentemente en los profesionales del periodismo, nos afectaron de lleno. Aunque dimos el paso de adaptarnos a las circunstancias, llevando a Internet el último número del Anuario —por más que hubiésemos deseado hacerlo compatible también con su edición en papel—, nos pudo la situación. Con una organización centrada en atender las demandas de sus miembros, cada vez más afectados por el cierre de medios y la desocupación, sin horizontes de futuro, unida a la progresiva retirada de patrocinios, nos vimos incapaces de afrontar el lanzamiento de la séptima entrega de la publicación, correspondiente a 2011. Y lejos de estabilizarse, la coyuntura empeoró en los meses siguientes, hasta el punto de hacerse insostenible, como cualquiera puede apreciar a día de hoy. Porque la preocupación en este momento, el objeto del debate en el que nos hemos situado, se centra en la propia subsistencia de la profesión. Ni más ni menos.

En medio de este panorama, a pesar de todos los pesares, nos resistimos a arrojar la toalla. Ni los periodistas ni las organizaciones estamos dispuestos a claudicar. Proclamamos tozudamente que sin periodistas no hay periodismo y sin periodismo no hay democracia. Y seguimos confiando en que la sociedad lo entienda así. Apelamos al valor social que tiene nuestro ejercicio profesional, por más que desde determinados poderes parezca que sus deseos van por el camino opuesto. En la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, con una trayectoria centenaria, pues no hay que olvidar que sus orígenes se sitúan en los albores del siglo XX, no estamos dispuestos a desistir, sea solo por respeto a aquellos compañeros que tuvieron que enfrentarse a otras adversidades.

Muestra de ello es la aparición de esta séptima entrega del Anuario de Canarias, que compendia en un mismo ejemplar el análisis de los años 2011 y 2012. Realimentamos así el repaso histórico de lo sucedido en el Archipiélago durante los últimos nueve años, casi una década con hechos de enorme trascendencia, analizada por periodistas de las siete islas y otros colaboradores. Porque el Anuario, como bien dijo en la presentación del primer ejemplar quien entonces era el presidente regional, el desaparecido Adán Martín, “es más que un granito de arena en la construcción de Canarias, un granito que pesa por su enfoque deontológico y la calidad profesional de quienes lo han elaborado”. Su apoyo en aquella ocasión resultó clave para echar a andar, igual que sucede ahora con las entidades que han decidido respaldar esta nueva edición, en tiempos mucho más complejos. La gratitud por su confianza queremos acompañarla con el propósito —convertido ya en compromiso— de afrontar en el primer semestre de 2014 del Anuario que diseccione lo acontecido en el año que ahora finaliza.

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