“¡Hijo, no! Por favor, no estudies periodismo, es una locura, ¿no lo ves?”. Ésta es la frase con la que me recibieron mis padres, periodistas también, al comunicarles en segundo de bachillerato que mi sueño no era ser piloto, astronauta o diseñador de vídeo juegos como pensaba en mi niñez. Lo que de verdad me apasionaba era poder ser algún día periodista.
Seguro que a más de uno de ustedes le ha ocurrido algo parecido con un amigo, conocido o familiar que haya estudiado previamente esta carrera. Recuerdo que por los pasillos del Parlamento de Canarias me decían: “Estás loco, Víctor, ¿no sabes que esta profesión siempre ha estado en crisis? Sé sensato y haz caso a tus padres”. Pero lo cierto es que nada de lo que me dijeron pudo frenar mi amor por el Periodismo. Y es que estaba convencido de que nada, ni nadie, me iba a apartar de la profesión más bonita del mundo.
Tengo el honor de pertenecer a la primera promoción de graduados en Periodismo por la Universidad de La Laguna, no como baluarte generacional, sino como parte integradora de ella. Han sido cuatro años de esfuerzo en los cuáles he podido hacer grandes amigos, ahora compañeros de profesión, pero, sobre todo, me siento un auténtico privilegiado por haber compartido aula con gente tan brillante. Auguro que muchos de mis compañeros serán figuras destacadas del Periodismo de Canarias en no mucho tiempo, pues su ilusión y perseverancia no conoce límites.
Permítanme que aproveche algunas líneas más para hablar sobre los jóvenes periodistas o aquellos a quienes ya les queda muy poco para terminar. Para estos últimos, decirles que concluir la carrera no es el fin del mundo. Sé que la crisis mundial nos ha dejado con un 55% de paro juvenil y que el Periodismo es la profesión que más paro ha generado después de la construcción en España, pero… ¿y qué? ¿Acaso dejarías escapar al amor de tu vida porque sea difícil conseguirlo? Seguro que no. Pues entonces, si quieres y te gusta esta profesión, no dejes de luchar por ella. Salidas hay, ¡y muchas! No dejes que el pesimismo generalizado te impida alcanzar tus metas, rodéate de gente positiva, de personas animadas y deseosas de tomar acción.
Mi mentor y amigo durante mi estancia de prácticas en los Estados Unidos durante el último año, Luis Eduardo Barón, siempre me recordaba una frase: “Los tiempos de crisis son los que generan oportunidades”. Tiene toda la razón y lo mejor para los jóvenes es que nos queda toda una vida llena de oportunidades. Solo debes buscar cuál es la tuya.
Exactamente eso es lo que están haciendo personas de mi misma promoción como Fernando Palarea, premio excelencia Tenerife 2.0 a la mejor página deportiva por Instinto Blanquiazul; Laura Castro con soccercanarias.com, la primera web regional (y casi diría yo que nacional) que da voz por fin al fútbol femenino; Gara García, quien con Emprendoteca pretende guiar y ofrecer ayudas a todas esas personas inquietas con ganas de emprender. Incluso yo mismo con la creación de Canarias Basket, la primera revista interactiva para dispositivos iPads de Canarias. ¿Quién nos habría dicho hace cuatro años que acabaríamos dirigiendo nuestros propios medios de comunicación al salir de la Pirámide?
Mucho se ha dicho en los últimos años sobre nuestra generación, poniendo en entredicho nuestra capacidad para trabajar, catalogándonos de generación ni-ni, pero si algo estamos demostrando es que somos la generación más preparada en la historia de España y que nuestra inquietud nos está llevando a crear proyectos nuevos e innovadores.
No es nuevo reconocer que estamos viviendo en una era de cambios en la manera en la que enfocamos la profesión. También es cierto que nunca antes el periodista había tenido la oportunidad de disponer de tantas herramientas que hicieran su misión, “contarle a la gente lo que le pasa a la gente”, tan sencilla. Plataformas como las redes sociales son una bendición para la profesión y para cualquier otra que se desarrolle en el ámbito de la comunicación. Ser capaces de interactuar con tu audiencia y generar ese grado de compromiso y fidelización con ella es un aspecto que beneficia a todos. Por eso no entiendo cómo pueden existir medios y gabinetes que hagan “oídos sordos” a aquellas personas que son a quienes sirven. ¿Acaso si un radioyente o espectador te formulara una pregunta en tu programa en directo te quedarías callado y no la responderías? En este caso es lo mismo, pero amplificado.
Periodistas jóvenes y experimentados, todos vivimos en este mundo 2.0. Guste o no guste es lo que hay y debemos adaptarnos a él y ponerlo de nuestra parte con el fin de hacer nuestro trabajo con calidad. He dicho 2.0 e igual ya me estoy quedando anticuado, pues recuerdo que el pasado verano en Florida pude asistir a una extraordinaria conferencia de Ernesto Verdugo donde ya estábamos hablando de “la ola del 4.0”.
Precisamente por eso, porque vivimos en un entorno cambiante al que debemos adaptarnos, tenemos que vivir en una permanente formación continua que nos permita conocer cómo podemos utilizar las nuevas tecnologías para mejorar nuestro trabajo. A los jóvenes, a pesar de ser casi “nativos digitales”, nos despierta muchísima pasión desenvolvernos en estos nuevos escenarios digitales frente a los que quizás lleven varios decenios ejerciendo la profesión. Sin embargo, los dos perfiles necesitamos que se nos ofrezca la posibilidad de continuar formándonos y para ello debemos estar respaldados por los medios de comunicación para los que trabajamos. Desgraciadamente parecen no entender que deben proporcionar facilidades a los periodistas para que se sigan formando y que no solo aumenta el valor del propio periodista, sino que gracias a ello el valor de la empresa también se incrementará. Vivimos en un mundo de cambios y de constante aprendizaje, y como muy bien nos enseñó nuestro padrino Ricardo Acirón: “somos y seremos siempre aprendices de periodista”.
Dirigiéndome de nuevo a mis homónimos generacionales, me gustaría animarles a que sacien sus ganas de aprender fuera del Archipiélago. Bajo mi propia experiencia, pues he tenido el inmenso privilegio de haber estudiado un año en Madrid y otro de prácticas en Estados Unidos, es la mejor de las decisiones posibles. No solo porque te enriqueces profesional y personalmente, también es porque en este mundo globalizado debemos conocer qué sucede y cómo se trabaja o vive en otros lugares. Los años que he estado alejado de casa se han convertido en los mejores de mi vida y en los que más oportunidades me han surgido.
Si me permiten la recomendación, y en contra de lo que la lógica parece indicar, les diría: Vayan, aprendan y… vuelvan. Sí, exactamente, diríjanse a su destino, aprovechen el tiempo, trabajen todo lo duro que puedan y aprendan sobre aquello que saben que no van a aprender en casa. Una vez concluido este proceso vuelvan a su tierra, pero no para trabajar, sino para dar trabajo a la gente. Creen, hagan realidad sus proyectos y en base a lo que han aprendido denles forma y proporcionen puestos de trabajo para la gente de aquí.
Sé que el sistema educativo español nos tiene muy mal acostumbrados. Nos han enseñado que debemos estudiar mucho en la Universidad para luego trabajar para alguien que te ofrezca un sueldo fijo mes a mes. La educación española no nos incentiva a pensar y hacer cosas por nosotros mismos, sino a leer y reproducir lo que dice el libro de turno. Ya es hora de decir basta. Somos jóvenes y nuestra creatividad es infinita. Si tienes un sueño, ahora es el momento de cumplirlo.
Aprovecho esta oportunidad que me brinda la Asociación de la Prensa de Tenerife (APT) para erradicar de la mente de los medios de comunicación que nuestra juventud sea tomada como una oportunidad para obtener mano de obra gratuita o barata. El becario indefinido, de por vida, debe ser una figura que tiene que desaparecer. Para ello debemos ser nosotros, los jóvenes, quienes primero le tenemos que dar a nuestro trabajo el valor que realmente tiene. Eliminemos frases como “da igual que no paguen”, “vengo a hacer currículum” o “puedo hacer prácticas aquí el tiempo que quiera, pero sin sueldo”. Si los propios periodistas no dignificamos nuestra profesión, nadie lo hará.
Me gustaría cerrar mi intervención apuntando mi propia visión sobre hacia dónde creo que avanza el futuro de la profesión o, en su defecto, hacia dónde debería avanzar. Lo primero sería que el Periodismo debe volver a sus orígenes, contando historias de interés, eliminando las noticias superfluas y el titular llamativo o escandaloso. La calidad periodística debe ser siempre nuestra firma.
Inevitablemente la lectura y el consumo de contenidos en soportes digitales están en auge. No debemos ver el mundo digital como algo malo, sino como una oportunidad de aportar más valor a la gente. Solo hay que saber darle el enfoque adecuado. El futuro está en ser capaces de crear un producto atractivo para las denominadas tablets y más concretamente en dispositivos iPads.
¿Por qué iPads? Te lo resumo en una frase. Más de 100 millones de iPads se han vendido en el mundo en sus tres primeros años de vida. Muchos dirán, ¡bah! A lo largo de la historia se han vendido 100 millones de muchos otros productos. Pues resulta que no. Nunca, jamás en la historia de la humanidad se han vendido 100 millones de ningún otro producto en sus primeros tres años de vida que no sea un iPad. Ni siquiera las hamburguesas de McDonald’s o latas de Coca-Cola.
Si a eso le sumamos que en España doblamos la media mundial de estos dispositivos y que en 2015 habrá más tablets que ordenadores en todo el planeta, este dispositivo se va haciendo mucho más atractivo. Yo ya lo he hecho con la revista Canarias Basket, en la que estamos cosechando un éxito inesperado incluso para mí que conocía el medio y cuáles eran sus ventajas. Conceptos como el de la interactividad y el hecho de que todo esté al alcance de tu dedo y cobre vida es absolutamente maravilloso. La prensa debería seriamente comenzar a adaptar periódicos y revistas a este soporte. Es el momento adecuado para hacerlo, luego ya será demasiado tarde.
Espero que mis reflexiones les hayan servido como motivación para emprender sus propios caminos y hacer realidad todo lo que un día soñaron en querer hacer. ¡Ah, por cierto! Si alguna vez les dicen que no estudien Periodismo, ya saben qué tienen que responder.