Joaquín Martínez González del Reguero (1928-2012) fue redactor de RNE en Tenerife (1968-1980) y trabajó en La Tarde, Aire Libre o el diario As. Tras su jubilación colaboró con Radio Burgado. Conocido en los medios como Reguero, además de usar el seudónimo Reguerosky, tenían sus artículos una veta humorística, igual que sus galardonados versos satíricos o sus coplas populares.
Era Reguero o Reguerosky?
¿Puede decirse que asturiano o canario?
¿Quizás abogado o tal vez periodista?
¿Le gustaba el baloncesto o el ciclismo?
¿Diríamos que humorista o humanista?
¿Una persona seria o un tío “de coña”?
¿Tenía mala leche o simplemente era un crítico-crítico?
A mí me parece que si cambiamos la conjunción copulativa (una cooperativa de cópulas) o por una y, obtendremos un pequeño perfil del ingenioso-hidalgo (persona nacida en Ingenio pero que vive en la Punta de Hidalgo) don Joaquín Martínez González del Reguero. Lo que son las cosas. Normalmente a uno lo conocen por su nombre, o puede ser que por su primer apellido, pero a Reguero, no; ni siquiera por el segundo apellido, sino por el tercero y último. Cosas de Reguero, claro.
Y como no le bastaba con eso, se autoinventó (un invento que va en coche) lo de Reguerosky para no ser menos que nadie, ya que todo nombre de persona o deportista que pasase por su mente era transformada en otra cosa. Ocurrentes (integrantes de la OCU) como él, pocos. Por eso, a poco de conocerme empezó a llamarme Blankín que, a partir de entonces, todo el mundo identificó claramente conmigo: Negrín. Yo sentí siempre que era una muestra de cariño.
Nadie era que él era: María Chicha María del Alma (Chicha Arozarena), Catere Bombón (Catere Falcón) y Centellita Pintor (Pame Pintor), jugadoras del Tenerife de baloncesto; Goyo y dos piedras (Goyo, un amigo) o La Chata (Norma, su hija). Manejaba las palabras a su antojo, cual surfista toma una ola, o como el pianista teclea un piano. De ahí que practicara con esmero (no puede ser esbacalao ni espulpo) varias opciones literarias. Por ejemplo, la copla costumbrista canaria, con algún premio de por medio. Así, en 1979, escribió para La Alhóndiga de Tacoronte:
El sábado pa cobrar
y el domingo pa cargarte
Y el lunes, ¡que no hay muchacho
manera de despertarte!
Creo que le faltó buscar pareja literario-humorística fija (José H. Chela lo fue algunas veces) para ser lo más parecido a los famosos Tip y Coll. Con aquel escribió en 1983, Bacilitos, basilones y cancaburradas, con portada de Juan Galarza; fue el número uno, el que inició la serie de publicaciones de Humor del Centro de la Cultura Popular Canaria. Decía Reguero en el preprólogo bis del mismo: “El humorista no nace. El humorista no se hace. El humorista pace… porque es pacífico, pacifista, paciente”.
De esa singular manera seguro que ahora mismo estará de tertulia con gente que ya tendrá otro mote, o jugando al dominó con fichas que no serán 28 y en un lugar cuyo nombre Google jamás conocerá. Y para terminar recordando como realmente fue Reguero en vida, un pensamiento suyo sobre la muerte: “Partir es morir un poco. O un mucho. Depende de lo que te partan”. Y lo tengo claro, él se partía siempre… de risa. Afortunadamente.
P.D. Palabrista: inventor de palabras. Persona que, con ingenio y humor, crea palabras a través de la transformación de otras ya existentes. Ejemplo: Reguerosky, proveniente (también se puede ser riconiente) de Reguero.