Camas separadas, pero no tanto

José Manuel Soria aspira a ser presidente del Gobierno de Canarias, manteniendo el actual acuerdo con Coalición Canaria (CC) tras las próximas elecciones regionales. Todos los movimientos políticos de Soria en los últimos años persiguen lograr ese objetivo, para el que debería producirse una situación inédita hasta la fecha en el mapa político canario, la de que el Partido Popular (PP) logre más diputados que los nacionalistas en el Parlamento de Canarias.

No es imposible que los conservadores adelanten a los nacionalistas: en la pasada legislatura el PP obtuvo más votos que Coalición Canaria en las islas, aunque con el recuento del voto de los residentes en el exterior, CC superó muy ligeramente al PP. Pero ocurre que en Canarias, como consecuencia de unas normas electorales que privilegian el territorio por encima de la demografía, el número de votos no está directamente relacionado con el de escaños. Y la mayoría parlamentaria no la dan los votos obtenidos –eso lo aprendió el PSOE en las últimas elecciones–, sino los diputados. Aún así, los sondeos del PP –y también los de Coalición– indican que los conservadores van a mejorar sustancialmente sus resultados en Tenerife, mientras Coalición se hunde en Gran Canaria.

De esa forma, si el PP, además de mejorar en Tenerife, consiguiera rascar algún diputado en las islas de Lanzarote, Fuerteventura, La Palma y El Hierro –en las cuatro existen posibilidades de que eso ocurra, sobre todo si la polarización entre el PP y el PSOE se mantiene–, podría llegar a ocurrir que Coalición se convierta en tercera fuerza política, lo que haría muy difícil para los nacionalistas exigir la Presidencia. Soria sabe que dentro de un año se enfrenta a la oportunidad real de ganar Canarias para el PP, pero sabe también que mantenerse en el poder lo que queda de legislatura es determinante para que su partido y su candidatura lleguen en las mejores condiciones posibles a las elecciones. Y los precedentes no son del todo buenos, en lo que a cumplimiento de los pactos por Coalición Canaria se refiere: en las dos legislaturas anteriores, el PP quedó fuera del Gobierno antes de tiempo, la última vez por decisión de Coalición, y eso debe pesar lo suyo a la hora de afrontar con prudencia los próximos meses.

Quizá por ello, y a pesar de que desde el mes de marzo Soria intenta mantener un perfil político mucho más autónomo y activo que en los meses anteriores, el PP ha extremado la cautela para evitar tener problemas con Coalición, especialmente en Tenerife, feudo principal de los nacionalistas. Soria se permite alardear de sus diferencias –sobre todo en cuestiones de ámbito económico– con el presidente Rivero, y lanza mensajes electorales sobre la contención del gasto público, la reducción del Gobierno o el despilfarro en sueldos y coches oficiales, pero eso es apenas un discurso destinado sobre todo al propio electorado, que recibe encantado tales argumentos. Cuando se trata de conflictos en Tenerife, la actitud de Soria es muy otra.

La defenestración de dos de sus colaboradores tinerfeños más conocidos y valorados, Miguel Cabrera Pérez-Camacho y Ángel Llanos, en ambos casos para evitar problemas con Coalición en Tenerife, son la principal demostración de que Soria ha acabado por hacer suya la vieja filosofía ática del reparto de territorio, que garantiza la pervivencia del acuerdo ente la derecha y los nacionalistas, siempre que se respete a ATI la hegemonía en Tenerife.

Esa hegemonía fue puesta en peligro el último año por la guerra abierta declarada entre Ángel Llanos y Miguel Zerolo en el ayuntamiento de Santa Cruz, dónde al final el PP ha optado por sacrificar sus expectativas electorales en el altar de la estabilidad del Gobierno. Con ello, se repite casi milimétricamente lo ocurrido hace diez años, cuando se entregó la cabeza de Guillermo Guigou a Zerolo. Entonces el PP se resintió de manera muy importante en las elecciones, perdiendo cinco concejales de una sola tacada. La repetición ahora de la misma jugada puede llevar a un nuevo retroceso del PP en Tenerife, o al menos al bloqueo de las crecientes expectativas que las encuestas le atribuyen en Santa Cruz. Pero no parece que eso preocupe demasiado a José Manuel Soria.

Y es que el presidente del PP está convencido de que la estabilidad en los pactos –local, insular y regional– es más útil para hacerle llegar a la Presidencia del Gobierno que lograr un par de concejales o unos miles de votos más en las próximas elecciones.

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