El volcán de La Palma, la más reciente erupción en Cumbre Vieja y en toda Canarias, trajo el desánimo a la población local, la destrucción generalizada en la vertiente oeste de la isla (de forma muy directa en los municipios de El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte) y la desaparición o anulación agrícola en zonas de medianías y costa por el avance de las coladas hacia el mar arrasando fincas (la mayoría de ellas, platanera), por la lluvia continua de cenizas… Todo esto, resumido al máximo, trajo el volcán ya bautizado como Tajogaite.
Pero a la vez que eso ocurría, casi en el último cuarto del año 2021 (a partir del 21 de septiembre), que así son las cosas, hay que decir que, a escala regional y dentro de la actividad de producción de plátano, en parte como consecuencia de esa devastación en la segunda isla con más oferta de fruta, se empezaba a olfatear un primer ejercicio económico para el plátano isleño, el de 2021, de dos seguidos, de ensueño… Y así fue, con carácter general, para los cosecheros isleños, para todos aquellos que tuvieron la suerte de no vérselas con el volcán y que sus explotaciones agrícolas se convirtieran, por tal acción destructiva, en el mismo gran campo de coladas del Tajogaite. Eso ha ocurrido en la comarca del Valle de Aridane, o bien verse muy afectado, en las áreas cercanas al impacto directo de la erupción, por los efectos muy negativos del evento geológico en los cultivos (situación atmosférica alterada, precipitación de ceniza, problemas en el suministro de agua…). Todos estos agricultores, que hubiesen preferido, claro está, seguir con sus fincas han sido apoyados económicamente desde entonces.
El último volcán activo en La Palma coincidió y tuvo algo que ver con que el primer año bueno de aquellos dos para el cultivo del plátano en Canarias se diera en 2021, pero mucho más influyó en el inmejorable 2022. El año inicial de ese bienio, 2021, no fue nada malo para la comercialización del plátano, o sea, bueno, como dicen los cosecheros, y ello siempre teniendo en cuenta lo ocurrido con muchos productores afectados por la erupción, que seguro lo recuerdan como el mayor de todos los desastres.
Luego, con el inicio de 2022, el primer año en la recuperación palmera tras el apagón eruptivo de diciembre de 2021, el plátano brilló todavía más y, si 2021 se consideró un ejercicio bueno en precios, el siguiente ya se catalogó como muy bueno o excepcional. Algunos agricultores resumen lo ocurrido en los cuatro últimos años (2021-24) con una sencillez aplastante: “2021, precios buenos; 2022, precios muy buenos; 2023, año muy malo, y 2024 [a punto de terminar], muy malo, aunque algo mejor que su precedente”.
Así están las cosas en este sector productivo clave, solo en el capítulo de los ingresos del productor. El balance es, al cierre de 2024, el siguiente: los agricultores plataneros de Canarias, en términos generales, llevan 23 meses seguidos, uno detrás del otro, con precios percibidos por la venta de su género que no son remunerativos (por sí solo no cubren, en general, los costes de producción), y de esos 23 meses, solo dos, y digo dos, han sido regulares o buenos. Si no fuera por la ayuda directa que abona la Unión Europea (UE) dentro del programa Posei, de 141,1 millones de euros al año (0,33 euros por kilo comercializado para 420 millones de kilos), esa coyuntura ya hubiese significado la mayor de las ruinas para el principal cultivo de Canarias, que, pese a lo mal que responde el mercado, sigue aumentando en hectáreas (2021, 8.576 hectáreas de cultivo; 2022, 8.629, y se perdieron casi 220 por el volcán). He aquí la paradoja. Y lo peor: ¿quién le pone los cascabeles al gato? Por ahora, la Consejería de Agricultura, no lo hace, y lo tiene muy sencillo: lleva un año de retraso para sacar un nuevo decreto regulador de este cultivo que tiene, desde finales de julio pasado, el mayor de los consensos posibles.
Y, por cierto, que conviene recordarlo, tanto 2021 como 2022 fueron años con producciones por debajo de los 420 millones de kilos al año (412 millones, el primero de estos, y 349 millones, el segundo). La de 2023, en cambio, récord histórico, con 467 millones de kilos producidos, mientras que la de 2024 se prevé que esté por encima de los 450. Algo tendrá que ver en lo mal que va el mercado peninsular el descontrol de la oferta canaria, y esto sin entrar en la maldita pica: la destrucción de fruta por exceso de producción y para evitar un mayor desenfreno en la caída de las cotizaciones en la Península. La pica real en 2023 fue de 26 millones de kilos. La de 2024 será menor, pero también abultada. Crecen las desgracias y los gestores miran a los celajes.
Por todo lo expuesto, se puede decir que el análisis de la coyuntura crítica del plátano en 2023 y este 2024, casi finiquitado, viene a ser como adentrarse en el gran callo que le crece a la fruta más exportada desde Canarias tras la mar en calma de 2021, para todos menos los afectados por el volcán, y de 2022, descontados los mismos damnificados.
Tampoco debemos olvidar que, respecto a la situación general del sector primario en Canarias y sus prioridades en la legislatura 2023-27, el consejero de Agricultura, Ganadería, Pesca y Soberanía Alimentaria, el herreño de AHI Narvay Quintero (en su segunda etapa en este cargo autonómico), se ha pronunciado, en una entrevista realizada por este mismo autor para Canarias Ahora, en los siguientes términos, justo al finalizar 2023: “(…) uno de los retos, aunque diré varios, es mantener el sector [primario]; parar su caída económica. Ya no hablamos de crecer… Hay que ser realista. Como digo, uno de los grandes retos es mantener el sector; mantenerlo y dignificarlo. Es decir, dignificarlo en su acepción más extensa. Hay que dignificarlo visualmente, económicamente y socialmente. El que esté en el sector debe generar recursos”.
Luego, ya en relación con el plátano, el cultivo estrella de Canarias y dentro de la nefasta coyuntura de precios de 2023: “Ni sumando la ayuda de 33 céntimos por kilo se cubren los costes de producción. Al final, muchos pequeños agricultores no pueden y tienen que abandonar al no soportarlo. Es el momento de sentarse a analizar el plátano. De hecho, lo estamos haciendo junto con Asprocan, las OPP y todo el sector, y ya hemos hecho planteamientos que hasta ahora no se habían puesto encima de la mesa. Van a ser positivos para todos”. Y prosigue: “El plátano es un sector positivo que hay que apoyar. Pero es verdad que hay que tomar medidas y reflexionar, por el bien de todos. Porque lo de la pica no se puede sustentar [sostener algo para evitar que se caiga o se tuerza]. Tenemos que buscar una solución. Es verdad que es una reducción del mercado, que está autorizada y que es legal. Pero hoy en día creo que tenemos que buscar otra solución. Llevo escuchando lo del mercado exterior desde siempre. Al final, eso no se consolida. Así que, si queremos mantener el plátano en el futuro, tenemos que tomar medidas por el bien de todos. Son medidas que ya le hemos planteado al conjunto del sector. Porque la fuerza del plátano en Europa radica en sus 7.500 productores en Canarias”.
Y tres, el final: “En los dos últimos años, se ha aumentado demasiado la superficie cultivada”. “La producción de este año [2023] puede ser récord histórico [y lo fue, en producción y con el segundo mayor registro en pica], teniendo en cuenta que tenemos debajo de la lava doscientas y pico hectáreas”. “Para dignificar y no dejar caer el sector, tenemos que preguntarnos cuántos cabemos aquí para que esto funcione bien. A lo mejor, si seguimos metiendo gente, el barco igual se hunde”. “(…) hay que tomar medidas. Tenemos que hacer que todos vivan, desde el pequeño productor hasta el grande, porque dejar caer al pequeño productor sería un error imperdonable, porque los 7.500 productores han sido la fuerza negociadora ante Europa (…)”.
Transcurrido un año desde esa entrevista, Narvay Quintero no ha hecho nada que sirviera para combatir todos esos malos del plátano, y así ha sido a pesar de tenerlo todo a favor. No ha cumplido con sus intenciones verbalizadas en público ni con la valentía aquella de que la intervención legal se haría antes de que terminara diciembre de 2023.
Nada hay hasta ahora, y la producción sigue siendo muy elevada, las explotaciones proliferan en algunos casos como hongos y el consejero de Agricultura está paralizado por los miedos, por la política que es fuego amigo y por los grupos de presión, bastante desperdigados. Hace tiempo que se olvidó de aquella valentía de diciembre de 2023, cinco meses de después de acceder al cargo. Y así nos va. Si no actúa, y ya empieza a ser tarde, el será uno de los grandes culpables del desastre. Como dice Amable del Corral, presidente de Palca y agricultor con años entre plantones: “Segundas partes nunca fueron buenas”.
Aún está a tiempo Narvay Quintero de llevarle la contraria.