El año que, a efectos políticos, hemos vivido peligrosamente

Lejos de aclarar el panorama autonómico, el inesperado triunfo del PSOE sobre el PP en las elecciones generales ha provocado una situación de confusión en la política canaria. Ha sido un año en el que, a efectos políticos, hemos vivido peligrosamente, con un Gobierno de Canarias dedicado a jugar a dos bandas a la espera de acontecimientos.

Entre las elecciones autonómicas de mayo del 2003 y los comicios generales del 14 de marzo de 2004 que dieron lugar al acceso a los socialistas al poder en la Administración central, el Gobierno de Canarias había permanecido atento a los acontecimientos que se iban a producir en la política nacional y a los efectos que sobre los asuntos autonómicos ya en marcha supondría la nueva legislatura nacional. Era una suerte de interinidad estrictamente calculada, porque entre los nacionalistas canarios en el poder eran pocos los que contaban con la posibilidad de un vuelco electoral como el que se produjo finalmente. Menos dudas todavía suscitaba el resultado de las legislativas entre los populares canarios, por entonces ya socios de CC durante nueve años consecutivos.

Sin embargo, lejos de aclarar el panorama autonómico, el inesperado triunfo de los socialistas sobre los populares a escala nacional provocó una situación de confusión en la política canaria que, un año después de aquellos sucesos, apenas se puede dar por superada. Ha sido un año en el que, a efectos políticos, hemos vivido peligrosamente. Con un Gobierno de Canarias dedicado a jugar a las dos bandas a la espera de acontecimientos, un PSC primero dado al entente con la esperanza de entrar en el Ejecutivo y después despechado por no haberlo logrado y un PP canario desconcertado y sumiso a CC mientras existía la posibilidad de un pacto regional entre CC y PSC y crecido más tarde cuando tal acuerdo naufragó en los vericuetos de los ministerios.

Porque ha sido la Administración central socialista y su negativa a dar el trato aparentemente preferente que recibía CC de los conservadores, gracias a su apoyo en el Congreso de los Diputados, lo que ha imposibilitado en la práctica que los nacionalistas repudiaran al PP y dieran entrada a los socialistas en el Gobierno de Canarias. El partido de José Luis Rodríguez Zapatero prefirió apuntalar su minoría mayoritaria en los partidos que conforman el tripartido catalán y en esa situación, que CC valoró durante algún tiempo como transitoria con la esperanza de verla reconvertida en un acuerdo PSOE-CiU-CC, los nacionalistas canarios han tenido poco que ofrecer y menos que obtener.

Un año con Zapatero

Cuando se cumple un año de la formación del nuevo Gobierno nacional, el Ejecutivo de Canarias no ha logrado todavía reeditar con la administración central los convenios de infraestructuras que, con trampa o sin ella, fueron la estrella de sus relaciones con el Gobierno de José María Aznar. Y los socialistas han vuelto en consecuencia a las trincheras de la oposición en las islas. Hubo sin embargo otros aspectos de la política nacionalista que resultaron aparentemente revitalizados por el triunfo socialista en Madrid, caso de la reforma del Estatuto de Autonomía. La mano tendida de Rodríguez Zapatero a cambios estatutarios y constitucionales desencadenó en Canarias una iniciativa del Gobierno de Adán Martín para reformar el Estatuto canario que ahora se está viendo frenada por los socialistas canarios, oficialmente a causa de su empeño en que los posibles cambios estatutarios conlleven también una modificación del sistema electoral y oficiosamente debido al interés de Madrid por ralentizar las propuestas de reformas estatutarias y acompasarlas con el ritmo que toma la catalana.

En todo caso, y superada una situación de incertidumbre que se ha prolongado durante casi dos años, el Gobierno de Canarias parece enfilado al fin y se da por hecho que el pacto CC-PP logrará alcanzar el final de la legislatura. O a lo sumo caducar seis meses antes de la convocatoria electoral para permitir a los socios recuperar mínimamente sus perfiles políticos ante los electores. Tiempo habrá de verlo.

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