África vuelve a tener su propio espacio en la agenda de Canarias

La lógica de la geografía se ha impuesto en la política canaria a medida que el Archipiélago salía de los puestos de cola de Europa para consolidarse como una región emergente. Canarias se alejó de África y ahora vuelve a ella, atraída por las oportunidades económicas que depara un continente en el que tiene mucho por ganar y muy poco que perder.

El Gobierno de Canarias, arrastrado por el tirón del sector empresarial, ha reorientado parte de su política exterior al vecino continente hasta tejer unas relaciones que han merecido el reconocimiento del Ejecutivo español y de su Ministerio de Asuntos Exteriores, que el año pasado anunció la creación en Las Palmas de Gran Canaria de la Casa de África con el diplomático Luis Alfonso Ortiz al frente. Una de las tres patas de la tricontinentalidad, auspiciada con profuso interés desde el Gobierno de Adán Martín, también se reforzó en mayo de 2005 con la celebración en las Islas de un encuentro de embajadores españoles en el continente vecino y sus homólogos en España. A este evento se añadió el IV Seminario sobre África Subsahariana, celebrado días después y en cuyo transcurso tanto el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, como algunos de sus altos cargos destacaron el importante papel que tiene Canarias como puente de España y Europa con África, como así lo ratifica la posibilidad de que el Archipiélago se beneficie del instrumento de Gran Vecindad diseñado por la Unión Europea, y que le permitiría profundizar en sus relaciones con los países africanos con el respaldo económico de Bruselas.

Sin embargo, la constatación del nuevo rumbo canario la marcó el consejero de Economía autonómico, José Carlos Mauricio, que durante la visita del ministro Moratinos afirmó que “Canarias volverá a África” e instó a colaborar en el desarrollo africano sin la interferencia de potencias extranjeras, culminando así una intervención en la que puntualizó que la política con el vecino continente no se debía a la “mala conciencia” de un pasado colonial del cual España es partícipe. “Estamos avergonzados de haber colonizado Guinea y el Sáhara Occidental”. Mauricio lo apuntó, pero omitió señalar que es precisamente una de las dos ex colonias españolas, el territorio ocupado por Marruecos, el aspecto más polémico en el desarrollo de la política canaria con África. La represión de las autoridades marroquíes a los manifestantes prosaharauis en El Aaiún puso en apuros la aparente neutralidad que existe en el Archipiélago con respecto a este conflicto. Neutralidad que debe matizarse necesariamente con el manifiesto apoyo de la sociedad canaria a la causa saharaui y que no se ha trasladado al Ejecutivo autonómico, dirigido por una formación política, Coalición Canaria, que por el contrario siempre ha sido afín a las tesis del Frente Polisario.

A la tibieza del Gobierno regional se sumaron las reiteradas quejas por las actividades comerciales con el territorio ocupado, entre ellas la ruta abierta por la compañía Binter entre Gran Canaria y El Aaiún, y en cuyo vuelo inaugural participó el delegado del Gobierno en Canarias, José Segura. Las declaraciones del Ejecutivo, en las que negaba fomentar la relación económica con el Sahara Occidental y respetar, de esta forma, la legalidad internacional, no terminaron de convencer al delegado del Frente Polisario en las Naciones Unidas, Ahmed Boujari: “Hay hechos que ponen en entredicho el apoyo político canario al Sáhara”. El mismo Boujari se aferraba a los lazos históricos y a la geografía para pedir que Canarias no cierre los ojos ante el drama saharaui y recalcaba que invertir en Marruecos es positivo para desarrollar la región, pero que hacerlo en el territorio ocupado vulnera las resoluciones de las Naciones Unidas. Pocos cuestionan el beneficio que el regreso a África deparará a inversores canarios y países receptores. Sin embargo, la duda entra de lleno en el mundo de la política, donde las relaciones no deben estar basadas exclusivamente en criterios económicos. Volver al continente vecino debe ser prioridad, pero el respeto a los valores que no dependen de la rentabilidad empresarial deberá ser el código que guíe la vuelta a un continente que ya dejó de ser una colonia.

Cabo Verde: el alumno aventajado de Canarias

Cabo Verde intenta asimilar a pasos agigantados el modelo de desarrollo emprendido por Canarias. La fórmula, como no podía ser otra, tiene su base en el turismo y en un intercambio comercial que avanza con el mecenazgo del sector empresarial de la provincia tinerfeña, necesitado de un nexo con África después de que Las Palmas copase el protagonismo en la costa del continente vecino. Como prueba evidente de esa apuesta está el respaldo que el Cabildo de Tenerife ha dado a varios proyectos, entre los que se encuentra la puesta en marcha de una línea marítima que unirá Tenerife con Brasil pasando por Cabo Verde, y que dará sustento a las inversiones canarias, lo que hasta el momento se visualiza con la veintena de empresas que ya operan en el país. Una cifra que, con seguridad aumentará, dado el interés de las cámaras canarias, en cuyas misiones comerciales el archipiélago africano ocupa un puesto privilegiado. Pero lejos de limitarse a la inversión empresarial, se ha consolidado un modelo de cooperación que abarca incluso la formación de técnicos municipales caboverdianos, la donación de equipos informáticos o la participación de ambos archipiélagos junto a otras regiones de la Macaronesia en el desarrollo de una red de biosfera que garantice un equilibrio entre territorio y población. Incluso, la colaboración se materializa en los alumnos de Cabo Verde que recalan en Tenerife becados por la Universidad de La Laguna. Sin embargo, el archipiélago africano, al igual que ocurre en Canarias, posee una situación estratégica que lo sitúa en pleno centro de las rutas escogidas por los barcos de inmigrantes o los veleros que provienen de América cargados de droga. Y, de igual forma, encuentra serias dificultades para vigilar sus más de 750 kilómetros de costa. Las autoridades del país incluso han solicitado ayuda para realizar esa labor, lo que, evidentemente, no supone un atractivo para las inversiones extranjeras. El alumno aventajado crecerá imitando el modelo económico de Canarias, pero afrontar los problemas que esto acarrea es algo que deberá hacerlo solo.

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