Aquel viernes de mayo, a las 11 de la noche, con la sala de Presidencia del Gobierno a reventar de medios de comunicación, no se sabía a ciencia cierta qué es lo que quería anunciar Adán Martín. Los periodistas, desesperados ya, llevaban convocados una hora y el presidente no comparecía. Algo raro estaba pasando. El presidente iba a anunciar su nuevo y arriesgado gobierno, pero le faltaba un eslabón para cerrar su cadena: convencer a Marisa Tejedor, reacia en principio a asumir la tarea que le proponía el presidente. Esa era la causa del retraso.
Tras horas de tensión, a las 22:55, el presidente comparecía para anunciar un asunto bastante arriesgado, el gobierno en minoría de Coalición Canaria (CC) tras el cese de los tres consejeros del Partido Popular (PP) la semana anterior. Y por si fuera poco, que había confeccionado el equipo que él deseaba para presidir Canarias. La causa, según el presidente, era la pérdida de confianza. Otra realidad: a CC, cuya baza ha sido a voz en grito defender los intereses de Canarias en Madrid, ya no le era rentable un pacto con el PP.
El mundo actual, en ocasiones, invita a pensar que habita con mayor frecuencia la incoherencia que su reverso. Y en política, de esa de la que todos hablamos, de esa que es responsable de casi todo el entorno que nos rodea, más aún. El Gobierno de Canarias -regentado por Coalición Canaria- se ha inmiscuido en esta legislatura en un riesgo de grandes proporciones, el de seguir, más allá de lo impensable, una anunciada línea de coherencia que podría salirle muy cara.
Son tales los descréditos políticos que ya no sabemos distinguir o valorar cuando alguien actúa de acuerdo con sus principios o estrategias públicamente divulgados. Así, hay quien aún se sorprende de que Zapatero proclamara que si llegaba a la Moncloa retiraría las tropas españolas de Irak y lo hiciera, o de que Evo Morales asegurara que si llegaba al poder nacionalizaría los hidrocarburos y lo llevara a cabo. Ejemplos hay miles a lo largo de la geografía mundial. Nos gustará más o menos, pero están en el poder y es lo que prometieron.
El ‘entendimiento’ con Madrid
El nacionalismo canario, hoy representado por CC en borrascosa adolescencia, siempre ha defendido que para lograr sus propósitos y alcanzar lo mejor para el desarrollo de Canarias, es imprescindible “entenderse con el Gobierno de Madrid”. Su no dependencia estructural de ningún partido centralista le obliga a relaciones amistosas y hasta sorprendentes con quien gobierne España. Así de claro y así de complicado. Únicamente en esa clave se podría entender, quizás, cómo Luis Mardones dio su voto para la investidura de Felipe González. Claro que, en esa época, Mardones era mas joven y su próstata le funcionaba muchísimo mejor que el día que hubo que votar el estatuto catalán. O sólo así se explica también la versión moderna de Romeo y Julieta que nos brindaron Aznar y Mauricio (en su día, alto dirigente del Partido Comunuista de España).
Pero volvamos al Archipiélago Atlántico. Con Zapatero en Madrid, Adán Martín se encuentra con su gobierno de pacto con la oposición. Su programa, sus logros en Europa, las infraestructuras, mejorar la financiación sanitaria, el puerto de Granadilla, la policía autonómica… Todo lo que depende del apoyo del gobierno central se queda en el aire, mientras en Canarias, José Manuel Soria, siguiendo igualmente su coherencia, no para de fustigar al PSOE y a Zapatero.
Adán es un líder atípico. Su ideología gira en torno al centro reformista y su trayectoria política nos habla de dialogo, estudio, trabajo, planificación, consenso… Y siempre, o casi siempre, con la lentitud como identidad. El presidente se toma mucho tiempo en actuar. Quizás Goethe tenía razón: “Pensar es fácil, actuar es difícil, y actuar como se piensa es lo más difícil de todo”. Que se lo digan a Helmut Kohl, que estaba convencido de que entrar en la Europa del euro era fundamental, aunque no le hiciera ni pizca de gracia a Alemania. Sabía que, si entraba, le costaría las elecciones, pero aún así entró. Entró y salió de la cancillería porque perdió las elecciones, claro. Y es que en ocasiones, la coherencia y las convicciones conllevan un riesgo letal.
Adán Martín huye de situaciones violentas, de las vociferaciones, no hace -o no sabe hacer- regates políticos, gestos espectaculares o escenificaciones de líder al uso, a veces realmente tan necesarias. Coalición Canaria sabe que el gobierno de Zapatero quiere aislar al PP en las Cortes. El PSOE quiere escenificar que España va por un lado y el PP por otro. Y para eso necesita del apoyo de CC en Madrid. Es fundamental. Esta clave, que ha aprovechado CC, explica muchas actuaciones. Así, el arco parlamentario en su conjunto vota por un lado y el PP por otro. Esa es la estrategia Zapatero.
Adán se empieza a percatar en la primavera del pasado 2005 que su planteamiento de gobierno de dialogo es imposible. No se piensa plegar a una estrategia buena o mala del PP. No le es útil. Y de forma inesperada manda al PP a su casa. Decide gobernar en minoría, para lo cual se intenta asegurar el apoyo parlamentario de quien gobierna en Madrid. Típico y anunciado gesto de CC. Es lo que CC entiende como coherencia, le guste a quien guste y repercuta en el futuro próximo como repercuta. Desde luego, bastante más coherente que la moción de censura a Saavedra.
Al Gobierno le queda un año de minoría que puede resultar angustioso a medida que se acerquen los comicios de 2007. Su situación le obliga a negociar permanentemente con un PSOE que va a muerte en las próximas elecciones autonómicas. Habrá un momento en el que las relaciones se tensen o incluso se rompan. En Canarias sabemos que puede ocurrir de todo en política. Un pacto no dura un asalto. Y si Román Rodríguez llegó a ser presidente por sorpresa, quién no podría serlo.
Carlos Fuentes lo puso en boca de uno de sus personajes en La silla del águila, Kirchner se lo propuso a Lula para mejorar sus relaciones con Washington, y miles de personas han utilizado un tópico sin saber de donde procede: “La política es el arte de lo imposible”. Yo discrepo con el genial Maquiavelo. La política es el arte de lo posible. En política es posible todo, incluso la mayor vergüenza. Si tiene alguna duda, piense en Canarias, seguro que en algún punto y en algún momento encuentra un ejemplo que lo saque de incertidumbre.