Del tren de Melchior a la locomotora de Isaac

Otro año perdido. Nada relevante ha sucedido durante 2010 que haga pensar que el Norte de la Isla vaya a salir pronto de la aguda recesión en que se encuentra desde hace años. Al contrario: seguimos a la deriva. Todo indica que el panorama va a empeorar por el arrastre de la crisis económica internacional que ya se deja sentir por todos los rincones, por mucho que la haya negado el obstinado Zapatero. Y en el Norte de Tenerife aún se nota más.

Una decena de hoteles de Puerto de la Cruz ha cerrado, aumenta el número de parados en toda la comarca, sigue la emigración de trabajadores al Sur, la construcción se ha parado bruscamente y han quebrado muchas pequeñas empresas. El abandono de la agricultura se extiende como una plaga por las medianías norteñas. La situación es ciertamente preocupante y la crisis se siente doblemente en el Norte porque aquí faltan recursos, escasea la inversión privada y no llegan las ayudas públicas necesarias. Nadie mueve ahora un dedo por esta comarca que pierde rentabilidad día a día y sin remedio. Nadie vendrá de fuera a salvarnos. O se mueven las gentes del Norte o esta parte de la Isla quedará convertida en un erial, sin presente y sin futuro. Es la realidad insolidaria de una crisis despiadada que ha echado un cubo de pulgas sobre el perro más flaco.

El Norte tinerfeño ahora no es estratégico ni prioritario. Lo increíble es el conformismo reinante en los pueblos, resignados, apáticos, sin la unidad necesaria y sin líderes capaces de cohesionar, movilizar y dinamizar un territorio deprimido, pero con suficientes valores culturales y patrimoniales para reactivarse a poco que la empujen. Las prioridades de los que mandan y los negocios de los reyes del mambo insular están en otro lado; no en el Norte, precisamente, al que parece que ya sólo puede salvar un milagro o una carambola del destino. Los grandes proyectos estratégicos, previstos desde hace años para revitalizar la zona, siguen sin llegar o sin culminar, adormecidos por ese ritmo tedioso que lo contagia todo, desde la Cruz de Piedra hasta Punta de Teno.

Veamos algunos ejemplos. El ambicioso proyecto ferroviario de la isla de Tenerife, el buque insignia de la acción política del presidente del Cabildo, Ricardo Melchior, ya está en marcha con la exitosa experiencia del Metropolitano capitalino. Ahora arranca el proyecto del tren del Sur y, después le tocará al del Norte, si queda dinero. La carretera del cierre del Anillo Insular también comenzó, por el Sur, por supuesto, aunque inicialmente se había argumentado que sería la vía para acercar los trabajadores norteños a sus centros de trabajo. Un simple pretexto porque el fin era en realidad habilitar un acceso para el futuro puerto de Fonsalía. El edificio del Hospital del Norte toma forma, aunque persisten las dudas acerca de cuáles van a ser sus servicios y si será un auténtico hospital o un geriátrico comarcal. Las obras del puerto de Garachico -una deuda histórica de la Isla con la Villa y Puerto- están ejecutándose a buen ritmo y ya dejan ver que será un simple refugio, un pitufo-muelle. En cambio, del nuevo muelle de Puerto de la Cruz nada se sabe porque, más que dinero, lo que falta es voluntad y unión política para impulsarlo.

En medio de tanto abandono y desazón, ha ocurrido algo sorprendente que, por una parte, abre una ventana al optimismo en el Norte -lo que es casi un milagro- y, por otra, viene a demostrar que la reactivación real de esta comarca sólo la lograrán los propios norteños, los verdaderamente interesados en que el antiguo motor económico de la Isla recupere su potencialidad y su protagonismo. Ese hecho inesperado es la posibilidad de que la Villa de La Orotava se transforme en ciudad universitaria en breve plazo. El veterano alcalde villero Isaac Valencia, como el mejor de los magos, ha sacado de su chistera un proyecto que puede revolucionar el futuro de su municipio y de toda la comarca: la Universidad Europea de Canarias.

Se trata de un proyecto de la Universidad Europea de Madrid, perteneciente al grupo Laureate Internacional Universitas, con 551.000 estudiantes en 21 países del mundo. Será la primera universidad privada de Canarias. Se comenzará a construir a mediados de 2011 en la zona de San Agustín, en pleno centro urbano e histórico de La Orotava. Las obras, promovidas por Apymevo, superarán los 39 millones de euros. El proyecto tiene el visto bueno del Parlamento de Canarias y empezará a andar en el curso 13/14, con siete grados y unos 400 alumnos, que en cinco años se prevén aumentar hasta los 3.000. La universidad privada es la milagrosa locomotora que ha encontrado Isaac Valencia para empujar la reactivación económica de La Orotava y del Valle entero.

La creación de una nueva universidad es un proyecto capaz de generar ilusión, desarrollo y empleo, incluso en medio de la crisis. Es una alternativa real y de interés general. La experiencia ha demostrado que pequeñas localidades peninsulares como Villaviciosa de Odón y Villanueva de la Cañada se han transformado en pocos años en prósperas ciudades gracias a la implantación de universidades privadas, con millares de alumnos, que han actuado como agentes de dinamización y desarrollo. Son muchos jóvenes estudiando, viviendo, comiendo, comprando, divirtiéndose, moviéndose y gastando todos los días en el Valle de la Orotava. La locomotora de Isaac aún no ha llegado, pero ya está generando efectos positivos y palpables: el interés inversor en La Orotava se ha multiplicado en diferentes ámbitos, sobre todo en el inmobiliario y empresarial.

Casonas antiguas y edificios han sido comprados o alquilados para su transformación en residencias de estudiantes y nacen nuevas perspectivas de negocio. La Orotava es más que nunca un municipio atractivo para los inversores de todo tipo. Por contra, resultan ridículas las críticas expresadas desde la Universidad de La Laguna y diversos sectores políticos, que parecen olvidar que, básicamente, se trata de la implantación de un negocio como otro cualquiera, sujeto al derecho a la libre competencia. Es una iniciativa privada, oportuna y muy legítima que sólo traerá beneficios para una comarca de Tenerife necesitada de elementos catalizadores de su desarrollo, que, por cierto, la iniciativa pública no ha sabido procurar durante las últimas décadas. Parecería que algunos quisieran negarle al Norte el pan y la sal.

La llegada a La Orotava de la Universidad Europea de Canarias (UEC) es un motivo para la esperanza. Y una muestra de que en tiempos de crisis las gentes del Norte no pueden esperar a que vengan de fuera a salvarnos. El túnel del progreso y la luz que hay al final la tenemos que buscar nosotros solitos. Y mejor nos iría si estuviéramos más unidos. Ahora, a falta de otra cosa, toca esperar que la locomotora de Isaac funcione. Por el bien de todos.

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