El panorama global que nos ha tocado vivir, después del fatídico año 2020, no encaja con ninguna descripción que atienda a las circunstancias que conocíamos. El renacimiento de las sociedades después de un parón obligado y globalizado plantea miles de escenarios económicos y sociales por afrontar, cada uno de ellos distinto pues cada uno obedecerá a contextos diferentes que afectan a factores variados: desde los efectos post Covid, pasando por la guerra de Ucrania, hasta llegar a algunos más localizados y concretos como la erupción de un volcán.
Si los políticos afrontamos el reto de enfrentarnos a todos esos cambios, y organizamos nuestro discurso en función de las perspectivas económicas globales, puede parecer que pecamos de catastrofismo. Me consta que muchos lo harán, pero me resisto a incluirme en esa melancolía generalizada porque, pese a que afrontamos una coyuntura internacional complicada, y a aspectos como el aumento continuo del IPC, creo que la situación de nuestra isla puede y debe mejorar en algunos factores, y de hecho lo está haciendo desde un tiempo a esta parte, mostrando una admirable mejora en las cifras del paro o un horizonte positivo en el incremento de plazas turísticas.
Hemos conseguido que la isla aglutine el mayor tráfico aéreo total de Canarias, conectando con 31 mercados y 137 destinos a través de 54 compañías aéreas y superando incluso el registrado antes de la pandemia con algunos países emisores como Francia, Italia, Austria, Islandia, Hungría o Chequia
La pandemia nos ha servido para plantearnos otro modelo de promocionar nuestro turismo, y de ayudarlo a evolucionar también. Hemos conseguido que la isla aglutine el mayor tráfico aéreo total de Canarias, conectando con 31 mercados y 137 destinos a través de 54 compañías aéreas y superando incluso el registrado antes de la pandemia con algunos países emisores, como Francia, Italia, Austria, Islandia, Hungría o Chequia, lo que está contribuyendo a la diversificación de mercados emisores.
Pero, además, tenemos el foco puesto en un claro y decidido compromiso medioambiental que nace del convencimiento de que es una obligación moral, y una alternativa real, generar recursos económicos para nuestra isla. Es por ello que invertiremos más de 200 millones de euros en tratamiento de aguas residuales que se traducirán en el punto y final de los vertidos al mar y, además, en la obtención de miles de metros cúbicos de excelente agua regenerada que se pondrá a disposición de la agricultura.
Las energías renovables serán, no solo un compromiso para contaminar menos, sino una oportunidad de la que puedan participar las empresas y los ciudadanos de esta isla. Queremos potenciar la participación de empresas locales e instituciones en la implantación de las energías renovables y por lo tanto democratizar también los ingresos que generan.
Desde el Cabildo estamos muy pendientes de propiciar, ampliar y velar por el mantenimiento del empleo, así como por atender al entramado comercial de la isla. Entre 2020 y 2022 la institución insular ha dedicado más de 54 millones de euros en ayudas directas a empresas y municipios para generar empleos. Y en otros órdenes, no podemos olvidar que nuestra historia económica pasa por la agricultura y la ganadería como fuente de riqueza y por ello desde la institución insular hemos llegado a configurar un presupuesto para el sector inédito en la historia de Tenerife. En 2022 el Cabildo dedicó al sector primario un presupuesto casi equiparable al que se dedica al Turismo, superando los 26 millones de euros.
Son estos, y otros muchos, los retos que nos quedan por delante en el futuro cercano. Avanzaremos en esta etapa plagada de dudas e incertidumbres, pero estoy convencido de que lo importante es pensar en una isla mejor y más preparada para impulsar el crecimiento, el desarrollo económico y el empleo. Sin duda alguna lo conseguiremos entre todos.