Pocos tiempos tan duros para nuestra tierra y para el planeta, como los que vivimos desde el año 2000, exceptuando los periodos de guerras. La película ‘No mires arriba’ se estrenó en 2021. La película nos recordaba que la humanidad entraba en un callejón sin salida hacia su autodestrucción, a pesar del negacionismo climático que se extendió a otras situaciones, incluida la pandemia de Covid-19 que acabó con la vida de millones de personas. Una situación sanitaria que también tiene su origen en los impactos del ser humano sobre los ecosistemas. Porque la naturaleza no sólo se ve afectada por las agresiones a las que es sometida, sino que reacciona frente al empobrecimiento de la biodiversidad y de especies, contra la contaminación del aire, el mar y la tierra.
Además, en esa espiral de problemas y dificultades que estamos viviendo, en 2021 tuvo lugar la catástrofe que calcinó con una profunda herida a la isla de La Palma. Una erupción volcánica esperada y que puede producirse en cualquier isla del archipiélago. No hubo en esta ocasión quien se atreviera a negar la presencia del volcán, pero tampoco víctimas mortales gracias a los medios de predicción y prevención que tenemos. Aunque la naturaleza demostró su dureza y su capacidad destructiva en un territorio que era la crónica anunciada de episodios volcánicos, cuando todavía hay personas que llegaron a ver las erupciones de San Juan y el Teneguía.
Pero ya conocemos mejor a lo que nos podemos enfrentar en un territorio volcánico. Habiendo padecido erupciones por mar y por tierra, en El Hierro y La Palma, con apenas una década de separación entre ambos acontecimientos. Y, otra experiencia o aprendizaje de estos eventos, demostrando la solidaridad isleña en ése espíritu de resistencia que nos identifica y nos une.
También hemos conocido los grandes Incendios forestales y el fuego en zona Interfaz Urbano-Forestal. Sabemos los riesgos que corremos si no frenamos el conato en sus inicios. Por ello, estudiamos la complejidad del territorio insular para actuar ante las llamas. Y hemos presentado en 2021 ‘Alertagran’ para poder vigilar la presencia de fuego en todas las comarcas de la isla, junto a un simulador gráfico que analiza escenarios de posible evolución del fuego. Un sistema único en España.
Aunque el fuego puede ser un importante aliado de la erosión y desertificación de la isla, no lo es tanto como el progresivo descenso de las cantidades de agua que la isla recibe en forma de lluvia. En los últimos cincuenta años se ha producido un descenso de un treinta por ciento en las precipitaciones registradas. Ante esta crisis hídrica que se agrava, en 2021 hemos presentado ‘Aquagran’, la plataforma que nos permitirá gestionar correctamente los recursos hídricos, tanto en las aguas superficiales embalsadas, la producción de agua desalada o las aguas reutilizadas, aprovechando todo este caudal para las actividades económicas que se desarrollan en la isla.
La puesta en marcha de este proyecto coincide con el inicio de otra gran infraestructura estratégica para la isla, el proyecto Salto de Chira, que nos permitirá aprovechar al máximo dos de las grandes presas del Archipiélago. Una de ellas, la de mayor capacidad, para no sólo almacenar el agua que llegará de las lluvias y de la nueva desaladora de agua del mar de Arguineguín, sino que permitirá que entre las dos presas se produzca un salto para producir energía en los momentos en los que el sol o el viento no produzcan la suficiente energía para garantizar la calidad del servicio eléctrico a la población.
La aprobación de Salto de Chira por los organismos competentes y tras un largo proceso administrativo nos permite ver el futuro con esperanza, ya que podremos alcanzar objetivos ambiciosos en la Estrategia de Gran Canaria para la Adaptación y Lucha contra el Cambio Climático. Avanzamos hacia una isla que puede alcanzar la soberanía energética sin combustibles fósiles, así como disponer de suficientes reservas de agua y suministro a la población de las cumbres y medianías. Gran Canaria podrá convertirse en una referencia mundial como ecoisla.
Por último, en 2021 procedimos a la compra de varios millones de metros cuadrados de superficie en Guguy, un territorio al que sólo se puede llegar a pie o en barco, debido a su orografía, lo que convierte este rincón de la isla en un paraíso que conserva tres ecosistemas, entre los que destaca el cardonal tabaibal mayor de Canarias. Estos recursos naturales han dado alas al deseo de Gran Canaria de contar con un Parque Nacional, con la singularidad de que será un Parque Nacional con una gran superficie marina, asociada a la zona terrestre que ya forma parte, además, de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria.
Las ayudas a los colectivos afectados por la crisis (autónomos, empresas, sector primario…), junto al apoyo a los diferentes sectores, han permitido el sostenimiento de las actividades económicas, cuya capacidad de recuperación es, como sucedió en la anterior crisis, un caso singular en el conjunto del Estado. Un apoyo decidido al sector primario, al industrial y al turístico, pero también a la diversificación económica, apoyando los proyectos del sector audiovisual, industria de la moda, tecnológico y la innovación en los ámbitos de la economía verde, azul y la concienciación para fomentar la economía circular y los productos km 0.
Todo este esfuerzo se complementa con la atención a las personas y territorios más vulnerables, con un esfuerzo en las zonas amenazadas por la despoblación, así como la atención a las personas más necesitadas, por lo que están en marcha obras que nos situarán en la media europea de número de plazas socio sanitarias para una población cada vez de mayor edad.
Todo esto necesita ser comunicado. No basta con hacer las cosas si no se conocen. Por ello apelo al compromiso periodístico para que la esperanza y la confianza sustituyan a la confrontación. Que la resiliencia y la solidaridad sean los titulares que definan la nueva realidad canaria.