Recordar los comienzos de mi trayectoria al frente del Cabildo de Fuerteventura no es tarea fácil. En marzo de 2021 tomaba posesión del cargo en medio de la peor crisis que la Isla ha sufrido en su historia reciente.
Aun así, como todos los comienzos, el mío también estuvo cargado de ilusión, creyendo que el futuro se prometía indulgente y próspero, cuando aún pensábamos que lo peor de la pandemia de la Covid ya había pasado o estaba a punto de pasar.
Tras un 2020 en el que la población de Fuerteventura había dado ejemplo de civismo a toda España, manteniéndose entre los índices más bajos de contagios, en 2021 las “olas” no tardaron en elevarse en todos los puntos de nuestras amplias y doradas orillas. Elevando con ellas las cifras de enfermos, de hospitalizados y, desgraciadamente, dejándonos la triste memoria de los primeros fallecidos en la Isla.
Estar al frente de la máxima institución de una isla en un momento tan crítico como ese es probablemente de las cosas que más te ponen a prueba en la vida.
Hoy puedo respirar al decir que, espero que ahora sí, lo peor ha pasado. Y no solo ha pasado, sino que en medio de la tormenta pude cumplir con mi objetivo y tender puentes. Puentes a la concordia para contar a mi alrededor con equipos coordinados y capaces. Y, gracias a ello, no solo logramos mantenernos a flote, sino incluso navegar a buena vela.
Comenzamos a trabajar más intensamente que nunca, no solo para propiciar la seguridad de los ciudadanos de Fuerteventura, poniendo inmediatamente en marcha campañas de concienciación y en favor de la vacunación masiva de la población; sino también buscando fórmulas que nos permitieran aprovechar el necesario parón de muchas actividades, para relanzar otras de vital importancia para nuestra tierra y que llevaban años, algunas incluso décadas, paralizadas.
Así es como el Cabildo de Fuerteventura destinó el mayor presupuesto de su historia a reparar y adecuar las infraestructuras existentes, pero también a crear nuevas presas secas, desarenadores y cuencos de retención hidráulica, así como pusimos en marcha grandes proyectos para reparar y mejorar las instalaciones de desalación y conducción del agua de la Isla. Porque vivimos en una isla en la que cada gota de agua es un tesoro que no se puede ni se debe desperdiciar. Y el trabajo de hoy supone la supervivencia del mañana.
Y así es también como pudimos, por fin, crear un verdadero modelo comarcal, trabajando en el equilibrio insular. Teniendo en cuenta a la comarca norte y la comarca sur de Fuerteventura y estableciendo un modelo equilibrado capaz de unir la isla de forma integral, en un Eje Norte-Sur eficiente, prestando la atención debida, con medidas de mantenimiento, mejora y seguridad para nuestras autovías, nuestras carreteras y nuestros caminos y que todos los habitantes tengan acceso a los servicios básicos de nuestra isla.
Porque vivimos en una isla de distancias inmensas y con una gran fragmentación, por lo que garantizar la comunicación dentro del territorio, una Red de Carreteras potente, capaz de unir el eje norte-sur de nuestra isla de una forma cómoda, rápida y, sobre todo, segura es vital para la supervivencia de todas y cada una de sus áreas.
Y es así también como hemos podido sentarnos a planificar el futuro que Fuerteventura merece. Un futuro sin dependencias. Un futuro con oportunidades. Un futuro en el que mi isla, la que heredarán mis hijos y mis nietos, mirará cara a cara al mundo con orgullo.
Y soy consciente de que enfrentamos cada día a nuevos retos. De esos nunca faltan. La coyuntura internacional nos ha colocado ante el brete del incremento sin igual de los costes de la energía, que nos están afectando y nos afectarán en medidas, tan básicas y necesarias en nuestra particular condición insular, como es la desalación de agua para el abastecimiento de la isla. Pero, como hemos hecho hasta ahora con todos los baches que el destino nos ha colocado en el camino, no nos arrugamos ante la adversidad, sino que le plantamos frente con valentía.
Y me siento feliz y agradecido de contar con un equipo que me ha permitido dar salida a la iniciativa de poner en marcha el Plan de Sostenibilidad de la Isla que, ahora, se confirma más que nunca que es imprescindible. Que tenía que haberse implementado hace décadas, pero que al fin está en marcha y que, aunque tardará los plazos inevitables que precisa para hacerse realidad, nos llevará hacia la tan ansiada y tan necesaria independencia energética. Poniendo en valor los recursos inestimables que nos regala nuestra maravillosa tierra: nuestro sol, nuestro viento, nuestro mar, que en unos años serán fuente de libertad, riqueza y sostenibilidad ambiental y económica para el futuro Fuerteventura.
Un futuro en el que Fuerteventura tendrá el lugar destacado que merece en el mapa mundial de la investigación científica y tecnológica gracias a la primera piedra que recientemente colocamos para ello en el Canarias Stratoport for Haps.
Y soy consciente de que los ciudadanos presencian con estupor y cierta incredulidad la idea de que Fuerteventura pueda convertirse en un referente internacional para la ciencia. Pero tanto yo, como todos los que hemos trabajado para abrir las puertas y ventanas de nuestra isla a un proyecto que mira a 2030, sabemos de las fortalezas de nuestro territorio y de cómo este proyecto nos conducirá a la diversificación de nuestro tejido productivo más allá del, por otra parte, y eso nadie lo pone en duda, prolífico sector turístico. Tenemos el potencial para lograrlo y nos sobran los motivos. Porque de ello depende la apertura de oportunidades económicas y laborales para nuestros jóvenes, los jóvenes que representan la generación más cualificada de nuestra historia.
Y de eso es de lo que más orgulloso puedo sentirme de mi paso por el Cabildo de Fuerteventura: de la convicción de que todo lo que se ha hecho ha sido en post de construir futuro. Un futuro real para mi isla. Un futuro que al fin comienza a perfilarse con ilusión para una isla que merece carreteras adecuadas a su difícil orografía, que merece infraestructuras que le permitan aprovechar el agua que le llega, porque no se puede permitir desperdiciar una gota; un futuro en el que Fuerteventura demostrará el enorme valor que tiene para sí misma y para el mundo. El valor que tienen sus costas, su mar, su aire, sus cielos.
Ese futuro que miro desde esta orilla en la que ahora me encuentro es el que un día me hizo dar un paso adelante para emprender la tarea titánica de ponerme al frente de la Administración de la Isla. Y es ese futuro en el que creo firmemente y por el que sé que he trabajado desde el corazón el que me hace no tener ningún miedo a lo que esté por venir. Pues conmigo o sin mí, pase lo que pase de aquí a unos meses, tengo la paz y la tranquilidad interior de que las semillas de futuro que he plantado crecerán fuertes y verán la luz de un sol radiante y prometedor.