Pocos lugares en nuestras islas tienen la capacidad de San Cristóbal de La Laguna para conjugar al mismo tiempo tradición y modernidad, historia y futuro. No en vano, la única ciudad de Canarias reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad alberga por un lado un trazado urbano que se ha conservado intacto desde hace cinco siglos, edificios de enorme valor monumental, y la presencia de sociedades civiles centenarias, y por otro, instituciones tecnológicas punteras como la sede del Instituto de Astrofísica de Canarias o el Consejo Superior de Investigaciones Científicas; infraestructuras de primer nivel, como el Aeropuerto Tenerife Norte-Ciudad de La Laguna, y una sociedad civil con un enorme compromiso social. En este medido equilibrio entre pasado y porvenir está buena parte de la idiosincrasia de La Laguna.
Es indudable que la pandemia ha causado grandes estragos en todos los ámbitos a nivel mundial, y el sector servicios no ha sido el menos afectado. La Laguna es uno de los motores económicos de Tenerife, y cuenta con una de las zonas comerciales abiertas más dinámicas y atractivas del Archipiélago. En estos años, el gobierno local ha sabido articular medidas no solo para contener los efectos nocivos del confinamiento, sino para favorecer la pronta recuperación de la actividad económica y, consecuentemente, contribuir a la creación de puestos de trabajo, hasta el punto de que las cifras de desempleo en el municipio se mueven ya en dígitos similares a los anteriores al estallido de la pandemia.
Además de su impulso comercial, el municipio tiene grandes posibilidades de avanzar en un desarrollo turístico ordenado, con una oferta alternativa a la de sol y playa, donde patrimonio, cultura y naturaleza van de la mano. Nuestra condición de Ciudad Patrimonio nos posiciona a la hora de brindar al visitante un producto turístico diferenciado, que difícilmente podrá encontrar en cualquier otro lugar de Canarias, al conjugar, casi en un mismo lugar, riqueza monumental con naturaleza de montaña y costa, y amplias alternativas de ocio y diversión.
También la cultura es uno de los distintivos de La Laguna. Ser ciudad universitaria ha facilitado la afluencia de un capital humano que enriquece continuamente el discurso intelectual y cultural de la ciudad. El grupo de Gobierno de La Laguna ha tenido muy claro desde el primer momento el papel vertebrador de la cultura, como factor de desarrollo y también motor económico. Por eso mismo una de nuestras primeras medidas fue declarar la cultura bien de primera necesidad; una declaración que, a la postre, resultaría decisiva durante la pandemia, ya que se tradujo en un apoyo continuado a uno de los sectores que más se vieron afectados por las sucesivas cancelaciones y la imposibilidad de creadores, autores e intérpretes de dar a conocer su trabajo.
Del mismo modo, el compromiso con el medioambiente y la lucha contra el cambio climático se han traducido en medidas concretas de ahorro energético y la apuesta por las energías limpias. La Laguna es hoy un municipio en transición hacia un modelo menos contaminante y autosostenible. También en materia agrícola, donde seguimos dando pasos hacia una mejor gestión y explotación de los terrenos de cultivo, la calidad del producto local y los canales cortos de comercialización.
Pero, sobre todo, este ha sido el tiempo de volcarse con la ayuda a las personas, con unos servicios sociales que se han desvivido para atender las incontables necesidades generadas por una situación que difícilmente podíamos haber imaginado. Haber estado a la altura de las circunstancias, sin dejar a nadie atrás, es una de las pequeñas satisfacciones de un Gobierno local que nació con el claro compromiso de poner el bienestar de las personas en primer lugar.
Son las líneas principales que han marcado nuestra trayectoria en este tiempo. Pese a todas las dificultades y el drama humano que ha supuesto la pandemia, hemos puesto todo nuestro empeño en recuperarnos cuanto antes de sus efectos perniciosos, para seguir liderando el crecimiento en Tenerife y en Canarias. Ese es también nuestro compromiso para los años venidos. Es imposible saber qué nos deparará el porvenir, pero sí tenemos claro el camino que tenemos que seguir para que La Laguna sea cada vez más una ciudad abierta, inclusiva y tolerante, que mira al futuro con esperanza.