El avión resurge entre las nubes de ceniza del volcán y las olas del coronavirus

En enero de 2021 la actividad aeroportuaria cayó en Canarias un 61,5% en relación con el mismo mes de 2020

La pandemia por el COVID iniciada en marzo de 2020 hizo que la aviación entrase en barrena. Sin aviso previo, los gobiernos impusieron el confinamiento de la población y cerraron sus fronteras. Algunos, lo más afortunados, cancelaron sus viajes de ida antes de partir. Otros, pudieron regresar a sus países de origen en vuelos de repatriación. Los que peor lo pasaron fueron aquellos, que tuvieron la fatalidad de encontrarse en el extranjero sin capacidad de regresar a casa y encontrándose con que, ni tan siquiera, en el país de destino, se les daba fórmulas para estar en medio de este calvario. Este colectivo tuvo que esperar meses a que la situación mejorase para regresar al hogar. Con la llegada de las primeras vacunas, que, por ciento, también viajaban en avión, se esperó que la situación retornase rápidamente. Esto no fue así y el virus demostró que lejos de estar de bajón, todavía tenía mucha guerra que dar.

En enero de 2021 la actividad aeroportuaria cayó en Canarias un 61,5% en relación con el mismo mes de 2020. El número de pasajeros se desplomó en un 83%, mientras que el transporte de mercancías cayó un 19%, porque muchas aeronaves de pasajeros se transformaron en reactores de carga. Con el aumento de los pinchazos por parte del personal médico, la situación sanitaria mejoró poco a poco y esto se trasladó a la aviación. En febrero, Binter Canarias incrementó sus conexiones con Mauritania y poco después retomó los enlaces con Agadir (Marruecos) y Dakar (Senegal). Al mismo tiempo, en marzo, la principal aerolínea canaria aumentó un 40% su oferta de vuelos en el Archipiélago. Ya en julio, las restricciones parecían cosa del pasado y la compañía anunciaba más enlaces a otras ciudades españolas, así como a diferentes localidades de Europa y Marruecos.

Las hélices de los aviones se ponían en marcha, aumentando el paso e iban dejando atrás el virus. En mayo, el gestor público de los aeropuertos españoles (y los de Canarias), AENA, obtuvo la certificación sanitaria que acredita que los ocho aeropuertos de las Islas son seguros y que cumplen la acreditación de Salud Aeroportuaria del Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI). Este es un programa que toma en cuenta las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), entre otros. El tráfico de pasajeros se recuperó poco a poco y el gestor público reabrió instalaciones que habían permanecido clausuradas, como las salas VIPs, que fueron renovadas aprovechando el cierre temporal. Igualmente, también se reabrieron parques infantiles, como el de Fuerteventura, que simula la carlinga de un avión, al que han incorporado cuatro toboganes en los que serían sus salidas de emergencia.

A la vez que se recuperaba la actividad aérea, el Parlamento Europeo daba una buena noticia al Archipiélago. La Eurocámara aprobó en junio que las Regiones Ultraperiféricas (RUPs) estén al margen del régimen de comercio de los derechos de emisión, al menos hasta 2030. Esta norma tiene por objetivo penalizar el uso del avión, frente a otros tipos de transportes menos contaminantes y con más fama de ecológicos como es el tren. El Gobierno de Canarias informó que se ha aprobado una enmienda que dejaba al margen las conexiones interinsulares y las que se producen entre las Islas y la Península. Con la ampliación se salva también los aparatos que utilizan los millones de turistas que emplean los reactores para llegar desde sus ciudades de Europa hasta el Archipiélago. Aunque la medida ha sido aplaudida en Canarias, el sector no deja de ser consciente de que el turista va teniendo mayor concienciación con su huella de carbono y pide hoteles más eficientes tanto en el uso de la energía como en el consumo del agua y la gestión de los residuos. Se da por hecho de que la sostenibilidad también tendrá que llegar a la industria aérea. Ya se están haciendo progresos por fabricar aeronaves más ligeras, con menos motores, que, a su vez, son más eficientes y con nuevos carburantes. De hecho, en el horizonte 2025 el Gobierno de España quiere que en los aeropuertos nacionales se pueda repostar combustible sostenible de aviación.

Por su parte, en AENA también han dado pasos en este sentido. Destacan dos grandes líneas. Por un lado, los aeropuertos canarios van incorporando nuevas plantas generadoras de energía renovable. En Tenerife Sur se estreno a principios de años una central fotovoltaica que genera 1 MW, equivalente al consumo de 500 hogares. En agosto, se inauguró la planta de Lanzarote, con una potencia de 850 kW, suficiente para dar luz a 400 casas. A estoy hay que sumar las instalaciones ya existentes en La Palma, con sus molinos de viento y las placas fotovoltaicas de Fuerteventura que se estrenaron a finales de 2000. Por otra parte, AENA ha ido avanzando en la insonorización de los entornos de varios aeropuertos, como los dos de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, beneficiando a cerca de 5.600 inmuebles.

Con todo, el año concluyó con una cierta recuperación que da alas a los más optimistas. A finales de octubre, cuando se suele producir el fin de la temporada veraniega y el inicio de la de invierno, AENA comunicó que las aerolíneas programaban más de 25,6 millones de plazas para volar a las Islas. Esto representa un 20% más que en 2019, antes de la aparición del virus coronario. Destaca el fuerte incremento de las conexiones internacionales, que con un alza del 28% supera el incremento de los enlaces nacionales, que también crecerá, pero menos, un 9%. En total, habrá 812 rutas desde Canarias al exterior y 172.600 vuelos. De acuerdo con las estadísticas del gestor aeroportuario, Gran Canaria encabeza la clasificación regional con 7,8 millones de plazas programadas para el período (un 18% más), seguido de Tenerife Sur con 6,4 millones (un 25% adicional), Lanzarote con cuatro millones (31% de incremento), Fuerteventura con 3,4 millones (lo que representa un alza del 33%), Tenerife Norte con 2,9 millones de asientos (+5%), La Palma con 671.000 butacas (-17%), El Hierro con 151.000 (+3%) y La Gomera con 48.000 plazas (que representa un incremento del 14%).

Nubes negras

El 19 de septiembre La Palma vio nacer a un nuevo volcán. Desde el primer momento, Enaire, que es la empresa pública que se encarga de la gestión de la navegación aérea en España, avisó a Eurocontrol y pidieron precaución a las compañías aéreas en tanto se iba recopilando información. Uno de los primeros vuelos, que llegaba a la Isla, momentos después de la erupción, optó por hacer un circuito de espera en tanto su tripulación analizaba la situación. Al final, el comandante pudo tomar en tierra palmera cambiando la ruta de entrada normal, entrando por la pista 36 en dirección norte a sur (al contrario de lo que suele ser habitual). Por su parte, otro vuelo regional optó por regresar a su aeropuerto de origen ante el temor de entrar en una nube negra de ceniza que pudiera afectar a los motores de la aeronave.

AENA destacó que este primer día, el aeropuerto de La Palma se mantuvo abierto. Sin embargo, en la memoria colectiva aparecían los recuerdos del volcán islandés Eyjafjalla, que puso en jaque a la aviación europea. Fue en abril de 2010 que las cenizas islandesas paralizaron por completo la actividad aérea en el continente durante seis días. En el caso canario, los Alisios, con vientos predominantes del noreste en dirección suroeste, ayudaron a que los restos que emanaba del cráter no afectasen de manera importante a las conexiones aéreas, ya que salían del Archipiélago en dirección suroeste, fuera de las principales aerovías. De acuerdo con la información oficial, el aeropuerto de La Palma estuvo abierto el 90% del tiempo y durante los casi tres meses que duró la erupción se llevaron a cabo 2.130 vuelos, el 74% de lo programado.

Para hacer frente a la que se avecinaba, AENA llamó a los técnicos de aeropuertos con experiencia en volcanes, como son los aeropuertos de Catania (Italia) con el Etna que despertó en 2018, Quito (Ecuador) que afrontó la erupción en 2002 del Guagua Pichincha y Miyazaki (Japón) al que le afectó la erupción del Shinmoedake en 2017. Con todo, desde el gestor público señalan el esfuerzo que supuso mantener limpias las instalaciones aeroportuarias de la ceniza. Asimismo, se anunció un plan de estímulo extraordinario para las compañías que vuelen a La Palma, que les permitirá recibir un reembolso del 100% de la tarifa de los pasajeros de salida que utilicen el aeropuerto palmero durante todo el año 2022. Sin embargo, y a pesar de la promoción, La Palma empezará 2022 con menos vuelos en su programación.

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