La mayor concentración comercial en detrimento del pequeño comercio, supone la pérdida de tejido productivo y de miles de empleos
El sector comercial representa, con un 21%, una quinta parte del PIB de Canarias; de la suma total de empresas del Archipiélago un 23% desarrollan actividades de ámbito comercial; y de los afiliados a la Seguridad Social, solo los comercios aglutinan a más de 157.000 personas, lo que supone un 20% del total de las islas.
Se trata, pues, de un sector de gran relevancia en el entorno económico canario que, además, cuenta con la ventaja de ser capaz de establecer de manera natural sinergias con otras áreas como pueden ser la restauración o el turismo, generando así efectos multiplicadores en el desarrollo de la actividad económica y el empleo de las Islas.
A la luz de estos datos, y habiendo situado el importante papel que el comercio juega en la economía canaria, resulta necesario analizar el comportamiento que sus indicadores vienen experimentando durante los últimos años y que, más que por el impacto coyuntural que supuso la pandemia, tienen su raíz en factores de origen interno estrechamente vinculados con un cambio socioeconómico de Canarias.
Así, durante el año pasado tras el shock inicial que supuso la pandemia, el sector comercial comenzó a recuperar levemente tanto el número de empresas como las ventas, que en 2021 registraron un crecimiento del Índice de Comercio al por Menor del 1,6%, cifra que si bien dista del 3,2% registrado a nivel nacional, ha ido acortando distancias en el año 2022 gracias a la fuerte demanda generada por los turistas que a mediados del año pasado comenzaron a regresar. En términos de empleo los resultados no fueron tan favorables pues Canarias retrocedió un 3% en el Índice de Ocupación del Comercio Minorista, siendo la caída anual más acusada de todo el país frente a una media española que varió un 0,6% en 2021.
Sin embargo, más allá de elementos coyunturales como fue la pandemia, el análisis debe enfocarse más en los factores de carácter endógeno que encuentran su origen en un cambio del entorno socioeconómico canario y que afectan directamente a los resultados del sector comercial. Hablamos, por ejemplo, del desequilibrio territorial existente en las islas, caracterizado por una población cada vez más envejecida que, además, se concentra en las áreas metropolitanas dando lugar a un abandono de las zonas de medianías o incluso de las denominadas Islas Verdes de La Palma, La Gomera y El Hierro; de una incorporación cada vez más intensa de la mujer al entorno laboral; de cómo se ha reducido el tamaño medio de los hogares, dando lugar a un incremento de unidades de consumo; de cómo las compras poco a poco han ido asociándose a otras actividades de ocio y tiempo libre; de la disponibilidad horaria de los comercios, que deben adecuarse a las exigencias de los consumidores; de una tendencia a ser más selectivos a la hora de comprar influenciado también por un aumento del nivel educativo de la población; de la creciente relevancia en materia de sensibilidad hacia las implicaciones ambientales de la fabricación y distribución de los productos a la hora de comprarlo; o del impacto de las nuevas tecnologías, que permiten la desterritorialización de un establecimiento a través de las tiendas virtuales o el comercio electrónico.
Retos y desafíos planteados al sector comercial que la pandemia no ha hecho más que acentuar, generando una complicada situación durante los últimos años en los que, además, cada vez se aprecia una mayor concentración comercial en detrimento del pequeño comercio, con el riesgo que esto supone de pérdida de tejido productivo y de miles de empleos. Una realidad que se enmarca en un entorno mayoritario de empresas familiares, con muchas dificultades de competir en una economía cada vez más globalizada y digitalizada, y que en ocasiones no es capaz de acometer estos cambios que, paradójicamente, son de gran profundidad, pero se producen con asombrosa rapidez.
Resulta evidente, por tanto, la necesidad por parte de este sector de adaptarse a esta nueva realidad. Todo ello mientras hace frente a otros retos planteados por el día a día, como por ejemplo la galopante inflación en la que estamos sumidos, que supone un revulsivo adicional que pone nuevamente en jaque al sector. Los comercios se están viendo obligados a hacer frente no solo a un deterioro importante de la demanda en los próximos meses por la pérdida de renta disponible que van a experimentar tanto familias como turistas, sino también a un incremento de los gastos de explotación por la falta de algunos suministros que aún no han adecuado su producción tras la pandemia, además de hacer frente a un incremento de costes de transportes asociados al encarecimiento del precio del combustible y al crecimiento del coste energético que ha acentuado el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, cuya resolución influirá enormemente en el escenario económico que nos encontremos de cara al año 2023.
Así las cosas, resulta evidente que el comercio canario deberá ser capaz de superar también una serie de retos y cambios que se traduzcan en una modernización del sector, especialmente aprovechando los fondos venidos de Europa que supondrán una inyección de liquidez sin precedentes que no debemos dejar escapar. Una mayor, digitalización tanto en los modelos de negocio de los comercios canarios como en sus procesos de trabajo supondrán no solo un incremento de la productividad, sino también un aumento en la competitividad de estos negocios. Además, será necesario realizar una importante labor formativa que capacite y cualifique a los trabajadores del sector si queremos garantizar el buen resultado de estas medidas pues de nada servirán estos cambios si el personal no cuenta con las habilidades y los conocimientos necesarios para aplicarlos.
También es importante mencionar la gran dependencia que el comercio canario tiene respecto a la actividad turística, tal y como quedó de manifiesto en el año 2021: hasta que no fuimos capaces de doblegar la pandemia lo suficiente como para volver a recibir turistas la actividad comercial se mantuvo bajo mínimos, y fue solo con la llegada de visitantes extranjeros cuando se vio fuertemente reactivada. Así pues, y dada la gran relevancia que el gasto turístico tiene respecto a la actividad de nuestros comercios, incentivar este tipo de consumo se torna en un objetivo que debemos priorizar. Es por ello por lo que la instauración de un sistema ágil y eficiente de devolución del IGIC es otra necesidad urgente del sector, más aún desde que el mercado británico, mayoritario entre el conjunto de nuestros visitantes, ya no forma parte de la Unión Europea tras el Brexit. Con un sistema más sencillo que el existente ahora no solo se incrementará el grado de satisfacción de los turistas, sino que también se propiciará el turismo de compras al poder reinvertir las cantidades devueltas en nuevas compras.
Otro de los desafíos de este sector pasa por la actualización en materia de comercio electrónico. Más allá del grado de digitalización en el que se encuentre una empresa y su capacidad de vender online, la fragmentación de nuestro territorio supone un incremento en los costes de distribución que se ve especialmente agravado en los casos de islas no capitalinas donde se producen fenómenos de doble y, en ocasiones, de triple insularidad. A fin de subsanar esta situación y con objeto de permitir al comercio canario competir en igualdad de condiciones, será necesario habilitar ayudas que sirvan para paliar estos sobrecostes añadidos a los que negocios de otros territorios no deben hacer frente.
En último lugar, y al hilo de una competición en igualdad de condiciones, también es urgente priorizar la eliminación de la exención del IGIC existente actualmente por la compra de productos de valor inferior a 150 €. Una franquicia fiscal que se instauró con intención de promover la actividad de compras online en el Archipiélago, pero cuyo resultado está siendo un empobrecimiento del sector comercial canario, que ve cómo esta exención beneficia únicamente a vendedores foráneos dando lugar a una competencia desleal hacia nuestros comercios.
Decía Ortega y Gasset que “solo es posible progresar cuando se piensa en grande”, y esto es precisamente lo que adolece al comercio canario, una escasa valoración pese a su gran influencia en el tablero económico. Es prioritario pensar en grande y que tanto consumidores, empresas como Administraciones Públicas apuesten de manera clara por nuestro sector comercial, otorgándole la relevancia que tan merecidamente le corresponde en el conjunto de nuestros sectores económicos.