Captar una inversión, y más industrial, es un proceso de muchas aristas, delicado y pensado a largo plazo, pero necesitado de rapidez y estabilidad
Canarias cerró el año 2021 con una reducción del número de empresas industriales pero con la recuperación de indicadores de producción. No son números que den para grandes alegrías, pues la industria venía de un año 2020 marcado por el covid y los descensos generalizados en todos los indicadores. Así bien, 2021 se ha convertido en un año de transición, de consolidación y de vuelta a la producción tras colocar el estocaje atrasado, lo cual es en sí una buena noticia. La mejora fue evidente desde abril, lo ha sido el resto del año y la previsión para cerrar 2022 es igualmente buena.
Desde el punto de vista público, 2021 ha sido también un año de transición, analizando datos y preparando estrategias para el nuevo plan industrial de Canarias 2022-2027. En él se aspira a que la industria sea motor de cambio para las islas, de un cambio que implique diversificación. Ya sabemos, que todo no sea turismo. Las instituciones canarias están haciendo un esfuerzo importante en captar empresas, también industriales, a través del régimen económico y fiscal (REF) de Canarias y de un par de ideas fuerza muy claras: las islas tienen el sistema fiscal más beneficioso para las empresas de toda Europa y además son un escenario ideal para atraer personal altamente cualificado debido a la calidad de vida del archipiélago.
Si Canarias es un ‘secreto’ para los inversores, algo se está haciendo mal
Esta estrategia ha granjeado algún titular llamativo como el de ‘Canarias, el secreto mejor guardado para hacer negocios en Europa’; pero si Canarias se está esforzando por contarlo y sigue siendo un secreto es posible que algo más esté fallando en el proceso. Captar una inversión, y más industrial, es un proceso de muchas aristas, delicado, pensado a largo plazo, pero necesitado de rapidez y estabilidad.
Esa estabilidad es la principal víctima de la polarización política de los últimos años. Muchos inversores no saben qué esperar y aunque casi todos los partidos serios intentan mantener cierta compostura más allá del confrontamiento en público, porque saben que el dinero huye de la inseguridad legislativa, lamentablemente es algo que no siempre se logra.
Flexibilidad y administraciones rápidas, ingredientes para captar inversiones
Otro de los grandes retos de Canarias en este ámbito es el de la rapidez administrativa. Los empresarios se quejan amargamente de la lentitud de los procesos administrativos, especialmente de aquellos que tienen que ver con el suelo, pero que se extiende a todo. Canarias no se puede permitir esa lentitud si quiere aprovechar determinadas oportunidades y debería vivir preparada: con zonas industriales y no industriales preparadas, buenos accesos e infraestructuras y un sistema organizado de intercambio empresarial, de economía circular. La administración pública, antes de querer seguir abarcando su control sobre más y más ámbitos debería preocuparse en ser excelente en lo que ya controla, de ser útil, de ayudar, de ser eficiente e incluso un orgullo para los ciudadanos. Ser útil es probablemente la única cualidad que en este mundo nos garantiza la supervivencia, en todos los ámbitos, público y también privado.
Esa conexión entre las industrias primarias y secundarias sigue siendo otra de las grandes asignaturas pendientes de Canarias para sacar partido a lo que ya tiene esta tierra, como el gran sector platanero, tomatero, tabaquero o también la innovación vinculada con productos a los que actualmente no se les saca partido, como las tuneras, que no requieren de riego y que pueden convertirse en biomasa o incluso en una alternativa a la piel curtida de origen animal.
Así, unos planes directores de las zonas industriales ambiciosos, una estrategia consensuada entre los principales partidos políticos y los representantes empresariales para que haya continuidad, inversión pública –no solo económica, sino de tiempo y esfuerzo- en acelerar sus procesos, seguridad jurídica y cierta libertad (dentro de un escenario amplio pero bien acotado) son algunas de los ingredientes para lograr que Canarias deje de ser un secreto para hacer negocios y se convierta en toda una realidad.
Por Contra, dejarnos llevar por un lenguaje y una actitud que genera división y enfrentamiento, de poderes y contrapoderes, de unos contra otros, vencedores y vencidos, solo consolida la falsa sensación de que en la sociedad actual solo les va bien a unos pocos o de que la globalización ha hecho más mal que bien. Pero la realidad es que tras su impulso a partir de la década de los 50 del siglo XX y hasta hoy nunca ha habido menos personas en riesgo de pobreza extrema, nunca ha habido más gente con la educación básica cubierta, alfabetizada, vacunada o menor mortalidad infantil. De hecho y como explica el economista de la Universidad de Oxford Max Roser, cada día desde 1990 los periódicos y medios de comunicación de todo el mundo podrían haber abierto sus ediciones, a diario, todos y cada uno de los días, con la siguiente verdad estadística: “Hay 130.000 personas menos en situación de pobreza extrema que ayer”.
La industria energética, por fin en ebullición
Una mención especial requiere la industria energética en Canarias, al borde de ebullición por fin, para hacer que Canarias, especialmente con el clima tan propenso que tiene de cara a las energías renovables, deje de ser una de las regiones del mundo desarrollado más atrasadas en su despliegue.
La electricidad canaria en 2021 provino en más del 81% de quemar combustibles fósiles y tras décadas inexplicables de parón todo apunta a que finalmente el objetivo de reducir sustancialmente esta dependencia llegará progresivamente de aquí a 2030, cuando el operador del sistema (Red Eléctrica de España, REE) prevé que se sitúe en el 41,8 por ciento. La aspiración es convertir las fósiles en una energía de respaldo, almacenada y preparada para los picos extraordinarios de consumo, o para aquellos en los que por condiciones meteorológicas ceda alguna de las tecnologías renovables. Es posible, por tanto, pasar del escenario actual en que el mix es 80/20 en favor del petróleo se convierta en 20/80 a favor de las energías verdes. Un cambio que, además, ayudará a generar más puestos de trabajo cualificados y bien remunerados en una economía como la canaria, terciarizada y con el sueldo medio más bajo del país, a excepción de Extremadura.
Esta transformación, esta transición energética, por supuesto no está exenta de polémicas y dificultades. Canarias es, ciertamente, un territorio limitado y pequeño, aunque tampoco tan pequeño como algunos quieren hacernos ver hablando de capacidad de carga turística o de una incapacidad inventada para seguir construyendo. El archipiélago necesita aunar la protección del medio ambiente y la potenciación de la riqueza natural con su difusión y disfrute turístico o con un desarrollo económico que permita el bienestar de toda la sociedad. Las nuevas instalaciones energéticas deben estar donde menos molesten y donde sean más eficientes pero tienen que estar. Es necesario intentar contribuir a desacelerar el incremento de las temperaturas medias en todo el planeta por las emisiones de CO2. Esto lleva siendo cierto décadas, pero por fin existen resortes tecnológicos que permiten hacerlo sin descabalgarnos de las comodidades que las sociedades desarrolladas nos hemos dotado. Es innegociable, irrenunciable pero por fin también irremediable, dado que es eficiente. El ejemplo energético de Canarias es muy reseñable, dado que es más barato producir energía verde que convencional. ¿Eficiente y útil? Éxito garantizado. Aprendamos y apliquémoslo a todo lo demás.