Las crisis nos desestabilizan, nos invaden de incertidumbre y de miedos, pero también nos hacen avanzar, crecer y fortalecernos. Desde que la pandemia llegó a nuestras vidas, todos los motores económicos de las islas se han puesto a prueba y, sin duda, el sector primario ha sido uno de ellos. Históricamente, la agricultura, ganadería y pesca ha tenido que armarse de valor y tesón para hacer frente a las dificultades y salir de ellas fortalecidas.
La actividad agrícola, ganadera y pesquera conlleva un gran esfuerzo y dedicación para obtener los resultados deseados y eso es algo que conoce muy bien el agricultor, ganadero y pescador.
Por ello, desde la Consejería que dirijo, nos esmeramos cada día por respaldar e impulsar al sector primario. Un sector que aporta más del 5% de nuestro PIB y que en los últimos años ha tenido que lidiar con grandes batallas para sobrevivir.
En concreto, durante 2021, año que protagoniza este artículo y anuario, el sector se ha visto fuertemente golpeado por los coletazos de la pandemia, la subida de los insumos, los efectos del cambio climático, los incendios y, por supuesto, por la situación devastadora y dramática que ha vivido La Palma tras la erupción volcánica. Una erupción que dejó tras de sí más de 370 hectáreas sepultadas por la lava, una veintena de explotaciones ganaderas arrasadas y la flota pesquera amarrada en el puerto de Tazacorte durante más de tres largos meses.
Ha sido un año marcado por la crisis, en el que, más que nunca, desde el gobierno de canarias nos hemos volcado por lograr más y mejores ayudas que compensen los sobre costes y la inflación que sufre el sector, especialmente nuestros ganaderos y ganaderas, para los que habremos movilizado 22,5 M€ a finales de 2022.
En el caso de la isla de La Palma, y para compensar los efectos del volcán, se diseñó un programa especifico, el “Plan Valle”, que aúna indemnizaciones, obras y estudios para la recuperación de las zonas agrícolas.
Gracias también a las aportaciones del Gobierno de España, hemos podido compensar las pérdidas de producción que han tenido ganaderos, pescadores y agricultores por los efectos del volcán, por un total de unos 27 M€.
Además, dentro del trabajo de recuperación a corto plazo, se han ejecutado nuevas canalizaciones de agua, así como ayudas directas a medio plazo para los agricultores y ganaderos con el objetivo de reponer las infraestructuras dañadas por el volcán.
Finalmente, se realizan los estudios técnicos que deben permitir la planificación de la reconstrucción de las explotaciones agrícolas sepultadas por la lava en un largo plazo.
Pero las crisis son también oportunidades. El COVID, el confinamiento, las huelgas de transporte, los sobrecostes de la energía, el incremento de los fletes, las crisis globales, también son un aprendizaje.
Hemos aprendido que la salud es lo primero, y que una alimentación saludable, basada en frutas y verduras, carnes, pescados y lácteos frescos, es la base para tener una vida sana y saludable.
Somos más conscientes de la lejanía de nuestras islas al continente, de lo frágiles y dependientes que podemos llegar a ser, y de la necesidad de una mayor soberanía alimentaria.
Somos más sensibles con el cambio climático, que nos afecta ya de forma directa, ya sabemos todos en qué consiste la “huella de carbono” y que nuestro sector primario ayuda a disminuir esa huella de carbono. Nuestros agricultores son agentes ambientales que cuidan nuestros suelos, nuestro paisaje y nos proveen de alimentos sanos, de calidad y de cercanía.
Es una oportunidad para que el sector primario, el “primero”, el esencial, tenga un mayor peso, en las políticas, en la economía y en la sociedad canaria.
Somos conscientes de los retos a los que se enfrenta el sector primario en Canarias, como son el alto coste de los medios de producción, la falta de profesionalización o el bajo relevo generacional.
Por ello, los esfuerzos de este Gobierno se centran en facilitar el acceso a insumos como el agua de riego, con convenios con el Estado de 60 M€ para obras hidráulicas sostenibles, a través de fondos europeos. También con fondos europeos facilitamos la incorporación de jóvenes al sector y la mejora y modernizacion de las explotaciones, con el fin de mejorar su competitividad.
Pero no solo necesitamos mejorar la competitividad de las explotaciones, también se debe buscar un nivel de ingresos justo para nuestros productores. Por ello, muchos me escucharán repetir hasta la saciedad la necesidad imperiosa de cumplir con la Ley de Cadena Alimentaria para que los productores reciban un precio que cubra, al menos, sus costes de producción. A pesar de la dificultad de aplicación de esta ley, hemos sentado las bases para comenzar con su aplicación en Canarias.
La formación y profesionalización de los productores, en un mundo en constante evolución, es prioritaria. En esta legislatura se ha invertido en mejorar tanto las instalaciones de las escuelas de capacitación agraria y pesqueras, como la formación a jóvenes, incluyendo ultimas tecnologías y formación online.
Duplicamos también el número de investigadores y mejoramos sustancialmente el presupuesto del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, centro enfocado hacia la investigación, el desarrollo e innovación en cultivos subtropicales y en agroecología, que centra su actividad en la lucha contra plagas, la mejora en la eficiencia de riegos, la lucha contra la contaminación del suelo y la mejora de nuestras razas ganaderas, entre otras investigaciones aplicadas al sector.
Debemos transitar hacia una agricultura más diversificada, con la introducción de nuevas producciones subtropicales, y una agricultura mucho más sostenible, en la que la agricultura ecológica sea una realidad, que impulsamos día a día a través de proyectos como Ecolocal o Ecocomedores.
Seguimos apostando por la calidad y por la excelencia de nuestras producciones, a través de figuras y marcas de calidad, que diferencian el producto canario y garantizan al consumidor un alto estándar de calidad y seguridad alimentaria. Debemos seguir sensibilizando e informando al consumidor sobre los productos locales, con campañas de promoción, eventos, ferias, etc.
Son muchas las dificultades, pero aún mayores las oportunidades, lo que nos permite ser optimistas con el futuro del sector, y nos motiva día a día a seguir apostando por el sector primario como uno de los motores de nuestra economía, pero también como parte fundamental de nuestra cultura e identidad.