La encrucijada energética de Canarias

Cada día de retraso en el otorgamiento de una autorización de un parque eólico o de una instalación fotovoltaica significa contaminación

El diagnóstico de la actual situación energética de las islas, en lo referente a los sistemas eléctricos insulares canarios, es claro y rotundo: nos encontramos en una encrucijada. El motivo es bien sencillo: las energías renovables no acaban de llegar, fundamentalmente debido a la carburocracia, la fiabilidad del suministro eléctrico está comprometida, la generación térmica convencional está obsoleta y envejecida y, además, de momento, no los la dejan renovar, y carecemos actualmente, y desde hace varios años, de planificación energética.

Esta compleja y difícil situación de los sistemas eléctricos insulares canarios, ante la cuál no sabemos cómo actuar, no se resolverá ni en el corto ni en el medio plazo, todo lo más, a largo plazo (mínimo diez años), y dependiendo de lo que hagamos.

La carburocracia es la actividad, propia y exclusiva de la Administración, en virtud de la cuál ésta contamina por inacción.

La burocracia contamina porque cada día de retraso en el otorgamiento de una autorización de un parque eólico o de una instalación fotovoltaica, en la obtención de una licencia o en la evacuación de un informe sectorial preceptivo, conlleva que no se haya podido impedir la emisión del volumen de CO2 que aquellas instalaciones de generación de energía renovable habrían evitado, lo que se traduce en un día perdido, en un coste de oportunidad, en definitiva, en otro fracaso añadido en la lucha contra el Cambio Climático.

Por tanto, atender la Emergencia Climática precisa iniciar, sin más demora, la descarburocratización de la economía, es decir, la reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera (descarbonizar) mediante la simplificación administrativa (desburocratizar).

La parálisis de la Administración Pública canaria, colapsada por la burocracia que esta misma genera, es consecuencia, principalmente, de la inacción política por el desconocimiento del marco regulatorio de aplicación (sectorial, ambiental, urbanístico y de ordenación del territorio), actualmente impermeable a la transición energética, de la que derivan la incapacidad para identificar las barreras y obstáculos que ralentizan, dificultan o impiden el despliegue de las energías renovables, la falta de iniciativa para impulsar el cambio normativo necesario y la falta de liderazgo para organizar sus propios departamentos de forma eficaz, tanto a nivel de recursos humanos como materiales.

Debido a la burocracia construida por la Administración Pública, tanto los proyectos de renovables como los relativos a las infraestructuras auxiliares necesarias para su correcto funcionamiento, esto es, sistemas de almacenamiento a pequeña, mediana y gran escala y refuerzo de redes de distribución y transporte (algunas en estado crítico) acumulan años de retraso, todo ello mientras algunos responsables públicos siguen anunciando aún, de forma necia, su completa implantación en unos plazos imposibles.

Fiabilidad comprometida

La transición hacia las cero emisiones va camino de convertirse en Canarias en la transición hacia el cero energético, una nueva normalidad en la que las interrupciones del suministro eléctrico ya se han convertido en algo habitual.

En efecto, el asunto de los ceros energéticos no es lo que va a pasar, es lo que ha pasado ya. El caso de la Gomera es sólo una anécdota. En la isla de Tenerife, en los último cinco años, se han producido cinco ceros energéticos lo cual nos sitúa en una tasa de fallo de un día en tres años, cuando la tasa máxima permitida por el RD 738/2015 es de un día en diez años. Por tanto, estamos triplicando la tasa de fallo, lo cual es inaceptable.

Cada hora, día, semana, mes o año que pasa aumenta la probabilidad de fallo por entrada en obsolescencia de más grupos de generación, por lo que el riesgo de apagón, o cero energético, no empezará a desaparecer hasta que el primer MWh sea generado e introducido en la red por los renovados grupos de generación térmica convencional. El camino que queda por recorrer es duro e incierto y estará lleno de obstáculos y también, cómo no, de algunas contradicciones, conflictos o, incluso, curiosos posibles escenarios, los cuales pasaremos a exponer.

Una generación térmica convencional obsoleta y envejecida

El pasado 4 de julio de 2.024 el Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno de España (Miteco) publicó en el BOE la “Resolución por la que se convoca el procedimiento de concurrencia competitiva”, más conocida como El Concurso, cuyo objetivo es instalar en Canarias 971 MW de generación térmica convencional. Aunque con más de una década de retraso y aun no cubriendo la potencia total necesaria (1.500 MW, aproximadamente), se trata, sin duda, de una magnífica noticia.
El Concurso no ofrece dudas al respecto: la producción de energía eléctrica categoría A deberá realizarse, según su Anexo VII, utilizando grupos motogeneradores alimentados con gasoil, dieseloil, fuel oil, GNL, gases licuados del petróleo o gas natural.

La cuestión que surge y que no queda clara, ni en el propio concurso, ni en el Real Decreto 738/2015, es si el Miteco costeará la construcción de la infraestructura de almacenamiento y distribución de gas, caso de que alguna licitadora decida ofertar este combustible en alguna de sus formas, mezclado, o no, con algún combustible alternativo.

Los escenarios que se plantean resultan, cuanto menos, curiosos. En el primero de ellos, caso de que el Miteco confirme que dentro de los costes reconocibles de inversión se incluyen las infraestructuras de almacenamiento y distribución de combustibles gaseosos, en cualquiera de sus modalidades, nos encontraríamos ante la definitiva implantación del gas en Canarias, eso sí, por la puerta de atrás y con treinta y cinco (35) años de retraso, habiendo contaminado, desde entonces, y esperando por las renovables, lo que no está en los escritos a base de quemar fuel oil. En el segundo caso planteado, si el Miteco no considera incluido en los costes reconocibles las inversiones en infraestructuras de almacenamiento y distribución de gas, las preguntas que surgen son ¿Qué pasaría si ninguna empresa oferta combustible gaseoso por no querer asumir como propia la inversión de la infraestructura gasista? ¿Seguiremos quemando gasoil o fuel oil en las centrales eléctricas de Canarias, manteniendo el liderato en Europa en contaminación ambiental de centrales térmicas?

Por tanto, de acuerdo con lo expuesto, la transición energética de Canarias, concebida como la transformación de un sistema de generación basado en los combustibles fósiles en otro sustentado por fuentes renovables, podría estar transmutando para convertirse en una transformación de un sistema de generación alimentado por combustibles fósiles (fuel oil, gasoil, dieseloil) a otro afianzado sobre otros combustibles fósiles (¿gas?), eso sí, a priori, menos contaminantes, pero con treinta y cinco (35) años de retraso.

No cabe la menor duda, pues, de que en los próximas tres o cuatro décadas, el suministro eléctrico de las Islas Canarias se seguirá atendiendo, de forma preponderante e inevitable (más del 50%), a base combustibles fósiles, con un grado de penetración de renovables más o menos destacado, dependiendo del mayor o menor grado de oposición social y del mayor o menor nivel de capacidad gestora y administrativa de las Corporaciones locales de cada isla.

Carecemos de planificación energética

Descarbonizar la economía canaria en 2.040, diez años antes que en el resto de Europa, es un necio objetivo político de imposible cumplimiento, pero convertido en eslogan y repetido hasta el aburrimiento.

Y ello es así porque, en lo referente a la planificación energética, hay que recordar que en Canarias, desde el año 1989 se han abordado sucesivos planes energéticos y, sin embrago, no se ha cumplido ninguno. Ahora mismo lo que tenemos en el cajón es el Ptcan (Plan de Transición Energética de Canarias), el cual como documento técnico y científico es colosal, un trabajo extraordinario realizado por el Instituto Tecnológico de Canarias, no pudiendo considerarse como un plan, no sólo por no estar aprobado, sino por carecer de medidas concretas y proponer objetivos inviables o de imposible cumplimiento.

La ausencia total de planificación energética, nulo seguimiento de la misma y falta de adopción de medidas, todo ello debido a la inacción de sucesivos Gobiernos de Canarias (incluido el actual), a cada cual más inepto e incompetente en materia energética, son las únicas causas responsables de la situación en la que se encuentran, actualmente, los sistemas eléctricos insulares canarios, la cual se caracteriza por una escasa integración de energías renovables , la obsolescencia de los sistemas de respaldo y la pérdida de fiabilidad del suministro eléctrico.

Facebook
Twitter
LinkedIn
COrreo-e
Imprimir

Patrocinador

Patrocinador

Patrocinador

Patrocinador

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad