Setenta años son toda una vida. Una vida marcada desde su nacimiento por ese carácter librepensador que ha caracterizado a la ciudad de Puerto de la Cruz, acostumbrada desde sus inicios al trasiego marítimo de mercancías y con él a la llegada, a lomo de sus olas, de las doctrinas europeas junto con las ideas que retornaban desde Hispanoamérica, allende los mares.
De esta maresía de opiniones, imágenes y símbolos liberadores nos habla Pedro García Cabrera en su poemario Vuelta a la isla:
Por el Puerto de la Cruz
entraron, más que vinieron,
ideas como mujeres
dando a los hijos el pecho
y enseñando que no caben
las patrias en un pañuelo.
Desde su fundación, en 1953, impulsada por el entonces alcalde, Isidoro Luz Carpenter, el Instituto de Estudios Hispánicos irrumpió como entidad llamada a revitalizar el reseco espacio cultural en plena autarquía tras la Guerra Civil. El propio alcalde, como primer presidente, supo rodearse de un grupo de intelectuales portuenses, entre ellos Antonio Ruiz Álvarez y Celestino González Padrón, y de personalidades vinculadas al arte, como Alberto Sartoris y Eduardo Westerdahl, así como del catedrático de Geología e hijo ilustre del Puerto de la Cruz, don Telesforo Bravo Expósito, que tuvieron un papel fundamental en el desarrollo de la nueva institución por sus aportaciones a la sección de arte, a las ciencias y a la arqueología.
No es de extrañar que de aquel primer crisol en el que convergieron personas e ideas surgieran en los siguientes años cuatro de los activos culturales más importantes de la ciudad del Puerto de la Cruz: la Coral Reyes Bartlet, la Biblioteca Municipal Tomás de Iriarte, el Museo Arqueológico Municipal y el Museo de Arte Contemporáneo.
Desde sus inicios hasta la actualidad, el Instituto de Estudios Hispánicos ha atravesado innumerables situaciones y etapas y ha superado, no siempre sin dificultades, crisis y contratiempos. Desde aquella época, en que destacaban las conferencias, los recitales poéticos, la actividad bibliotecaria y las exposiciones de arte –actividades a las que se fueron incorporando otras como las sesiones de cineclub o la revista oral creadas por la primera Sección de Estudiantes– hasta la actualidad, el papel del Instituto continúa en ese camino de proyectarse como centro difusor de la cultura, la ciencia y las artes, y conserva vivos el compromiso y la ilusión de ofrecer a la comunidad un proyecto plural, amplio, diverso y de calidad.
El esfuerzo y la constancia ha sido una característica del Instituto de Estudios Hispánicos a lo largo de su trayectoria. Prueba de ello es que desde el año de su fundación la institución incorporará a su actividad los Cursos para Extranjeros, que continúan impartiéndose durante el primer trimestre de cada año. Son cursos de lengua y cultura españolas que continúan siendo muy bien recibidos, pues incorporan en sus enseñanzas salidas a la naturaleza, gastronomía, folclore y otras actividades en torno al conocimiento de la realidad canaria.
No deja de ser un orgullo para este Instituto el que la formación de su primera biblioteca, la cual se abría, por aquellos primeros años, todas las tardes de 5 a 7, diera lugar a la inauguración años más tarde, en 1969, de la Biblioteca Municipal Tomas de Iriarte de Puerto de la Cruz. En aquella primera biblioteca, que ejercía como biblioteca municipal, encontraron sus lecturas estudiantes juveniles entre los que se encontraba Juan Cruz, quien ha contado muchas veces el descubrimiento de sus estanterías y que ha convertido en literatura su recuerdo de los primeros libros que se llevó en préstamo. La biblioteca se nutrió de compras y donaciones por particulares e instituciones y, sobre todo, en una primera instancia, de los remitidos por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid. En la actualidad los fondos bibliográficos propios de la biblioteca del Instituto suman más de 1500 volúmenes de las más variadas nacionalidades y están dados de alta en la Red BICA de Bibliotecas Públicas a disposición de investigadores que los consultan, especialmente tras la recuperación y catalogación del fondo Sebastián Padrón Acosta.
Con sus fondos arqueológicos, donados por coleccionistas particulares que vieron en el Instituto de Estudios Hispánicos el lugar ideal para su conservación y custodia, se creó la Sala Arqueológica Diego Cuscoy, de la que surge el actual Museo Arqueológico de Puerto de la Cruz, en cuya junta directiva, junto con la participación de la municipalidad, está integrado.
De la misma manera, tras setenta años de vida, es un placer poder ser testigos de cómo de aquellas sesiones de cineclub, instauradas por la primera Sección de Estudiantes, el Instituto de Estudios Hispánicos ofrece en la actualidad dos ciclos de cine, las Jornadas sobre Historia del Cine en Tenerife y Canarias y el Circuito de Cine Canario, con proyecciones de documentales, cortos y películas, coloquios y homenajes, así como un Ciclo Cinefórum Fundación CajaCanarias y las Jornadas de cine amateur en Canarias.
A aquella primera Sección de Estudiantes de los años 60 siguieron otras, hasta la actual Sección de Estudiantes y Jóvenes Investigadores y Creadores que mantiene muy vivo su proyecto La Gaveta del IEHC, con una nueva edición cada año de su revista Nexo y varias conferencias y actos culturales a lo largo del curso.
Desde aquella revista oral de los jóvenes, el IEHC ha llegado a ser hoy un reclamo para la presentación de libros. Igualmente, la labor editorial llevada a cabo por la institución desde sus inicios ha continuado hasta la actualidad, con la presentación de publicaciones propias: Catharum, Nexo, las actas de la Semana Científica Telesforo Bravo y los nuevos volúmenes que vamos incorporando a nuestra colección Sebastián Padrón Acosta.
Visión múltiple
Actualmente, aquella visión multidisciplinar sobre la ciencia y la historia queda reflejada en la serie de ciclos, jornadas y semanas ya consolidados: las Jornadas sobre Protagonistas de la Ciencia y la Tecnología Canarias, y el ciclo La Historia Revisada, la primera en colaboración con la Fundación Telesforo Bravo y ambas en colaboración con el Instituto de Estudios Canarios; la Semana Científica Telesforo Bravo; la Semana de Historia de América, o el ciclo de conferencias sobre historia local El IEHC con las Fiestas de Julio.
Por su parte, de la actividad desarrollada por el crítico de arte Eduardo Westerdahl tras la fundación de Instituto, después de setenta años de existencia, es en la actualidad un valor añadido para esta institución y para Puerto de la Cruz el MACEW, sito en la Casa de la Aduana, en el que celebramos las Jornadas Hablamos de Arte. Del mismo modo se desarrolla muy favorablemente y con éxito de participación el proyecto didáctico que se lleva a cabo en el Museo, en el que resulta muy gratificante la notable participación de centros de enseñanza, profesorado y alumnado tanto de la ciudad como de toda la isla y la afluencia de público joven en las actividades de difusión, lo que sucede también con las colaboraciones con el programa del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz Desarrollo sostenible y Agenda Urbana Portuense y Proactivas. La colección de arte del museo, debidamente catalogada, se acerca a las dos mil obras, recientemente incrementada con la donación de la pintora afincada en Tenerife, Vicki Penfold, que también recientemente ha recibido la distinción por parte del Cabildo de Tenerife de Hija Adoptiva a título póstumo.
El primer objetivo del Instituto era conseguir una amplia proyección fuera y dentro del archipiélago, con una clara voluntad de difusión cosmopolita de la cultura canaria, americana e hispánica en general, acogiendo expresiones culturales de otros países, sin dejar de lado nunca los valores locales, preocupado siempre por integrarlos en su programación y por participar en sus manifestaciones culturales y festivas.
Por delante quedan nuevos retos que, con igual ilusión que hace setenta años, el IEHC ha de afrontar. Conseguir esa añorada sede donde poder desarrollar todo su potencial. Un local que pueda permitir acoger a todo el público que se da cita a cuantas conferencias, presentaciones y exposiciones acude, así como una sede donde desplegar toda la colección pictórica cuya exhibición se ve mermada por el espacio insuficiente que ofrece la Casa de la Aduana, al tiempo que ofrezca las debidas garantías para su conservación.
A su vez, el Instituto tiene por delante el desafío al que obliga el no perder el tren de las nuevas tecnologías al servicio de la difusión de la cultura, así como el que ofrece gestionar las nuevas tendencias culturales, adaptarse y acoger nuevas formas de vivir la cultura, hacer partícipe a un mayor número de personas jóvenes, involucrar a otros agentes sociales, así como digitalizar nuestros fondos. Nuevos retos, nuevos desafíos a solventar de los que corresponderá a las generaciones futuras el reseñarlos cuando el Instituto de Estudios Hispánicos celebre el aniversario número ciento cuarenta.