Canarias necesita viviendas, pero sin perder cohesión e identidad

Las políticas de vivienda son esenciales para la cohesión social y económica de las personas, así como para la ordenación del territorio. Sin embargo, hay indicios que, muchas veces, nos llevan a pensar que la Administración no es consciente de esto. Lo que ocurre en el sur de Tenerife –y en otras zonas de Canarias- puede ser un buen ejemplo.

Los planes de vivienda han sido los principales instrumentos que las administraciones han desarrollado en las últimas décadas para responder a las demandas formuladas por diversos sectores de población con problemas para el acceso a una vivienda, tanto en régimen de propiedad como de arrendamiento. La necesidad de una mayor intervención de rehabilitación sobre tejidos urbanos degradados, unido a la existencia o no de conflictos sociales, constituyen elementos básicos a tener en cuenta en cualquier política de vivienda para establecer la localización territorial de la nueva oferta, favoreciendo el desplazamiento poblacional desde los ámbitos más saturados de las áreas metropolitanas hacia otras zonas de expansión y crecimiento. Los cambios en los hábitos sociales, el descenso de la natalidad, y, como consecuencia, el envejecimiento de la población, el incremento de núcleos familiares unipersonales, de parejas sin hijos o la necesidad de emancipación de los jóvenes, plantean también cambios a los que hay que dar nuevas soluciones constructivas.

En este contexto, parece obvio que las políticas de vivienda son esenciales para la cohesión social y la ordenación del territorio. Sin embargo, parece haber administraciones que no son conscientes de esto. Por ejemplo, la inmigración y el crecimiento poblacional de diferentes núcleos residenciales en el sur de Tenerife no están siendo estudiados y estructurados para que el entorno construido sea espacio integrador de la residencia y de la vida pública, razón de la ciudad habitable. En esta línea de investigación, el joven arquitecto tinerfeño José Juan Aguilar se alzaba a finales del año pasado con una de las diez menciones en la categoría Futuro a las mejores ideas presentadas al concurso Residencia Singular 2004 (RS04) convocado por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), con la colaboración de la Dirección General de la Vivienda, la Arquitectura y el Urbanismo del Ministerio de Fomento. A este certamen se presentaron más de seiscientos concursantes de España y Portugal, entre arquitectos y estudiantes del Proyecto de Fin de Carrera.

El trabajo de José Juan Aguilar, localizado en el núcleo de San Isidro en Granadilla de Abona, se caracteriza por la edificación de viviendas en bancales agrícolas regenerados tanto para residencia como para espacios libres. Esta estrategia, según Aguilar, “trata de no romper con la estructura del suelo ni con la configuración paisajística tradicional, pues destruirla y eliminarla sería como borrar parte de nuestra historia y de nuestra identidad”. Junto a esta propuesta, RS04 distinguió también dos proyectos más de Canarias en la categoría Futuro, mientras que otros cinco se seleccionaban para la publicación que se prevé editar. Este éxito isleño no pasó desapercibido en la Demarcación de Tenerife, La Gomera y El Hierro del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, pues en febrero organizaba con sus protagonistas una serie de conferencias y exposición sobre las experiencias de cambio y las tipologías de futuro de la vivienda contemporánea.

Aparte de la búsqueda de nuevas formas arquitectónicas, es necesario que se construya con suficiente calidad y con criterios de sostenibilidad, como destacaba en Santa Cruz de Tenerife el presidente del CSCAE, Carlos Hernández Pezzi. En este sentido, ya se ha puesto en marcha el desarrollo del nuevo Código Técnico. Su aplicación será gradual y redundará en la mejora, entre otros aspectos, de la acústica, cimentaciones y acero estructural. Por otro lado, para evitar el consumo indiscriminado del territorio, las actuaciones en materia de vivienda buscan nuevas fórmulas, como el fomento de la vivienda usada y el incremento del volumen de ayudas con destino a la revitalización de centros históricos y barriadas periféricas.

Con este objetivo, la directora del equipo redactor del Plan Especial de Protección del casco histórico de La Laguna, María Luisa Cerrillos, ha propuesto variar las ordenanzas municipales para facilitar la rehabilitación y construcción de viviendas y llegar a 190 habitantes por hectárea. Y es que la arquitecta ha mostrado con insistencia su alarma por la desocupación en el casco histórico de 51.000 metros cuadrados de suelo, realidad que junto al elevado índice de viviendas vacías hace que el centro de La Laguna, si no se revitaliza, esté condenado a un retroceso continuo. Y siguiendo en la ciudad de Los Adelantados, a principios de 2005 la Sociedad Municipal de Viviendas de La Laguna (Muvisa) celebraba la conmemoración de sus diez años, tiempo durante el cual ha entregado 21 promociones (en 2005 entregará la vivienda número mil, lo que supone cien viviendas por año).

Esta apuesta por la Vivienda de Protección Oficial resulta esencial en un mercado en donde la carestía de la vivienda dificulta enormemente su adquisición. Así, en cuanto a la promoción privada se refiere, es normal encontrar hoy en día promociones donde el coste de construcción por metro cuadrado no llega ni al treinta por ciento de los precios de venta, repartiéndose el resto entre el beneficio y el desorbitado precio del suelo.

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