Españoles de primera, a pesar del sablazo

El cambio de Gobierno resultante de las últimas elecciones generales, celebradas 14 de marzo de 2004 bajo la conmoción de la masacre terrorista perpetrada tres días antes en Madrid, ha atascado las expectativas de convergencia de Canarias con el nivel de vida de Europa. El Gobierno presidido por Rodríguez Zapatero ha aplicado una política discriminatoria y agresiva con los intereses de Canarias, la cual, ciertamente, supone un obstáculo y una amenaza para nuestro legítimo objetivo de alcanzar el pelotón de cabeza de las oportunidades y del bienestar.

Por desgracia, hemos ido comprobando el escaso valor de la palabra de Zapatero, que prometió, en su discurso de investidura, dispensar “un trato preferente” a Canarias, en razón de su situación singular como archipiélago lejano y que, en el terreno de los hechos, sólo ha practicado una discriminación sectaria con esta región, que se ha traducido en un sablazo presupuestario y un boicot a sus instituciones.

El Gobierno hizo claras promesas a esta región, que no ha cumplido. El presidente anunció medidas concretas sobre el control de la inmigración ilegal, la creación de infraestructuras, o el incremento, hasta el 50%, del descuento a los residentes en sus desplazamientos en avión o barco, pero sólo ha ofrecido desprecio por los intereses y las expectativas de los canarios. No hay progresos en la vigilancia de costas y fronteras. El hecho es que las mafias siguen introduciendo pateras y barcos en nuestras costas a través de nuevas rutas de acceso, y que un número incalculable de inmigrantes sin permiso de residencia entran por los aeropuertos. Tampoco el Gobierno ha cumplido con Canarias en la extensión y agilidad de los acuerdos de repatriación. Ni siquiera ha concretado, al día de hoy, el plan específico de atención humanitaria que, tanto el Ministro de Asuntos Sociales como la Secretaria de Estado de Inmigración vienen anunciando solemnemente desde mayo de 2004.

Hemos soportado la congelación de los proyectos de Estado en infraestructuras y la cancelación, la revisión o el desmantelamiento de los compromisos asumidos por el anterior Gobierno del Partido Popular sobre un futuro de oportunidades y de prosperidad para esta región. El evidente retroceso de las perspectivas de convergencia de Canarias con la calidad de vida del resto de España y de Europa ha sido el hecho más relevante en la agenda de las Islas durante el pasado año.

Con todo, en 2004, la iniciativa del Partido Popular, como fuerza política en la que la mayoría de los canarios sigue depositando su confianza, ha compensado el desprecio del Gobierno del PSOE a los intereses de esta región, y para ello, desde las instituciones gobernadas por el PP, hemos puesto en marcha políticas y proyectos ilusionantes que el Gobierno del señor Zapatero ha intentado boicotear, sin éxito.

Ha sido 2004, además, un año en el que se ha acelerado la transformación de nuestra primera industria. El turismo se encuentra en plena revolución hacia un modelo más diversificado y de más alto valor añadido. No hay nada que impida que las corrientes de localización y deslocalización que están sacudiendo otros sectores afecten en el futuro al consumo de servicios turísticos. Lo que parece seguro es que ninguna regulación, y menos una regulación basada en rígidos patrones de planificación vertical, podrá evitar o adelantar una tendencia. Hacer que las leyes se cumplan y demostrar confianza en la iniciativa privada es un camino más directo que la abundancia de nobles intenciones petrificadas en regulaciones tan agresivas como ineficaces.

El año 2004 estuvo marcado por el inicio del proceso de reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias. También, ahí, hemos apelado a la responsabilidad y el sentido común, mientras otros han preferido jugar a la demagogia y la confusión, contribuyendo todavía más a ese maltrato al que someten a las Islas. Seguimos dejados de la mano de Dios en cuestiones como la inmigración, la justicia o las infraestructuras, por citar sólo algunos de los abandonos a los que estamos siendo condenados reiteradamente por el Gobierno del señor Zapatero.

Pero, a pesar de todos esos ataques y de todos los maltratos, la ciudadanía, que al fin y al cabo percibe lo que está sucediendo en la realidad diaria, no ha dejado de dar su confianza al Partido Popular. Y tanto en las elecciones generales como en las celebradas para elegir a los representantes en el Parlamento Europeo, el PP volvió a ser la fuerza política más votada en Canarias. En ese camino trabajamos en 2004, seguimos haciéndolo en el presente y continuaremos en el futuro, desde la responsabilidad y el compromiso con Canarias y con los canarios.

El PP dirige su proyecto a una mayoría silenciosa, moderada y pragmática de canarios. Para una región como la nuestra, supone una garantía contar con un partido unido, coherente y sensato, que apuesta sin ambages por la estabilidad institucional, la igualdad ante la Ley y la libertad individual. Sólo hay que mirar alrededor para comprender lo que esto significa. Sólo hay que echar un vistazo al despedazamiento intestino o -en el mejor de los casos- a la dispersión del criterio de las que adolecen otras fuerzas políticas, para comprender que el PP es hoy por hoy una sólida garantía de estabilidad y de futuro para Canarias. Buscamos electores libres, no siglas ni cuotas de poder. Ofrecemos principios estables y compromisos prácticos para mejorar las oportunidades de independencia de la gente. Frente a la fastuosa propaganda del talante vacío, hablamos claro y cerca de las personas.

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