Las asignaturas pendientes: la baja calidad y la temporalidad

El objetivo del pleno empleo tiene que incluir también la mejora de las condiciones de trabajo. Difícilmente se podría afirmar que el objetivo se puede cumplir si la mitad de la clase trabajadora experimenta una fuerte inestabilidad laboral, rota con frecuencia entre la ocupación y el paro y se mantienen bolsas importantes de precariedad laboral

La persistencia de condiciones laborales especialmente deterioradas ya no es tan fácilmente aceptada en un contexto de mayores expectativas de empleo. Esta contundente afirmación se basa en que el sistema de relaciones laborales en Canarias está basado sobre actividades económicas intensivas en trabajo de bajo valor añadido. Este hecho tiene como consecuencia inmediata la pésima calidad del empleo generado, tanto desde la duración del contrato como de las necesidades de cualificación requeridas para el desempeño del mismo, así como de su retribución.

Desde el punto de vista del diagnóstico, el número de contratos en Canarias se ha incrementa ejercicio tras ejercicio, pero de forma desacelerada dada la parte descendente del ciclo económico en el que estamos, quedando instalada la tasa de temporalidad de los contratos celebrados anualmente alrededor del noventa por ciento. Los meses estivales son los de mayor índice de contratación, pero también los de mayor temporalidad, fruto del incremento de la cartera de pedidos de las empresas de mayor arrastre.

Respecto a la tipología contractual, podemos ver como la modalidad de mayor uso es la de contrato de eventualidad por circunstancias de la producción a tiempo completo y a tiempo parcial, así como los contratos de obra y servicio. De éstos, un alto porcentaje se encuentra en una duración inferior a seis meses. El fraude a la contratación se centra en estos contratos, al encadenarse sin motivación contrastada para una misma actividad. Y por sectores, dado el modelo económico canario, turismo y construcción acaparan la mayoría de los contratos y, desgraciadamente, también son los sectores que mayor temporalidad añaden a las relaciones laborales.

La temporalidad va disminuyendo levemente en la empresa privada, pero no es así en el sector público. En el personal asalariado de la Administración Pública la temporalidad se ha ido instalando como modus operandi normal. El uso de convenios temporales con financiación programada es la pobre aportación desde la iniciativa pública a la generación de empleo y el ejemplo dado no parece el más adecuado, puesto que junto a esta progresiva temporalización se asiste a la exteriorización progresiva de servicios de gestión, lo que genera una continua desvinculación de las personas respecto a su empleador inicial.

Desde la perspectiva de las soluciones futuras, éstas deben pasar por una mayor implicación de las políticas activas de empleo, puesto que cuantitativamente el mercado laboral sabe como regularse, tanto en entradas como en salidas. Las empresas maniobran sobre sus plantillas respecto a su cartera de pedidos, mientras que por el lado de la oferta de trabajo, los itinerarios formativos y de inserción del que se nutren los trabajadores y/o desempleados muestra su estrategia. Pero, en el plano cualitativo, las relaciones laborales necesitan determinadas medidas institucionales como políticas activas de empleo, junto a una profunda difusión de las mismas entre los agentes económicos y sociales interesados.

Y es ahí en donde se encuentra el principal error. No en la inexistencia de medidas concretas para disminuir la temporalidad (puesto que las emanadas de la Concertación Social plasmadas en el Plan Estratégico de Empleo de Canarias así lo demuestran), sino en la falta de voluntad política para llevarlas a cabo. La búsqueda de un mayor uso del contrato indefinido a tiempo parcial podría ser un buen comienzo.

El Archipiélago esgrime en su estructura fallos importantes para resolver su problemática laboral y para fortalecer de forma competitiva a sus bienes y servicios. No bastará reforzar la externalidad natural o el diferencial del marco regulatorio institucional frente al resto de regiones europeas, sino que se precisa el salto cualitativo de disponer de factores creadores de ventajas dinámicas efectivas. El objetivo es elevar la productividad y generar puestos de trabajo de mayor cualificación, pues ello originaría una menor temporalización, unos mejores salarios y una mayor inserción social.

Canarias posee rasgos característicos de una economía desarrollada, como es la generación permanente de riqueza, pero también los tiene de economías subdesarrolladas, como es la deficiente redistribución de la riqueza y su sostenimiento estructural a lo largo del tiempo. Si se considera que los redistribuidores de renta por excelencia son las estructuras fiscales y las relaciones laborales -y como el sistema fiscal no parece que vaya en esa dirección, al primar la imposición indirecta sobre la directa-, será el mercado laboral el que deba tomar la iniciativa para lograr la cohesión económica y social.

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