El mercado del combustible dio más de un disgusto el año pasado a los conductores, para los que una acción tan cotidiana como llenar el depósito del vehículo implicó la búsqueda desesperada de la gasolinera más barata y un vistazo previo a los periódicos para ver qué día era el más barato para repostar.
El encarecimiento al que se vieron sometidos los carburantes durante 2004 fue, sobre todo, producto del constante incremento del coste del petróleo, que alcanzó máximos históricos debido a la complicada situación política internacional. La guerra de Irak, la inestabilidad y la violencia en Oriente Medio, las huelgas en el sector petrolífero de Noruega y problemas de tipo laboral que también se suscitaron en Nigeria provocaron fortísimos encarecimientos de esta materia prima que no sólo afectaron a los conductores de vehículos. De hecho, el barril de petróleo Brent, que sirve de referencia en Europa, llegó a venderse a 46 dólares frente a los 32 a los que inció el año. Algo similar ocurrió con el crudo de referencia en Estados Unidos, que alcanzó los 50 dólares por barril tras partir de un precio de 36 dólares.
Las principales compañías aéreas y navieras incrementaron sus precios, también subió el coste de los fletes, lo que a su vez encareció el transporte de las mercancías y el producto final en los establecimientos. Mientras, los turoperadores elevaron también sus tarifas, lo que unido a la fortaleza del euro tuvo su lógica repercusión en el sector turístico canario. Algunos gobiernos, entre ellos el español, habilitaron ayudas para el sector agrícola y pesquero, fuertemente afectados por el alza del crudo, y se permitió al transporte por carretera elevar sus tarifas. Todas estas circunstancias hicieron aumentar los precios y consiguieron que las más realistas perspectivas macroeconómicas se tambalearan, dada la fuerte dependencia que existe del llamado oro negro.
Subida del ocho por ciento
En Canarias, prácticamente todos los sectores sufrieron las consecuencias de la subida del petróleo, más presente en la vida cotidiana de lo que sería deseable. Sus efectos más acusados se produjeron, no obstante, en el mercado del combustible, por su traslado directo a los precios. Así, tras experimentar muchos altibajos a lo largo del año, durante el que se llegaron a registrar varios precios máximos en las Islas, el coste de las gasolinas cerró 2004 con un incremento cercano al ocho por ciento, desde los 0,593 euros por litro con los que la super 97 inició el ejercicio, hasta los 0,640 con los que finalizó el año. Mientras, la sin plomo de 95 octanos, que actualmente es la más utilizada de los tres tipos que se comercializan en Canarias, llegó a venderse a 0,656 euros por litro, el máximo histórico registrado en el Archipiélago.
A partir del 18 de octubre, fecha en la que se produjo este récord, el coste de la gasolina comenzó a rebajarse y eso permitió cerrar el año con un encarecimiento que no refleja los elevados precios que hubo a lo largo del ejercicio. La evolución del resto de tipos de gasolinas fue muy similar, pese a que los precios fueron diferentes. Así, la súper de 97 octanos, cuyo uso cada vez es más reducido dado que ya sólo la utilizan los vehículos que tienen cierta antigüedad, llegó a alcanzar los 0,707 euros por litro, y la sin plomo de 98 octanos se colocó en los 0,693 euros, precios que tampoco se habían visto nunca en Canarias. Estos máximos, que también se produjeron el 18 de octubre, iniciaron, como en el caso de la sin plomo de 95, un descenso que permitió acabar el año con mejores perspectivas para los usuarios.
La singularidad del gasoil
El caso del gasoil fue bien distinto, ya que su precio se disparó durante el año 2004, al alcanzarse máximos históricos que desbarataron todas las perspectivas económicas, repercutiendo sobre los usuarios particulares y también en los profesionales del transporte y la agricultura, que usan este combustible no sólo como medio para impulsar los vehículos, sino también en la fabricación de determinados componentes. Todo ello produjo fuertes incrementos en el coste de las materias primas, así como aumentos de precios en el transporte de mercancías y, por consiguiente, en otros productos, lo que afectó directamente al bolsillo del consumidor. El aumento del coste del gasoil en 2004 fue brutal, un 36,7 por ciento, al pasar de los 0,422 euros por litro que costaba en enero a los 0,577 euros que se registraron al cerrar el año.
Los representantes del sector petrolífero afirman que este desequilibrio entre la evolución de los precios de las gasolinas y del gasoil radica en el cambio de las especificaciones del gasoil para adaptar a las normas europeas, lo que produjo un continuo encarecimiento del mismo. Por otra parte, las especulaciones que se producen en el mercado del crudo han sido también responsables del crecimiento desmesurado del coste del gasoil, ya que, según el sector, Europa tiene excedentes de gasolina, que se exporta a Estados Unidos, pero es deficitaria en gasoil, por lo que cada vez que hay escasez de este combustible los precios se disparan, pese a que las compras se producen a futuro, por el temor a que se acabe comprando aún más caro o a que no haya suficiente carburante en el mercado. Este año, a esta circunstancia se unió el hecho de que una intensa ola de frío azotó Europa durante el invierno, lo que produjo un fortísimo incremento de la demanda de gasoil para su uso en calefacción.
El ejercicio 2005 ha empezado también con importantes vaivenes en los precios, aunque el coste del crudo se ha ido estabilizando y esto permite un cierto optimismo. No obstante, los costes de gasolinas y gasoil ya han superado los máximos históricos que se alcanzaron el pasado año.