En 2004 Las Palmas de Gran Canaria miró al mar. Después de cuarenta años de negociaciones, la ciudad conseguía recuperar la zona de El Confital y Punta Salinas. Más de 400.000 metros cuadrados de alto interés medioambiental que han ganado los ciudadanos justo donde acaba la Playa de Las Canteras. Era uno de los compromisos que adquirí a comienzos de este mandato y que pudimos convertir en realidad. Pero el sueño de la corporación que presido va más allá. Empezamos también a trabajar en el proyecto de La Gran Marina para conectar la Playa de Las Canteras con el Puerto, eliminando los obstáculos que separan las dos orillas del litoral urbano.
Seis de los mejores arquitectos del mundo ponían su trabajo a disposición de la ciudad. El enorme interés de los ciudadanos por esa reordenación del istmo de Santa Catalina quedó patente en la exposición que acogió el Edificio Miller, y que se clausuró con cerca de cuarenta mil visitantes. Al final, los proyectos de César Pelli y Carlos Ferrater lograban ganar el concurso de ideas. Un diseño de lo que será esta ciudad atlántica que no piensa renunciar a convertirse en un referente urbanístico y arquitectónico a nivel mundial, por muchas trabas que encuentre en el camino. De forma paralela, también se comenzó a demandar una vieja aspiración: la recuperación para la ciudad de la zona donde está ubicada la Base Naval
Son algunas de nuestras grandes apuestas, proyectos de modernidad que no están reñidos con la idea de mejorar y regenerar nuestro casco histórico y conseguir que la zona de Vegueta y Triana sea declarada Patrimonio de la Humanidad. En esa línea comenzamos a trabajar, y ahí se enmarca otro ambicioso proyecto como es la regeneración del Barranco Guiniguada. Los ciudadanos también han tenido la oportunidad de conocer la propuesta que el arquitecto Joan Busquets ha ideado para ese tramo del Frente Marítimo de Levante de la capital. La idea es reconvertir el cauce del barranco en un área urbana de tránsito peatonal, con amplias zonas verdes, y donde el agua juega un papel fundamental. En esa misma zona, los vecinos han sido testigos del inicio de las obras de rehabilitación del Teatro Pérez Galdós, cuya apertura está prevista para principios de 2007.
Pero, aunque la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria mira al mar y sueña con esos grandes proyectos, también cada día el Ayuntamiento que presido trabaja para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de la capital. Desde el inicio de este mandato hemos hecho un gran esfuerzo para que todos los barrios cuenten con mejores infraestructuras. Así, gracias a un acuerdo alcanzado con el Cabildo de Gran Canaria, en los años 2004 y 2005, se invertirán 18 millones de euros en los esos barrios.
En materia de Vivienda, como alcaldesa he tenido la satisfacción de ver cómo las palas mecánicas demolían bloques de viviendas en el barrio de El Polvorín, unas casas de apenas cuarenta metros cuadrados, que hemos logrado sustituir por unas viviendas dignas. Esa estampa del hacinamiento, por fortuna, va desapareciendo de nuestra capital. Además, en ese afán por solucionar el problema de la vivienda en nuestro municipio, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha promovido viviendas con un cupo de alquiler para jóvenes y familias monoparentales.
Asimismo, hemos apostado también por facilitar el acceso a la educación y a la cultura. Tal y como me comprometí en la campaña electoral, las guarderías han comenzado a abrir por la tarde, para atender la demanda de los padres que trabajan. Hemos puesto especial énfasis en luchar contra el absentismo escolar, conscientes de que una buena formación permitirá afrontar el futuro con mucho más entusiasmo e ilusión.
Lo apuntado hasta ahora es, a grandes rasgos lo que ha sido un año de gestión municipal, marcado por la adaptación a la Ley de Grandes Ciudades y por la creación de las Juntas de Distrito, con el objetivo de acercar la administración al ciudadano. A lo largo del último año hemos puesto los pilares básicos de lo que será Las Palmas de Gran Canaria, la gran capital atlántica: una ciudad moderna, abierta y, lo más importante, donde los ciudadanos gocen de bienestar y calidad de vida.
