Santa Cruz avanza hacia el futuro ‘impulsada’ por el Plan General

Santa Cruz está más viva que nunca. En el último año se han propuesto ideas y proyectos que han tenido su respuesta y que han dado lugar a encuentros donde se intercambian pareceres, preocupaciones y sugerencias. Santa Cruz crea expectativas y genera movimientos y opiniones. Es la única forma de huir de la decadencia.

Tener un clima privilegiado no es suficiente. Vivir de las rentas es caer en un sopor contagioso que acaba por convertirse en un bostezo interminable, que llena los ojos de agua y que obliga a caminar arrastrando los pies. Hay que avanzar y prosperar. En el último año, la política municipal ha mostrado sus cartas sin tapujos a través del nuevo Plan General de Ordenación Urbana, que sustituirá al que fue aprobado en el año 1992. Este documento también ha hecho que los barrios de Santa Cruz hayan puesto al descubierto sus diferentes caracteres sin ningún pudor. Lo bueno de esta puesta en escena es que, una vez exhibidas las intenciones, ha tenido lugar una exposición de diferentes puntos de vista que se han discutido en las asociaciones de vecinos, en los despachos de los políticos, en las empresas privadas y en los medios de comunicación.

Estos movimientos con trasfondo social y económico son síntomas de que la ciudad está, afortunadamente, lejos de caer en la apatía. Este último año, sin duda, se ha caracterizado por los discursos de los barrios, quienes, cada uno a su manera, han dicho lo que pensaban del progreso propuesto. Pero, además, el grupo de gobierno municipal se ha sentado a escuchar, ha sido informado, ha informado, ha aclarado dudas, le han aclarado dudas y ha expuesto sus propias convicciones. Pensar, elaborar, exponer, consensuar, aprobar y ejecutar un Plan General de Ordenación Urbana de una capital es tan complicado como satisfacer por igual a más de 200.000 personas.

En cuanto a los proyectos más destacados, los que cambiarán la imagen de la capital, ya han sido definidos y ratificados por las distintas administraciones públicas. El tranvía, la nueva playa de Las Teresitas, el futuro Muelle de Enlace, el cambio de imagen de la plaza de España, la consolidación del Auditorio de Tenerife, la fantástica transformación del barranco de Santos, la construcción del Instituto de Arte Contemporáneo, las obras del parque García Sanabria, los planes de embellecimiento de los barrios del municipio, la nueva organización administrativa del Ayuntamiento… Todo esto, después de cocinarse a fuego lento durante mucho tiempo, finalmente ha cuajado en el último año. Y estos cambios son revoluciones que dan una perspectiva de futuro a la capital canaria. Es evidente que cada cual tiene su propia opinión sobre el futuro que le espera a Santa Cruz, pero, sin duda, había que hacer algo.

Una ciudad no debe quedarse parada. Hay que soltar el ancla y, sin perder la esencia, descubrir conceptos. En el siglo XXI, Santa Cruz no debe posar para hacerse una foto en tono sepia; tiene que aparecer en una fotografía a todo color, hecha con obturación lenta, donde el fondo está movido porque la ciudad está avanzando. El lanzamiento del Plan General de Ordenación Urbana y la consolidación de los proyectos mencionados han hecho que muchos colectivos hagan público su temor a que desaparezcan espacios y actividades muy arraigadas en algunos barrios. Esta situación es la mejor que podría haberse dado en un momento de cambios. Cuantas más voces se hagan oír, mejor para todos. Comprobar cómo los ciudadanos protestan cuando los políticos no les hacen el caso que demandan es esperanzador. Santa Cruz está viviendo uno de los momentos más interesantes de su historia. Va a cambiar de imagen y ya ha hecho su apuesta.

Este último año también se ha caracterizado por la inclusión de Santa Cruz en el club de las grandes ciudades. Pertenecer a este grupo significa poder adherirse a la Ley 57/2003 sobre Medidas de Modernización del Gobierno Local, más conocida como Ley de Grandes Ciudades. El Ayuntamiento de Santa Cruz ha puesto la maquinaria a trabajar para poder adaptarse y sacar provecho de la nueva situación. La ley trae consigo la creación de nuevos organismos municipales, una clara descentralización de la administración local y también más competencias para las ciudades. Los gobernantes locales no se han cansado de repetir que esta ley hace al ciudadano más partícipe de la vida municipal y que lleva, literalmente, el Ayuntamiento a los barrios. Y esta idea está comenzando a materializarse, al menos en la forma.

La ciudad ha sido dividida en cinco distritos, cada uno de los cuales tiene una oficina municipal con un concejal al frente para atender a los ciudadanos personalmente y solucionarles los problemas más inmediatos. Sin embargo, aún es pronto para decir si la fórmula dará buenos resultados, si los ciudadanos notarán el cambio y, sobre todo, si sus opiniones tendrán peso real en las decisiones que se tomen. Mimar los elementos y las costumbres más significativas de la ciudad es vital. Pero también lo es avanzar, dejar entrar otras tendencias y crear nuevos espacios. Los que gobiernan tienen la obligación de conseguir prosperidad y los ciudadanos tienen la responsabilidad de ser exigentes. Estas premisas han asomado su cara este año. Ahora hay que mantener el ritmo y tener el ojo avizor.

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