Unidad ante los grandes asuntos

Cualquier análisis que realicemos acerca de lo que supuso 2004 para la Isla de Tenerife empezará siempre con el recuerdo imborrable de los atentados de Madrid, durante la negra mañana del 11 de marzo. Se hace imposible abstraerse de aquel terrible mazazo, por mucho que el año nos ofreciera algunas otras conclusiones, de distinto cariz. Incluso tratándose de un período que, a la vez que difícil también resultó francamente extraño, por diversas circunstancias.

Desde la distancia, los habitantes de esta tierra sufrimos con rabia y angustia las consecuencias fatales de la sinrazón terrorista, al tiempo que decidimos salir a la calle, en una manifestación sin parangón alguno, para expresar nuestra solidaridad y proclamar que somos más -infinitamente más- y que estamos convencidos de que ganaremos. Apenas tres días más tarde, esa respuesta pacífica fue ratificada ante las urnas y dejó patente, por encima de cualquier interpretación partidista, la fortaleza del sistema democrático y la confianza ciudadana en sus instituciones.
Pese a su terrible magnitud, el 11-M no fue el único hecho exterior de carácter violento que hirió nuestra sensibilidad. A medida que transcurrían los meses pudimos comprobar, asimismo, la prolongación de los conflictos bélicos con los que despedimos el 2003, cuando no su recrudecimiento, como fue el caso de la guerra de Irak, sin que se atisbase solución alguna para acabar con las hostilidades y devolver la paz a sus habitantes.

Quiso la naturaleza, además, que por una vez sintiéramos la actividad geotérmica producida en nuestro subsuelo, de la que no se tenía constancia durante algo menos de un siglo. El hecho no sólo obligó a acentuar la vigilancia de todo el sistema, sino que también propició el trabajo conjunto de las administraciones central, autonómica e insular en la tarea de coordinar actuaciones en materia de Protección Civil, incluso con la activación del semáforo de alerta. Esta situación se prolongó por espacio de siete meses, hasta el instante en que se observó una cierta estabilidad en los parámetros estudiados como referencia, a lo largo de un plazo prudencial.

No cabe duda de que fue otro los asuntos sobresalientes del año, para el conjunto de la población y de las instituciones. Aunque, afortunadamente, no fue necesario que impulsásemos los protocolos establecidos para el caso de una erupción, creo que la experiencia sí nos ha servido a todos para reflexionar acerca de la evidencia de que habitamos sobre un territorio de origen volcánico, donde es posible, como sucede en otros muchos puntos del planeta, la convivencia normal con el medio.

De hecho, el avance de Tenerife como tierra de progreso y de bienestar continuó haciéndose patente durante el pasado año, como lo demuestra el crecimiento del Producto Interior Bruto y el aumento de puestos de trabajo, mientras que el turismo, en una coyuntura como la que vivimos, no descendió. Cierto es que aún quedan tramos por recorrer, que no podemos bajar la guardia, pero ya hemos cubierto, con el empeño de todos, un trecho significativamente largo.

No me cansaré de repetir que los grandes asuntos de la Isla, todos aquellos que tienen que ver con la consecución de las cotas más altas de prosperidad y desarrollo, requieren de la unidad de la sociedad tinerfeña. Creo que se ha cubierto con creces el tiempo necesario para determinados debates y que hay que pasar a la acción. Nadie podrá negarnos nuestra vocación permanente a favor del diálogo como método y de la búsqueda del consenso como objetivo. Sin embargo, existen temas cruciales en los que dicha disposición no puede eternizarse. El tiempo juega en contra y hemos de afrontar la toma de decisiones.

La comunicación con el exterior supone una de las claves estratégicas en el desarrollo económico de un territorio como el nuestro. De ahí que el Cabildo venga ejerciendo el papel que le corresponde como Gobierno insular para demandar de otras administraciones la adecuación de sus grandes infraestructuras, como son los puertos y aeropuertos. Igualmente, otra de las actuaciones clave en materia de planificación tiene que ver con la movilidad, uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos, que requiere soluciones certeras. Por eso nuestra apuesta a favor de la implantación de nuevos sistemas de transporte guiado, como son el tranvía y el tren, en combinación con la guagua y el taxi.

Somos conscientes de que dicho desarrollo resulta imposible sin la adecuada salvaguarda del tesoro natural más valioso que poseemos: el territorio. Tenerife disfruta de la protección real de la mitad de toda su superficie, mientras que una cuarta parte del espacio restante está dedicado a la actividad agraria. Y jamás en la historia dispusimos de tanta extensión de bosque como la que ahora tenemos. Esto no ha sido fruto del azar. Se ha legislado para ello y se ha invertido presupuesto público para que ahora todos podamos sentirnos orgullosos defensores de nuestro patrimonio natural.

La porción restante, la otra cuarta parte, aglutina al conjunto de nuestra población, además de la actividad económica en sectores como el turismo, la industria, el comercio y los servicios. Es lógico que a veces sintamos la estrechez del espacio, sobre todo en lo que concierne a la movilidad. Se imponen soluciones basadas en los transportes colectivos, tal y como venimos pregonando desde hace años. Como también el estudio adecuado, con todo el rigor posible, acerca de la verdadera capacidad de carga poblacional que puede soportar Tenerife.

La ilusión puesta en la consecución de todos esos retos contribuye a que el Cabildo mantenga el dinamismo que lo ha situado, a lo largo de los últimos años, entre las más importantes corporaciones locales del Estado español. Una administración con amplia capacidad de gestión, solvencia y ahorro corriente al servicio de la inversión social, que ha alcanzado una producción anual próxima a las 3.500 actuaciones. Para ello hemos tomado como base un programa que fija como prioridad la atención a las personas, mediante una apuesta por la calidad de vida, la reducción de las desigualdades y el trabajo con los colectivos más desfavorecidos.

Y son las personas, las gentes de Tenerife, quienes nos demandan acciones que garanticen las cotas de desarrollo y bienestar que merece este pueblo. Con el apoyo de todos, colectivamente, mantendremos el paso sobre la senda adecuada.

Facebook
Twitter
LinkedIn
COrreo-e
Imprimir

Patrocinadores

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad