Al finalizar 2005, las energías limpias no son aún alternativa real para Canarias ni lo serán a corto plazo. La dependencia del petróleo para la producción de energía eléctrica en las Islas continúa siendo absoluta en un año en que el precio del barril de crudo ha estado marcado por una escalada incesante hacia máximos históricos y mientras sendos escándalos políticos salpican las dos fuentes sustitutas con más peso: la eólica y el gas natural licuado. Y como la demanda energética prosigue su ascenso, nuestros vertidos de CO2 a la atmósfera superan ya los 14 millones de toneladas al año, emisiones que en un 90,5% corresponden a la producción de energía.
A priori parecía que 2005 iba a ser el año en el que el futuro energético de Canarias quedaría despejado, pero no ha sido así por varias razones. Por un lado está la fuerte oposición social en el caso del gas; y por otro, los impedimentos generados por los intereses en torno a la tarta energética. En el caso de la energía del viento se denunciaron durante el pasado ejercicio hasta dos tramas, dos operaciones políticas capitaneadas por miembros del Partido Popular (PP) que dirigieron hasta mayo del año pasado la Consejería de Industria del Gobierno de Canarias. Presuntamente, trataron de favorecer a empresas en la concesión de la potencia eólica a cambio del cobro de comisiones. Después de una investigación interna y de resistirse durante meses a suspender el concurso de asignación de potencia eólica “por falta de pruebas” sobre las irregularidades denunciadas en los juzgados, el Gobierno optó finalmente por anularlo en diciembre y empezar de cero todo el proceso.
La suspensión no sentó nada bien a las 169 sociedades que competían con 12 instituciones públicas por los 344 megawatios sacados a concurso por el Ejecutivo regional, dado que todas ellas habían desembolsado avales de entre 3.000 y 10.000 euros por proyecto para acceder al reparto. Empresas e instituciones locales presentaron un total de 472 proyectos al concurso, que estaba previsto que se fallara en abril de 2005. La potencia solicitada entre todos ascendía a 4.915 megawatios, 14,2 veces más de lo que estaba en juego y los concursantes calculan que han perdido 10 millones de euros por mantener paralizados los fondos destinados a los avales durante un año. Esa es la cantidad que ahora reclaman al Gobierno.
La alternativa del gas también ha dado que hablar. En último término, por la compleja operación de venta de acciones desarrollada por el Gobierno en torno a la empresa Gascan, que se encargará de la futura comercialización del producto. El asunto se destapó en octubre, pero el debate sobre esta fuente de energía estaba abierto desde mucho antes, por el fuerte rechazo social a la implantación tanto en Granadilla como en Arinaga de las plantas regasificadoras necesarias para el aprovechamiento y almacenamiento del gas. Los argumentos en contra del gas natural licuado son que, como el petróleo, se trata de un combustible fósil y que resulta peligroso y más contaminante que las verdaderas fuentes alternativas o energías renovables, como el sol y el viento.
Mientras, los expertos de la Comunidad Autónoma mantienen los mismos argumentos a favor que ya contenía el Plan Energético de Canarias de 1989, argumentos que apuntan que, ante un eventual colapso en el suministro del petróleo, es necesario buscar nuevas fuentes y que el gas “es la única opción viable desde un punto de vista ambiental y suficientemente probada tecnológicamente”, opción que según el ex consejero de Industria, Luis Soria, reducirá la dependencia de Canarias del oro negro en un 75%. Así lo afirmó en el Parlamento en marzo del año pasado, dos meses antes de su salida del Gobierno.
De momento, el anunciado colapso del suministro del petróleo tampoco se ha producido, aunque el barril alcanzó máximos de 70 dólares durante el año, 30 dólares por encima de las previsiones realizadas para 2005 por los entendidos. Eso sí, la economía canaria ha tenido que soportar el incremento de precios agravado por un mayor consumo. Cada año la demanda eléctrica es superior a la del anterior y ya en el primer semestre del ejercicio pasado se situaba por encima del 5,5% sobre el mismo periodo de 2004. A su vez, Unelco-Endesa disponía de una potencia instalada de 2.090,7 megawatios, de los que 57,7 corresponden, según la propia empresa, a la potencia instalada en los 16 parques eólicos de las siete islas participados por Endesa Cogeneración y Renovables, la filial del grupo en el ámbito de las energías renovables.
La potencia eólica de Endesa representa el 43% del total de la existente en el Archipiélago. La totalidad de los aerogeneradores que hay en Canarias, en parques eólicos o anexos a industrias representan una potencia instalada de 135 megawatios aproximadamente, de los que el 55% corresponden a Gran Canaria y el 27,1% a Tenerife. El resto se reparte entre Fuerteventura (8,4%), Lanzarote (4,7%), La Palma (4,3%), La Gomera (0,26%) y El Hierro (0,07%).
Mucha potencia eólica y muchas otras fuentes de energías alternativas hace falta poner en marcha para reducir los 14 millones de toneladas de emisiones de CO2 que se lanzan al año a la atmósfera desde las Islas. Estas cifras, dadas por el inventario de gases de efecto invernadero encargado por el Gobierno autónomo -el documento no incluye las emisiones del transporte-, achacan a la producción energética el 90,5% del vertido. Para cumplir con los objetivos trazados por la Unión Europea para España en función del Protoloco de Kyoto, Canarias debería reducir sus emisiones actuales de gases de efecto invernadero en 1.864.431 toneladas al año hasta llegar a los 12 millones de toneladas anuales aproximadamente.
Aunque sin el avance previsto en 2005, el viento y el gas siguen siendo las opciones más fuertes para sustituir al petróleo en la producción energética. De toda formas, poco a poco las instalaciones de energía solar térmica y solar fotovoltáica, seguidas de iniciativas como la del uso del hidrógeno en las Islas como combustible de automoción (en desarrollo por el Instituto Tecnológico de Canarias) cobran cada vez mayor importancia.