Los servicios de atención en tierra (handling) iniciaron en 2005 su segunda revolución. El Archipiélago se convirtió en el campo de batalla de los trabajadores, las empresas y la administración; un negocio que a nivel estatal mueve más de 600 millones de euros al año y que da empleo a 19.000 personas. El resultado fue la firma del primer convenio sectorial y el inicio de los concursos para adjudicar las nuevas concesiones en los ocho aeropuertos canarios, tras varios años de retraso.
Los problemas comenzaron después de que Binter Canarias informase a su antigua propietaria, Iberia, de que no prorrogaría el contrato por el que recibía los servicios de handling, entre los que se incluye la atención al pasajero en los mostradores de facturación, la recogida de maletas o el despacho de los documentos que necesita una aeronave. En 2002 la antigua compañía de bandera incluyó al vender su filial regional una cláusula, por la que Binter se obligaba a recibir los servicios de atención de tierra de Iberia por espacio de tres años. Rápidamente, los 1.300 trabajadores de la multinacional hicieron un frente común y montaron varias acciones de protesta, dejando en tierra a los aviones de la aerolínea canaria. En la primera jornada, Binter tuvo que cancelar 19 aviones, mientras que otros 171 tuvieron retrasos de consideración.
La situación, lejos de resolverse, se agravó con reproches mutuos entre las direcciones de las dos empresas. Llegados a un punto, Iberia llegó a ofrecer el servicio a coste cero, igualando sus ingresos con los gastos. Pero esta oferta no gustó en la antigua filial, porque conllevaba un incremento del 23% del precio, una subida que consideraron excesiva. Siguiendo en su estrategia, Binter anunció la creación de su propia empresa, Atlántica de Handling, agravando aún más las tensiones con los trabajadores, que convocaron nuevos paros. Los sindicatos estimaron que entre 550 y 700 empleados serían despedidos, mientras que los directivos de la compañía regional comunicaron que tan sólo requerirían a 400.
El panorama canario coincidió con una convocatoria nacional de movilizaciones en el sector del handling para mejorar las condiciones laborales, que después se trasladó a Europa. En España, el objetivo que se marcaron fue la firma del primer convenio colectivo nacional, cuyas negociaciones iniciaron tres años atrás. La Asociación Española de Compañías Aéreas (AECA), cuyo principal socio es Spanair, acusó a Iberia de estar detrás de las protestas y de intentar obtener ventajas en la renovación de los concursos de handling. Finalmente, se logró el acuerdo tomando como base el convenio colectivo de Air Europa, que establece como principal garantía para el personal, que los trabajadores podrán continuar trabajando en el nuevo concesionario del servicio de handling.
El director general de Binter Canarias, Andrea Blass, se negó a aceptar este último punto, con lo que nuevamente volvió la tempestad. Sólo la mediación del ente Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) logró que cambiara de parecer y que aceptara a parte de los trabajadores de Iberia que atendían habitualmente sus aviones. La sociedad pública llegó a advertir que actuaría contra la aerolínea que no quisiese colaborar, justo en el momento en que la compañía regional esperaba la pertinente autorización administrativa, que se demoraba más de lo habitual. Los días pasaron y Binter Canarias tuvo que prorrogar hasta octubre el contrato de handling con Iberia, porque no llegaba el permiso gubernamental. Tres meses después de la fecha prevista Atlántica de Handling tomó el relevo, acogiendo a parte de la plantilla de Iberia.
Cambios y nuevas rutas
Sin embargo, la paz no llegó a la totalidad de los aeropuertos. El comité de empresa de Lanzarote criticó los acuerdos y ha venido convocando desde la fecha varias jornadas de huelga intermitente, perjudicando las operaciones de varias compañías extranjeras, así como a la propia Iberia. Y la segunda compañía canaria, Islas Airways, tampoco lo tuvo fácil. La firma del convenio nacional incrementó de manera sustancial los costes de su servicio de handling, pero bastó la amenaza de una huelga, para que la firma aceptara el texto legal. Curiosamente, las dos principales compañías canarias cambiaron de directivos en 2005. Así, Mario Goldberg, gerente de Islas Airways, dejó el cargo, que ocupó el jefe de flota de la misma empresa, Régulo Andrade. Además, la sociedad amplió capital y abrió sus puertas al empresario palmero Miguel Concepción. La compañía, que recibió en los primeros meses de 2006 su quinto aparato, sigue consolidándose.
Mientras, Binter dio el paso definitivo y, tras los experimentos con Portugal, decidió finalmente consolidar su ruta con Madeira, abrir enlaces con el antiguo Sáhara español y probar suerte en Europa, con dos vuelos semanales a París y Milán. En noviembre ratificó la opción de compra para recibir un nuevo turbohélice que sustituirá a uno de los aviones veteranos. Y en diciembre obtuvo el galardón de la Asociación de Líneas Aéreas regionales europeas (ERA) a la mejor compañía del año, por tercera vez en su historia. Pero estos resultados no debieron ser suficientes, porque a los pocos días salió de la empresa Andrea Blass.