El sur vive entre pateras, campos de golf y mociones de censura

Tres son los acontecimientos que han marcado el pulso social, político y económico en el sur de Gran Canaria durante el 2005, un año que se ha caracterizado por fenómenos tan dispares entre sí como la llegada de pateras a las playas de Mogán y Maspalomas; la celebración en Meloneras de la Feria Internacional de Turismo de Golf; y el fin de la hegemonía del Partido Popular en el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana a raíz de una nueva moción de censura.

Y se habla de nueva moción de censura porque ya son tres las que han prosperado en este municipio desde que se asentara la democracia. Las dos anteriores desalojaron del poder a los alcaldes Marcial Franco y José Juan Santana, siendo entonces este último sustituido por la misma persona que ahora ha resultado censurada, Marco Aurelio Pérez, actual portavoz de la oposición en la corporación. Las crónicas periodísticas de mediados del mes de julio, fecha en la que entonces se produjo el cambio en la jefatura de gobierno, decían que la noticia se extendió rauda y veloz por los barrios de San Bartolomé y que incluso en localidades como El Tablero, Castillo del Romeral o San Fernando de Maspalomas se tiraron voladores.

Para comprender el hecho de que algunos vecinos salieran a la calle a celebrar la reciente mayoría -gracias a un nuevo pacto de gobierno entre Nueva Canarias (7 concejales), Centro Canario Nacionalista (2) y Partido Socialista Canario-PSOE (2)- quizás haya que remontarse al año 2001, en el que Santana perdió la alcaldía en beneficio de Pérez, quien se valió para acceder al poder de la misma herramienta política, aunque, eso sí, con la imprescindible colaboración de un tránsfuga que en aquel momento abandonó Coalición Canaria. Desde entonces, ambos políticos han protagonizado agrias sesiones plenarias que recuerdan a los duelos del Oeste, tanto en sus roles de portavoces del gobierno como de la oposición, sobre todo tras esta última moción de censura.

Los dos tiran a dar con palabras como balas que, Concepción Narváez, primera mujer en convertirse en alcaldesa del municipio, se aplica en esquivar con destreza, al estilo de la perfecta maestra de ceremonias que pasa desapercibida. Al menos en los plenos, porque fuera de ellos la cosa es diferente y la líder socialista se ha esforzado en explotar la imagen de su cargo, al comparecer en casi todas las ruedas de prensa que convoca el Ayuntamiento, tanto si es Adán Martín quien visita las obras de un Palacio de Congresos que continúa sin abrirse al público, como si lo que se presenta ante los medios de comunicación es el inicio de un curso de cultivo ecológico para potenciar esta alternativa entre los pequeños agricultores del municipio. Y lo mismo aparece para oficiar la quinta boda entre homosexuales que se organiza en el salón de actos de la corporación sureña, que para participar con la actriz estadounidense Daryl Hannah en la inauguración del segundo casino que se instala en Maspalomas, que fue invitada para la ocasión.

Estos son algunos de los acontecimientos más relevantes que han ocurrido a lo largo de los escasos seis meses de mandato de Narváez, quien, junto a su compañero de partido Francisco Guedes, se erigió en la llave que abrió la puerta del gobierno local al tripartito, al romperse los acuerdos que ambos mantenían como concejales con el Partido Popular cuando éstos estaban al frente del Ayuntamiento. Sin embargo, conviene recordar aquí los otros dos acontecimientos que mencionábamos al principio: la Feria de Golf y las más de 80 pateras que han arribado a playas tan populares como la de Maspalomas, en cuya orilla, a escasos metros del Faro, han recalado varios cayucos repletos de inmigrantes africanos. Dos realidades no ya dispares, sino contrarias, opuestas, excluyentes.

La primera congregó en Meloneras a más de un millar de profesionales del sector del golf, hasta el extremo de multiplicar por cinco las previsiones más optimistas de negocio, al pasar de los treinta contactos iniciales que se establecieron con los diferentes turoperadores a los 150 con los que se cerró una feria que ha sido ensalzada por las autoridades y empresarios como el camino a seguir para salir de la crisis que afecta al turismo. La segunda de estas realidades sólo trae hambre, nadie la quiere y en el mejor de los casos supone el final de la esperanza, la repatriación al mismo país del que se huyó. Ellos, los pobres, apuestan por escapar de la miseria en una chalupa de nada. Nosotros, los ricos, especulamos con la infraestructura adecuada que permita el desarrollo de un turismo de calidad.

Dos realidades que de alguna manera están condenadas a entenderse, encadenadas la una con la otra como dos amantes que carecen de una cama en la que acostarse, los cuales se necesitan y rechazan después de encontrarse.

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