El deporte canario vivió pendiente de Montreal en la última semana de julio. La excusa, los Campeonatos del Mundo de Natación. Sin noticias de ningún destacado entre las corcheas, el equipo español de sincronizada acaparó otra vez elogios y medallas con tres canarias entre sus titulares: Paola Tirados, Thais Henríquez y Cristina Violán. La primera, olímpica en Sydney y Atenas, es un clásico de la selección. Y las otras dos, con 22 y 17 años, abanderan el relevo generacional de las Gemma Mengual y compañía.
Sin la púrpura ni la repercusión mediática de Mengual, Paola Tirados se ha ganado a pulso el respeto de la crítica. La grancanaria se hizo con la plata en la final de dúos, formando tándem con Gemma, la reina por excelencia de la sincro española. Las dos son cabeza de reparto en la incursión de España entre las mejores del circuito mundial, cuando, hace apenas un lustro, la suya era una disciplina catalogada de paria en el deporte nacional. La irrupción de las españolas entre la aristocracia internacional de la sincro ha tenido también mucho que ver con los éxitos conseguidos en el plano colectivo. El grupo de Anna Tarrés fue bronce en las modalidades de combo y equipos en la cita canadiense. Curtidas en el arte de los castellers (torres humanas que se construyen en Catalunya) y en los secretos de la escuela ucraniana de gimnasia artística, las españolas convencieron a jueces y público con el riesgo y la plasticidad de sus acrobacias.
Eso y la apliación de las más modernas tecnologías a su día a día en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallés han convertido a España en un referente y en un espejo para otros países, que ahora copian sus métodos de trabajo. Los últimos éxitos cosechados en el Mundial de Montreal tuvieron además un feliz descubrimiento para el deporte canario, la consagración de las jóvenes Thais Henríquez y Cristina Violán en el equipo titular de las españolas. La primera se formó en la inagotable cantera del CN Metropole y es hija de dos jugadores de baloncesto. La segunda, natural del Puerto de la Cruz y criada en el semillero de promesas del CN Martiánez, está aún en edad júnior y es para muchos la mejor situada para ser la primera deportista que gane una medalla olímpica para Tenerife. Cualidades y méritos en mano, Kiki, que es como la llaman sus más allegados, tiene aún mucho que decir en esto de la sincronizada.
Violán trae aire fresco
La aparición de Violán ha tenido además una repercursión mayor, ya que ha aportado un soplo de aire fresco a un deporte y a un entorno, la natación tinerfeña, que antaño fabricó campeones ilustres como Jesús Domínguez, Francisco Calamita o León Pestano y que, sin embargo, actualmente lleva décadas anclada casi en el olvido, si no llega ser por los éxitos de secciones no siempre valoradas como el salvamento acuático y el socorrismo. Eso, el meritorio trabajo del equipo de waterpolo del CN Martiánez y los éxitos cosechados por Carlos Sánchez hace más de dos lustros han sido el único clavo al que agarrarse en mucho tiempo para la natación tinerfeña. La situación fue siempre menos crítica en la provincia vecina, que en los últimos Mundiales de Montreal se permitió también el lujo de aportar otra representante en la modalidad de saltos: Leyre Eizaguirre. La saltadora del CN Metropole fue sexta en la final de dúos en el trampolín de tres metros, junto a la madrileña Dolores Sáez de Ibarra.
Pestano y Ramallo acuden al Mundial de Atletismo
El atletismo, el otro reclamo olímpico por antonomasia, amén de la natación, tuvo también protagonistas canarios en su última cita mundialista. El discóbolo Mario Pestano y el vallista Iván Rodríguez Ramallo participaron con distinta suerte en el Mundial de Helsinki, celebrado el pasado mes de agosto. El primero, actual plusmarquista nacional de su disciplina, se clasificó para la final, pero volvió a llevarle la contraria a quienes creen que esconde una medalla de postín bajo su brazo. La presión pudo otra vez con el atleta del CA Arona, que tuvo que conformarse con el undécimo puesto (62,75 metros), cuando, de haberse acercado a sus mejores marcas de la temporada, hubiera tenido, incluso, opciones de medalla. Iván Ramallo, por su parte, cayó eliminado en las semifinales de los 400 metros vallas (49,97s), su techo natural, por aquello de que España sigue siendo una potencia secundaria en la distancia. El realejero había logrado su clasificación para Helsinki in extremis, después de haberse tirado más de once meses sin competir por culpa de las lesiones y haber pensado, incluso, en tirar la toalla.