No fue un año para lanzar cohetes, pero 2005 sí dio al Campeonato de Canarias de rallies de asfalto el impulso que necesitaba para situarse nuevamente entre los eventos deportivos con mayor aceptación en las islas. Miles de aficionados volvieron al encuentro con la carretera para disfrutar de un campeonato que tuvo el aire de los duelos inolvidables -que contó con el parque de competición más cualificado y potente de los que se pueden ver hoy en España- y para aplaudir la exhibición del equipo tinerfeño del Grupo Alemán, formado por José Antonio Torres y José Gregorio Pérez al volante de un Renault Megane Maxi Kit Car.
José Antonio Torres lideró un campeonato que necesitaba reivindicar la importancia de los equipos privados y lo consiguió. Mientras el mundial veía cómo se retiraban los equipos oficiales de las primeras marcas, en Canarias hubo récord de participación en más de la mitad de las trece pruebas que conforman el calendario (138 equipos en el Rally de Tenerife). Y en Lanzarote, cita que puso cierre al campeonato, corrieron cinco coches de máxima categoría (World Rally Car), una cifra reservada a citas continentales o mundiales. Es la iniciativa privada -en muchos casos auspiciada por los propios pilotos- la que ha recuperado el interés de una afición entendida, que conoce y disfruta con los rallies. El automovilismo vuelve a ser el deporte con mayor número de publicaciones especializadas en Canarias (digitales e impresas) y cada vez son más los espacios dedicados al motor en la programación de las cadenas de televisión y radio de ámbito regional y local con notable niveles de audiencia.
José Antonio Torres ejerció en 2005 un dominio como pocos recordaban en el Campeonato de Canarias de rallies de asfalto y gestionó sin errores el camino hacia el primer título canario del equipo Grupo Alemán. Con José Gregorio Pérez como copiloto y con un coche mecánicamente fiable (Renault Mégane Maxi Kit Car), selló la temporada con registros de una superioridad inequívoca: ocho victorias, un segundo puesto y un abandono. Fue el hombre al que nadie quería ver detrás, sobre todo David García, que se benefició de la ausencia del piloto de Renault en el Rally de Canarias para hacerse con los puntos necesarios y liderar el campeonato hasta mitad de temporada. Lo intentó con un coche superior al de Torres (Seat Córdoba WRC) y luego con el Peugeot 306 con el que el grancanario Luis Monzón ganó el nacional en 2002.
Pero García fue incapaz de sacudirse el victimismo que le persiguió durante la temporada y que se reveló con toda su crudeza en la penúltima prueba, en el Rally de Maspalomas, cuando sufrió un aparatoso accidente que destrozó la mecánica de su Peugeot y terminó con su copiloto, Bernardino Guerra, en el hospital (todavía arrastra las secuelas de una lesión de cervicales). Esta circunstancia benefició al grancanario Francisco Suárez, que le superó finalmente en la clasificación con un coche de Grupo N (coches de producción con los ajustes mecánicos y de seguridad indispensables para la competición). Suárez, con Mario Quintero de copiloto, conquistó su segundo título canario consecutivo en esta categoría y el provincial absoluto de Las Palmas. Pocos pilotos han logrado la gesta de Suárez, que se mostró siempre como un piloto con calidad superior al de esta categoría.
La aparición de Avero
El campeonato también premió la extraordinaria regularidad mostrada por el segundo equipo del Grupo Alemán. Víctor Martín acabó cuarto en su primera experiencia. Se lanzó a la aventura con un certificado de garantía: tuvo a su lado al grancanario José Carlos Déniz, bicampeón de España de copilotos. Estos fueron los nombres que presidieron una competición exigente y que tuvo incorporaciones puntuales en cada una de las trece citas del calendario. La más sonada, la de Ricardo Avero. El veterano piloto tinerfeño sólo intervino en el Rallye de Tenerife y se impuso con una autoridad incuestionable. Fue la única derrota que sufrió Torres. Estuvieron también los hermanos Ponce, cuya presencia arroja siempre una incógnita acerca de sus posibilidades. Toñi, el menor, defendía el título del pasado año, pero hubo de conformarse sólo con una victoria (Rally de Maspalomas), mientras que el mayor, José María, siguió sacando brillo a su historial con varios podios en las principales pruebas grancanarias.
Los Ponce pertenecen a la historia del automovilismo canario y se resisten a renunciar gratuitamente a una de sus grandes pasiones. Como también sucede con un grupo de ilustres veteranos para beneficio del espectáculo. La mayoría reapareció con las mejores mecánicas, casi todas de categoría mundialista, como Juan Luis Cruz (Subaru), Jesús Machín (Skoda), Paco Lemes (Skoda) o Marcos Mesa (Peugeot). Pero en este campeonato no sólo vale con disponer de un gran coche, sobre todo si atendemos a la espectacular progresión de un grupo de jóvenes valores que dieron en 2005 su primer aviso serio acerca de sus enormes posibilidades. La lista la encabeza por méritos Samuel Lemes. El piloto lanzaroteño no sólo cogió el testigo del grancanario Flavio Alonso como campeón de España de rallies en tierra, sino que brilló a gran altura en sus apariciones en las islas. Como Armide Martín, que probó con escasa fortuna en el nacional de asfalto, pero que dio rienda suelta a su talento y agresividad cada vez que corría en Canarias. O Miguel García, con una calidad capaz de resolver a su favor las diferencias que marcaban la potencia de los coches.
Con todo, el campeonato canario de rallies recuperó el interés de los aficionados por la emoción de la competición que se forjó con razones el apelativo de mundialito canario en la España del automovilismo. El triunfo de Torres reivindicó el espectáculo de los rallies en tiempos de crisis.
La ‘explosión’ de Samuel Lemes
El caso de Samuel Lemes merece un aparte. A sus 24 años ingresó en el reducido grupo de pilotos que han logrado un título nacional a tan temprana edad. Lo consiguió en el Campeonato de España de rallies en tierra, una superficie que maneja como pocos en este país. Es el mayor de una dinastía que empuja con fuerza desde Lanzarote. Su hermano Yeray, con 19 años, se metió entre los diez primeros en los rallies de Maspalomas y Lanzarote. Con la tierra de Lanzarote ocurre como con la nieve de los países nórdicos. Por eso, un lanzaroteño ganó el título canario en esta especialidad. Miguel Curbelo (Mitsubishi) se adjudicó el Campeonato canario de rallies en tierra, una competición que se abre paso entre la amplia oferta del automovilismo de competición en las islas. Hay también otras modalidades consolidadas y con gran aceptación. Es el caso del Campeonato de Montaña que se adjudicó el tinerfeño Lauren García. De hecho, la subida a Los Marteles (Gran Canaria), Haría (Lanzarote) o Tamaimo y San Miguel (Tenerife) gozan de tanta tradición como las más legendarias pruebas de rallies.