Canarias y la Unión Europea: la Historia continúa

Hace algunos años, en 1989, Francis Fukuyama, director del Departamento de Estado de los Estados Unidos, acertó a formular una tesis que inmediatamente llamó la atención de numerosos intelectuales: el fin de la historia. Podríamos expresarla de la siguiente forma: la vuelta de determinados países europeos al sistema político de democracia liberal, y el abandono del socialismo real, significa la universalización del sistema y, fundamentalmente, la renuncia a intentar otras formas de organización política y social.

La tesis de Fukuyama es un amplio brochazo que cubre de un solo color los múltiples matices de las realidades del mundo que vivimos. Es esta una práctica habitual de algunos afamados pensadores de nuestros días. Aunque nada tienen que ver con el perfil intelectual de Fukuyama, cuando se leen los brillantes análisis de Lipovetzky, Bauman, Comte-Sponville o Beck, por citar algunos, se tiene la sensación de estar asistiendo a una lectura del mundo desde la única perspectiva de las sociedades más desarrolladas. De esta suerte, lo que “es” en las sociedades más desarrolladas, lo “es” para el mundo. En realidad, este proceso de selección de lo que nos resulta más llamativo e interesante y la generalización al universo, es una tentación que siempre tenemos al alcance de la mano. Algunas veces me he sorprendido haciendo afirmaciones tales como “en Tenerife no hay afición al fútbol; en Las Palmas, sí”. Estos gruesos brochazos, que ocultan los mil matices de la realidad, están presentes en lo grande y en lo pequeño: Fukuyama termina con la historia; Lipovetzky igualaría, por ejemplo, a los habitantes del centro de Londres con los del África subsahariana, viviendo ambos tiempos hipermodernos; yo niego la afición de Tenerife y de paso proclamo el fin de la historia futbolística en Canarias.

También la tentación de esos grandes brochazos existe en la Unión Europea. Por esto tienen tanto valor los sucesivos reconocimientos hechos en relación con las especialidades de las regiones ultraperiféricas. La Europa comunitaria ha ido avanzando en su construcción bajo el signo de la eliminación de las diferencias entre las instituciones económicas de los Estados miembros. La construcción del mercado interior fue una gran obra de demolición de barreras, que dividían los mercados nacionales, completada por la unidad monetaria. Un único mercado en el que las empresas y los consumidores compitieran se consideró bueno para la Europa comunitaria y una condición necesaria para poder acceder a los mercados internacionales en busca de la hegemonía mundial. De ahí que la competencia sea un eje estratégico central de la Unión Europea, por lo que las políticas comunitarias están orientadas a reforzar la competencia y a perseguir cualquier ayuda que pueda favorecer a unos frente a otros. De esta forma, todos los consumidores y las empresas deben ser igualmente tratados porque todos están en el mismo mercado. El proceso de competencia hará que quienes mejor persigan sus intereses, prosperen, mientras los que no son competitivos, cambien o desaparezcan. Todos son iguales porque tienen las mismas oportunidades.

Ahora bien, la Unión Europea se dio cuenta a principios de los setenta de que el proceso de creación del mercado interior podía incrementar los desequilibrios espaciales de renta. Este hecho pondría en cuestión la propia construcción europea. De ahí que se articulara una política compensatoria como fundamento de la política regional: las regiones de más baja renta en relación con la media podrían recibir ayudas que compensaran su atraso y les permitieran avanzar en el proceso de convergencia. Este es el brochazo grueso que podía ocultar las especialidades de las regiones ultraperiféricas. Porque las Islas Canarias han articulado su pequeña pero compleja economía sobre ciertos pilares: a) produciendo y distribuyendo bienes y servicios para la exportación y el mercado interior; b) abasteciéndose del mercado mundial de inputs y bienes de consumo; c) aprovechando su situación geográfica para el intercambio de bienes y servicios en los puertos; d) manteniendo unas instituciones económicas fiscales que permiten el aprovechamiento de las ventajas y la compensación de los condicionantes derivados de la pequeña dimensión y el alejamiento de los grandes mercados continentales.

EL MERCADO INTERIOR

Estas instituciones económicas y fiscales configuraban un área no homogénea con el mercado interior europeo. De ahí que la articulación requiriera algo más que la mera política compensatoria instrumentada por el sistema de ayudas a través de los fondos estructurales. Pero para este diferente planteamiento estratégico se necesitaba abandonar la visión de trazo grueso. Poco a poco la Unión Europea ha ido entendiendo que las especialidades de Canarias han sido claves para que las Islas tengan un desarrollo económico notablemente diferente al de su entorno. No conviene olvidar que, siguiendo la costa atlántica, Canarias tiene el mayor PIB per cápita desde Galicia hasta Sudáfrica, con la única excepción de Lisboa. Esto no es una casualidad. Así pues, la articulación de esta economía, que hemos calificado como pequeña y compleja, no parece haber obtenido los peores resultados, aunque sigue siendo una economía relativamente atrasada si la comparamos con el conjunto de España o la Unión Europea. Esta capacidad de la
Unión Europea para mirar bajo el trazo grueso ha permitido en los últimos años notables avances. Veamos algunos de los cambios y debates más importantes.

No fue una buena noticia para Canarias que la iniciativa de reforma del Tratado de la Unión Europea, cuyo texto se propuso a ratificación por los países en 2004, quedara suspendida formalmente en el Consejo de Europeo de junio del 2006. El texto del proyecto de Tratado por el que se instituía una Constitución Europea había recogido adecuadamente la posibilidad de que hubiera una aplicación de las políticas comunitarias adecuada a los condicionantes de las regiones ultraperiféricas, siguiendo la pauta establecida por el artículo 299.2 del Tratado de la Unión Europea. Algunas opiniones posteriores derivaban la reforma del Tratado a un texto de mínimos en el que las cuestiones relacionadas con las regiones ultraperiféricas quedaban relegadas. Afortunadamente, durante las presidencias de Alemania y Portugal se han puesto las bases para el acuerdo definitivo que se tomará el próximo día 13 de diciembre. En el Tratado reformado, las regiones ultraperiféricas siguen manteniendo el reconocimiento de sus especialidades en el derecho primario y se añade la posibilidad de que las ayudas de estado sean ilimitadas y no degresivas para las que superen el 75% de la renta media per cápita.

La segunda cuestión en la que las especialidades de las regiones ultraperiféricas han sido consideradas es en el acceso a los recursos previstos por la Unión Europea para el periodo de programación 2007-2013. En julio de 2006, el Diario Oficial de la Unión Europea, publicó el nuevo Reglamento por el que se establecen las disposiciones generales relativas al Fondo Europeo de Desarrollo Regional, al Fondo Social Europeo y al Fondo de Cohesión. El texto señala que las regiones ultraperiféricas deben beneficiarse de medidas específicas y financiación adicional. También las regiones ultraperiféricas reciben un tratamiento especial en lo que se refiere a los límites máximos de cofinanciación. Muy importante fue que las Directrices sobre ayudas de estado con finalidad regional para el periodo 2007-2013, publicadas en marzo del 2006, recogieran determinadas especialidades para las regiones ultraperiféricas. De hecho, las directrices citadas se refieren a que las regiones ultraperiféricas, aunque superen el 75% del PIB per cápita, podrán ser objeto de ayudas de estado del mayor nivel según la letra a) del artículo 87, apartado 3, del Tratado. El límite para las ayudas establecido para las regiones ultraperiféricas del 40%, es importante porque permite que los incentivos del REF puedan ser convalidados. Igualmente importante es el reconocimiento de las ayudas de funcionamiento como instrumentos de compensación de los costes adicionales de las empresas derivados de la situación ultraperiférica. Tales ayudas de funcionamiento, como ya se ha indicado, pueden no ser limitadas y decrecientes como ocurre para el resto de las regiones.

Las ayudas de Estado

Las Directrices de Ayudas de Estado permitieron que a finales de 2006 el expediente de la reforma de los incentivos del REF tuviera la conformidad de la Comisión y pudiera publicarse el Real Decreto-Ley 12/2006. Este real decreto-ley se desarrollará mediante reglamento actualmente en estudio y de próxima aprobación. Respecto a las producciones tradicionales de la agricultura y la pesca, en el año 2006, en el Reglamento 247/2006, se establecieron medidas específicas a favor del sector agrícola, se modifica el Régimen Específico de Abastecimiento y otras medidas. Sin embargo, el avance sobre el plan de acción a favor de la gran vecindad no responde a las perspectivas que había prometido. El Instrumento Europeo de Vecindad y Asociación, aprobado en octubre de 2006, no recoge medidas especiales para las regiones ultraperiféricas. Sin embargo, Canarias ha sido incluida como una de las zonas transnacionales con derecho a financiación. Teniendo en cuenta que uno de los condicionantes de las regiones ultraperiféricas es la lejanía, se han tomado distintas medidas para mejorar la accesibilidad, tanto en el ámbito del transporte marítimo como aéreo.

Todas estas políticas y medidas específicas señalan una tendencia a considerar las regiones ultraperiféricas como territorios que requieren tratamientos excepcionales. Sin embargo, en otras ocasiones, la modulación o derogación de las políticas requiere de explicaciones más allá de lo razonable. En este sentido, los cambios organizativos en la unidad de regiones ultraperiféricas dentro del organigrama de la Comisión, puede suponer un notable condicionante para el futuro. Como ha ocurrido siempre en la historia de Canarias, el futuro próximo ha sido poco a poco despejado sobre el fundamento de la explicación continua de los especiales condicionantes del desarrollo y de las propuestas de estrategias diferenciadas de las de los territorios continuos y próximos a los grandes mercados. De esta suerte, nuestra capacidad explicativa debe incrementarse con más intensidad que las tendencias a la homogeneidad. De ahí que el incremento de nuestra capacidad de reflexión, que no es otra cosa que la cultura, sea el instrumento más poderoso para construir el futuro y, al tiempo, la principal debilidad del presente.

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