La placidez de la vida cotidiana en Santa Cruz, “la ciudad en la que casi nunca pasa nada”, cambió hasta alcanzar la tensión con los supuestos casos de corrupción y un Carnaval que cumplió las previsiones de ser el más sonado de la historia, pero en un sentido totalmente contrario al esperado. Todo eso pasó factura en la vida política hasta obligar, después de las elecciones de mayo, a un atípico pacto de gobierno entre CC y PP, o sea entre Miguel Zerolo y Ángel Llanos.
Santa Cruz de Tenerife ha sido definida en más de una ocasión como “la ciudad en la que casi nunca pasa nada”, pero a veces cambia esa dinámica. Y eso ha ocurrido en el último año, aunque no fuera, como en otros anteriores, por el paso de ninguna tormenta atmosférica. No, esta vez las inclemencias no han sido las meteorológicas sino que han tenido otros componentes básicos en su formula de composición, desde el económico al político, pasando por el plano puramente festivo.
De la placidez de su casi siempre aburrida vida cotidiana, la capital tinerfeña pasó a vivir momentos de gran tensión con los supuestos casos de corrupción de Fórum Filatélico y Las Teresitas, con un Carnaval que este 2007 cumplió con las expectativas creadas de ser el más sonado de la historia gracias a Rafael Amargo, aunque en un sentido muy distinto al augurado, y, por último, tal vez como consecuencia de lo anterior, con un sistema de bicefalia en clave política surgido tras las elecciones del 27 de mayo que es novedoso en la historia democrática de la urbe chicharrera.
Los casos de supuesta corrupción están en manos de la Justicia, de tal manera que cualquier cosa que se diga puede convertirse en la contraria después de la decisión de los tribunales, si llega pronto, que no parece previsible al menos en un corto plazo de tiempo. Lo único objetivo, de momento, es que en asuntos como la trama de Fórum Filatélico o el caso Las Teresitas las expectativas de todo el 2006 se terminaron cumpliendo a final de año, al menos en el segundo asunto, con la querella de la Fiscalía Anticorrupción en la que han estado y están implicados personajes relevantes de la clase política con el alcalde a la cabeza, junto a algunos concejales y técnicos de la Gerencia de Urbanismo.
Justicia y carnaval
El camino de la Justicia, siempre lento, sigue su curso y serán los tribunales los que dictaminen los grados de responsabilidad si los hubiera en las supuestas irregularidades en el proceso de compra venta de la playa por parte de Inversiones Las Teresitas, la entidad mercantil formada por los empresarios Ignacio González y Antonio Plasencia. Desde Coalición Canaria se mantiene con firmeza que los avales son el acuerdo unánime de todas las fuerzas políticas del momento para apoyar el convenio urbanístico y los informes jurídicos favorables. Y como motivo, el deterioro de la playa y la necesidad imperiosa y urgente de una rehabilitación encargada, tras la convocatoria del concurso internacional de ideas, al prestigioso arquitecto francés Dominique Perrault.
Lo del Carnaval 2007 fue la crónica de una muerte anunciada. La opción del concejal de Fiestas, Bruno Piqué, era arriesgada: conceder la dirección de la Gala a un trasgresor como el bailaor Rafael Amargo. El resultado, ya sin Piqué, y con Hilario Rodríguez como bombero provisional, fue un fracaso absoluto que levantó a los chicharreros de su sempiterna pasividad y a punto estuvo de provocar hasta alteraciones del orden público. El camino de la fiesta en el inminente 2008 parece una vuelta al redil con aquello de “más vale malo conocido que bueno por conocer”; es decir, la incombustible Maribel Oñate como concejala de Fiestas y Jaime Azpilicueta otra vez en la dirección de la Gala. Suerte para el Carnaval de la Magia.
El caso Teresitas y el Carnaval, añadido al desgaste de tantos años en el poder, casi 30 ya, le pasó factura a Coalición Canaria y a la figura de Miguel Zerolo, que en Santa Cruz es la que se presenta y cuenta al margen de partidos, en las elecciones del 27-M. No tanto como esperaban algunos analistas poco conocedores de la intríngulis de esta ciudad peculiar y especial, como todas, pero sí lo suficiente como para no contar con mayoría absoluta y tener que pactar con un PP en el que emergía la figura de Ángel Llanos, el pibe de Ofra, como le gustaba proclamar durante la campaña. La sensación, cada vez más extendida a nivel popular, es que es Llanos quien gobierna y Zerolo ha quedado en un segundo plano, más pendiente de otros asuntos que de la vida municipal propiamente dicha, pero puede ser sólo eso, una sensación. O no.
El resto del panorama doméstico muestra un PSOE fortalecido por el resultado electoral en Santa Cruz, logrado en parte por el efecto López Aguilar, y dispuesto a olvidar viejas divisiones para intentar dar un salto histórico que le permita gobernar por primera vez en la ciudad, la única capital de provincia, junto a Santander, en la que no lo ha hecho desde el inicio de la etapa democrática. Ciudadanos de Santa Cruz sufrió un gran varapalo para sus expectativas y el CCN logró una presencia testimonial en el ayuntamiento, pese al gran desembolso económico; y los demás, incluidos algunos antisistema con voluntad de tener representación en el Consistorio, se quedaron fuera del reparto.
El tranvía y otros asuntos
Todo lo anterior no deja de ser un resumen apresurado que analiza los vaivenes de una ciudad que, como las personas, sufre de picos en la vida cotidiana. La de Santa Cruz suele ser muy tranquila, pero a veces con alguna ventolera inesperada y no sólo meteorológica. No hay que olvidar en esta crónica la instauración del tranvía el pasado 2 de junio en el Área metropolitana, todo un éxito según las primeras impresiones que no ha impedido que se mantengan serios problemas en el tráfico con grandes atascos puntuales a la entrada y salida de la ciudad.
Los vecinos de los barrios, por su parte, mantienen sus pequeñas batallas por mejorar servicios, sobre todo el de las guaguas reordenadas con el tranvía, la limpieza o las actividades de ocio. Todo en una ciudad en la que de forma progresiva envejece la pirámide de población y en la que, al menos en alguno de sus cinco distritos, el peso de la inmigración es cada vez mayor.
Santa Cruz, la ciudad tranquila, también resulta un poco esquizofrénica porque suele tener varias caras y planos superpuestos, según la mirada que se pose sobre ella. A vista de pájaro se la ve crecer hacia la zona alta, desparramada en una orografía marcada por el Macizo de Anaga. Sube por las colinas del Centro hacia el núcleo cada día más diverso en nacionalidades de Salud-La Salle, alcanza la manera más popular de ver la vida de Ofra-Costa Sur y termina, ya lindando con El Rosario, en la expansión demográfica del nuevo Suroeste. Una ciudad viva porque la vida se la dan sus gentes, de dentro y de fuera, que cada día trabajan y se esfuerzan por mejorar. Todavía, y ya van varios años así, entre obras, pero con la esperanza de que en el año 2008 acaben por fin para mostrar una cara todavía más guapa de Santa Cruz. Que así sea.