El poder del ‘12’ y la apuesta: transparencia y participación

La capital grancanaria parece hipnotizada por el número 12. Dos acontecimientos de este año confirman esta tendencia: en abril, abría sus puertas el Teatro Pérez Galdós tras 12 años de ruina y clausura; en junio, Jerónimo Saavedra, del Partido Socialista, ponía fin a 12 años de gobierno del Partido Popular, con los sucesivos mandatos de José Manuel Soria y Pepa Luzardo.

Jerónimo Saavedra (Las Palmas de Gran Canaria, 1936) capitalizó el espíritu de renovación que convirtió al PSOE en la fuerza más votada y logró cambiar de signo la mayoría absoluta que había venido disfrutando el PP durante tres mandatos seguidos. Los socialistas, con una campaña desarrollada a ras de suelo, alejada de grandes pomposidades, consiguieron capitalizar el voto útil y el ansia de alternancia. Ello no sólo permitió pasar de los nueve concejales que había logrado Arcadio Díaz Tejera en 2003 a los quince de Saavedra, sino que además supuso la liquidación política de otro de los grandes pesos pesados de la política canaria, José Carlos Mauricio. Su partido, Coalición Canaria, desapareció del panorama electoral capitalino por su excesiva mimetización con el PP.

El cambio de rumbo, no por lógico, dejó de ser menos evidente. Saavedra abrió los foros de decisión del Ayuntamiento a la oposición -que había sido expulsada en la etapa del PP-, permitió la vuelta de los vecinos a los plenos e incluyó al tercer partido -Compromiso, de Nardy Barrios- en el gobierno municipal, a pesar de no necesitar su apoyo. Saavedra y Barrios firmaron un pacto público basado en el refuerzo de la participación ciudadana, la reforma de la Ley de Capitalidad, la potenciación de los servicios sociales y la necesidad de buscar fondos europeos para financiar los proyectos de futuro. En virtud de este acuerdo, Nardy Barrios entró en el gobierno como concejala de Fomento y Servicios Públicos, lo que le da amplias competencias sobre las obras, vías, cementerios, alumbrado, mercados y mobiliario urbano; mientras que su número dos, Aday Ruiz, ha pasado a llevar el área de Turismo

Junto a la transparencia y la participación, el otro gran pilar del gobierno de Jerónimo Saavedra ha sido el de la importancia dada a los técnicos. Aprovechando las posibilidades que ofrece la Ley de Grandes Ciudades -en “una interpretación abusiva”, según opina el PP-, el alcalde socialista se ha rodeado de una cohorte de directores generales que ayudan a los concejales en el trabajo de orientar la actuación municipal. La estructura con la que se quiere dar un servicio más técnico está formada por doce directores generales y tendrá un coste anual de 742.050 euros. Esta composición culmina con la figura de Carmelo Padrón, director de gobierno del área de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda, y el cerebro en el que ha recaído la planificación de la ciudad futura.

El litoral será la pieza estratégica en la que Las Palmas de Gran Canaria pivotará todo su desarrollo urbanístico futuro. Dentro de esta línea de actuación, ya se trabaja en varios puntos, como el Guiniguada -que tras la desaparición del scalextric en el mandato anterior va a permitir tener el mayor paseo marítimo de Europa y la ansiada conexión entre Vegueta y Triana- o El Confital, aunque en ambos casos hay serios problemas. En el primero, se trata básicamente de una cuestión de financiación; en el segundo, de consenso sobre el proyecto a aplicar.

Lo que está más retrasado es la definición del frente marítimo, que está pendiente de que todas las instituciones se integren en un consorcio que impulse el concurso de ideas que determinará el futuro de la costa. En este proyecto hay una pieza estratégica: la Base Naval. El Ayuntamiento ha manifestado en varias ocasiones su disponibilidad a que el nuevo arsenal se instale en el término municipal capitalino pero, hasta ahora, el Ministerio de Defensa se ha mostrado siempre reacio a pronunciarse por las alternativas ofrecidas por las instituciones canarias. Al otro lado del istmo, El Rincón se convertirá en el epicentro de las convenciones con un gran edificio que sirva de hotel para reforzar el papel que está jugando el Auditorio Alfredo Kraus.

El gusto por las alturas será otro de los fundamentos de la nueva política urbanística. Carmelo Padrón nunca ha ocultado su gusto por hitos como el edificio Woermann -una gran torre en el istmo de La Isleta- y su frontal rechazo a la casa garajera. Acogiéndose a la nueva Ley del Suelo, el grupo de gobierno socialista está dispuesto a permitir los crecimientos en altura como medio de ganar, a cambio, espacios libres. Pero estos proyectos requieren dinero y el panorama financiero heredado del mandato anterior no ha sido el esperado. La deuda municipal ronda los 150 millones de euros, incluyendo las cuentas de las empresas municipales.

Deuda y financiación

Los socialistas han utilizado estas cifras como medio para denostar la gestión anterior, pero el PP siempre ha defendido su actuación. De hecho, aseguran haber dejado más de 100 millones de euros en caja e indican que la deuda financiera ha bajado 21 puntos con respecto a la situación que ellos se encontraron en 1995. Sea como fuere, el Ayuntamiento se ha empeñado en conseguir fondos de otras administraciones. Por eso, se ha iniciado un rastreo, en especial en la Unión Europea, en busca de bolsas de dinero que permitan sacar adelante sus pretensiones. Y por eso también se ha impulsado una política de entendimiento con otras administraciones en especial con el Gobierno de Canarias (CC-PP).

Con este interlocutor deberán superar el escollo de la Ley de Capitalidad. La cantidad a abonar por los costes derivados de ser capital que propuso el Gobierno regional fue considerada por el Ayuntamiento como insuficiente. Pero además, la intención de imponer estos fondos como partidas finalistas ha sido interpretada como una injerencia inaceptable por parte de Jerónimo Saavedra, que a punto estuvo de abandonar una de las primeras reuniones del comité de capitalidad.

La cultura también ha pasado a ser un eje central de la nueva política municipal. Y en este apartado, el Teatro Pérez Galdós está siendo piedra angular. El coliseo ha recuperado el viejo papel que jugó como palacio de la ópera tras una inversión total de 29,5 millones de euros. Su reapertura fue uno de los grandes empeños de Pepa Luzardo y, tal vez, la herencia más apreciada por Saavedra. Y de cara al futuro, el transporte se configura como uno de los grandes problemas que tendrá que afrontar el nuevo gobierno. Y no sólo por el tráfico, que colapsa a diario la ciudad, sino también por la situación de Guaguas Municipales, que debe afrontar una pérdida creciente de viajeros y una situación económica que roza la quiebra técnica.

Eso sí, el nuevo gobierno tampoco se ha liberado de la polémica. Dos asuntos han marcado al gobierno socialista hasta ahora: la propuesta de anulación de dos concursos por discrepancias con los técnicos -algo que recordaba al escándalo Isolux que dañó a la administración anterior- y la petición de Saavedra de ir acompañado por dos agentes de la Policía Local -en función de escolta- en un viaje oficial por Madrid y Donostia. El primero se saldó con una rectificación que tardó en llegar dos meses y que va a suponer el nacimiento de nuevas normas de contratación pública. El segundo, simplemente, se difuminó en el tiempo.

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