Canarias siempre ha destacado dentro del concierto deportivo nacional. Nuestro Archipiélago es la sede de clubes que han paseado el nombre de las siete islas por España y Europa, por lo que las islas han gozado en los últimos decenios de un merecido protagonismo en el cada vez más profesionalizado mundo del deporte de élite. Y ello, en un país que está entre los líderes de diversas disciplinas a nivel mundial.
Las cifras que ofrece la Dirección General de Deportes del Gobierno de Canarias en la edición de 2007 de su Guía Canaria del Deporte no dejan lugar a la duda sobre el protagonismo de los equipos canarios en el deporte español: nada menos que 81 equipos participando en competiciones nacionales. Un éxito que contextualizado en cifras de población y renta per capita, no tiene parangón en el resto del territorio nacional. Y aquí bastaría con recordar el reciente estudio realizado por la Fundación Canaria Baloncesto de Tenerife, en el que todas las ratios demuestran que presenta unos índices de penetración muy superiores al de la media de la geografía nacional. Por poner un ejemplo, la provincia de Santa Cruz de Tenerife, tenía la temporada 06-07 un equipo de ACB, LEB o LEB2 por cada 323.882 habitantes, cuando la ratio del conjunto nacional nos habla de un equipo en esas categorías por cada 827.994 habitantes.
Llegados a este punto, la cuestión se centra en si con una renta per capita en Canarias inferior a la media española (19.924 euros/año en el Archipiélago por los 22.152 de media nacional) y una población de 1.995.833 habitantes, es posible mantener tal número de clubes compitiendo en la élite del deporte patrio. Lejos de ser una cuestión baladí, la superoblación de equipos de diferentes disciplinas en la misma categoría ha propiciado problemas históricos, como la convivencia actual en Tenerife de dos equipos de baloncesto masculino en la segunda competición de este deporte a nivel nacional, lo que lleva consigo una división de recursos, que de estar agrupados, redundarían en la posibilidad de obtener una franquicia deportiva y económicamente consolidada y estable en la Liga ACB, como existe en Gran Canaria, o en otras provincias como Málaga, donde fusionaron a tiempo sus dos clubes para conformar una de las potencias actuales de este deporte en España y en el continente europeo.
Quizás, la referencia a seguir sería la del modelo deportivo profesional más perfeccionado del mundo, el norteamericano, en el que ciudades de tipo medio, que no pueden competir con las grandes urbes económicas y poblacionales como Los Ángeles o Nueva York, se centran en una sola franquicia de deporte profesional de las cuatro grandes ligas de Estados Unidos (la NBA, la NFL, la MLB y la NHL) con notable éxito deportivo y económico en algunos casos. Podríamos citar por ejemplo a los Patriots de la ciudad de New England, tres veces campeones de la liga de fútbol americano en el siglo XXI; los San Antonio Spurs, con cuatro anillos de campeón de la NBA en las últimas ocho temporadas; o los Anaheim Duks, recientes ganadores de la Stanley Cup de hockey sobre hielo. Ninguna de esas tres ciudades, tiene otro equipo profesional fuera del deporte mencionado, con lo que vuelcan todos sus esfuerzos económicos y estructurales en una sola gran franquicia deportiva.
Aquí, en España, podría comparase con la situación de Ciudad Real, que ha logrado situarse en el mapa mundial del balonmano (posiblemente sea el mejor equipo del planeta), con una gran inversión y una enorme apuesta por una única disciplina, pero con el objetivo de estar en lo más alto. Planteado en otros términos, ¿Puede Tenerife tener al mejor equipo de voleibol femenino de España, un club en la ACB de baloncesto y al CD Tenerife en Primera División compitiendo a buen nivel durante mucho tiempo, a la vez que mantiene equipos en la élite en disciplinas como waterpolo o hockey sobre patines? ¿Cuenta Gran Canaria con el poder económico y poblacional para tener una UD Las Palmas pujante en primera, un Gran Canaria consolidado en la ACB y varios equipos de voleibol o balonmano en División de Honor durante un espacio de tiempo prolongado?
Probablemente, el sentimiento y el amor a los colores nos piden una respuesta afirmativa… pero la experiencia y la fidelidad a las cifras nos hacen decantar la balanza del lado del raciocinio.