Pasión por contar historias

Beatriz Cuarental Curbelo falleció en Las Palmas de Gran Canaria a los 42 años de edad.

Le quedaban muchos reportajes por escribir, muchas historias que contar y muchos artículos que firmar. Sin embargo, el corazón se empeñó en lo contrario. Beatriz Cuarental Curbelo era una periodista de profesión y de devoción que acumulaba una intensa trayectoria profesional que la llevó por diferentes medios, entre ellos Canarias 7, donde se distinguió como reportera y articulista. Tenía olfato para detectar la noticia y habilidad para contarla, a lo que se unía una gran capacidad para convertir al lector en cómplice de sus escritos. Poseía también criterio propio y lo exponía siempre que podía. Así, era de las periodistas que no sólo contaba historias, sino que las aderezaba con el valor añadido de cómo las contaba. En unos tiempos en que la práctica del periodismo se ha uniformado de la mano de las novedades tecnológicas, Beatriz Cuarental seguía encontrando hueco para el estilo.

Su pasión por contar historias la llevó por las siete islas y, si era preciso, fuera del Archipiélago. El reportero, cuando llega el caso, no tiene patria ni conoce fronteras y Beatriz Cuarental lo demostró lo mismo en el frío invierno de los Balcanes, con las tropas de pacificación españolas bajo mando de la OTAN, que en la Guatemala engalanada con el amarillo y blanco del Vaticano, cuando cubrió la subida a los altares del Hermano Pedro, el primer santo canario. Quienes compartieron sus viajes fueron testigos de cuánto amaba su profesión pero, al mismo tiempo, de cuánto añoraba a su familia, la misma que ahora llora su ausencia. Y ella, que tantas vueltas le dio a los sinsabores de esta profesión, sabía que en casa estaba siempre el hueco que equilibraba tantos esfuerzos.

Implicada en la sociedad en la que le tocó vivir, Beatriz Cuarental fue una firme defensora de los derechos de la mujer, lo que la llevó en su día a obtener el reconocimiento del Instituto Canario de la Mujer. No lo hacía por una cuestión de cuotas, porcentajes o listas-cremallera, sino porque defendía con pasión que los derechos no tienen sexo. Y la inteligencia, tampoco. Ahora que se ha ido, a los compañeros nos quedan los recuerdos de los años compartidos en la Redacción; a los lectores, los buenos momentos con sus reportajes y sus artículos; y a la familia, el sello inconfundible de una hija, esposa, madre y hermana que nunca olvidarán. Su madre -Dolores, Lolina, probablemente su lectora número uno-; su esposo, Vicente Torres, compañero en las tareas informativas en Radio Nacional de España; sus hijos, Paula y Luis, a los que adoraba; y sus hermanos Dulce María y Pedro Miguel saben mejor que nadie cuánto han perdido.

A Beatriz le quedaba toda una vida por delante y muchas vidas que contar. Otros llegarán para contar otras historias pero el estilo Cuarental se va con ella.

Descanse en paz.

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